Después de tres meses de estar casi vacía, la Universidad de Costa Rica (UCR) abrió las puertas a miles de estudiantes en el primer día de clases del ciclo lectivo 2015. Es un día de particular movimiento, con gente corriendo de un lado a otro buscando sus aulas y toda clase de actividades preparadas para recibir a los jóvenes.
Las zonas verdes de la U se llenaron de nuevo de personas haciendo ejercicio, tocando guitarra, durmiendo bajo un árbol o sólo grupos conversando.
Una tarima en el parqueo de Ingeniería es de las primeras imágenes que recibe a quien llega a la universidad. La Federación de Estudiantes (FEUCR) programó conciertos para toda la semana, pero este año además son precedidos por un recital de poesía y cuento. El público es escaso pero las letras y la música resuenan para todos los que descansan a lo largo del pretil.
Es día de volver a clases, pero también de reencuentros. “Vamos a ir a almorzar todos juntos porque tenemos como tres meses de no vernos”, comenta Andrea, quien está comenzando su segundo año de universidad, refiriéndose al alegre grupo de al menos siete muchachos con los que conversa cerca de la fuente “del pato ahorcado”.
En los alrededores de la universidad lo institucional se mezcla con la espontaneidad de los estudiantes. “Deben estudiar bien cuáles son sus derechos en la universidad”, recuerda un presentador desde la tarima, mientras a unos pasos un muchacho capta las miradas divertidas y confundidas mientras sostiene un cartel que dice “Se busca novia”.
Rótulos de información de la Oficina de Registro se mezclan con los de diferentes partidos políticos de estudiantes y la venta de camisetas del equipo de fútbol de la universidad, todos queriendo captar la atención de los recién llegados.
Un toldo donde piden firmas por el matrimonio igualitario se pelea la atención de los transeúntes con la carpa de los estudiantes cristianos que tienen una especie de pizarra para que quienes pasan por ahí dejen sus mensajes.
Este ingreso a clases es distinto pues la facultad de Ciencias Sociales, que agrupa a 8 escuelas, se mudó a un edificio nuevo en la Ciudad de la Investigación y debido a esto frente a la Biblioteca Carlos Monge se ve una fila cada vez más larga de estudiantes que necesitan trasladarse. “Ya han venido y se han llenado dos busetas mientras hago fila”, cuenta molesto un estudiante mientras espera su turno.
Afuera del edificio nuevo, los estudiantes de Sociales se toman “selfies” para hacer constar en redes su llegada al nuevo edificio “sinceramente no pensábamos que esto fuera a pasar”, aseguraron dos estudiantes de Psicología refiriéndose al proyecto.
Grupos de estudiantes recorren los pasillos de las facultades y esperan para sus primeras clases, “llegué tardísimo a la primera clase porque me dijeron mal cuál era el edificio al que tenía que ir”, se quejó un estudiante que visita por primera vez la universidad.
Al frente de la facultad de educación un grupo de jóvenes se miran incómodos, aún desconocidos entre sí, mientras su profesor intenta poner en marcha una dinámica para que se presenten.
De vuelta en el pretil, un grupo de estudiantes conversa sentados en el zacate, “la primera semana las clases son de mentiras porque sólo se lee el programa”, lo que les da más tiempo para ir a los conciertos y demás actividades.
A pesar de que aún no se tiene el dato exacto, pues la matrícula por inclusión finaliza este miércoles, el director de la Oficina de Registro, José Rivera, afirma que esperan más de 40.000 estudiantes en total este curso lectivo de los cuales 8.343 son de nuevo ingreso.