Al ser las diez de la noche del 7 de febrero los costarricenses ya comenzaban a recibir los resultados de estas elecciones 2010, que para algunos fueron sorpresivos: el alto porcentaje de la presidenta electa, los cuatro diputados del Partido Accesibilidad sin Exclusión, el bajo porcentaje de don Ottón y yo personalmente pensé que Evita iba a quedar.
Lo que no sorprendió mucho y es de lamentar: el alto abstencionismo.
La ofensiva y pésima campaña publicitaria de varios de los candidatos se quedaba corta de propuesta, los anuncios de campaña han sido fuertemente criticados por periódicos extranjeros: ¡un chingo corriendo por la calle y un menos malo en pañales! Además, los debates políticos pocas veces eran sustanciosos y la idiosincrasia de los diferentes «líderes» se prestaba mucho a la crítica negativa.
Fue una campaña desequilibrada en términos de competencia en cuanto a la propaganda política; cuando una persona ve cincuenta veces al mismo candidato termina inconscientemente por gustarle, una de las tantas estrategias que usa Mc Donald´s para vender sus productos.
Existe hoy una trilogía de poder entre: partidos políticos, medios de comunicación y los grandes empresarios. Gigantes que se deben combatir con la alfabetización política. Es necesario un cambio cultural, lograr el interés integral del costarricense. Todos dicen “¡vaya a votar!” y no: “¡vaya instrúyase antes de ir a votar!” No deje que el «7» ni el «6» sean sus únicas fuentes para reclutar información, menos aun La Nación… Es responsabilidad de cada uno de nosotros, los costarricenses, leer los planes de gobierno, investigar sobre los candidatos tanto diputados como regidores, escuchar concienzudamente los debates, conocer el historial del candidato presidencial y no ser marionetas de los medios de comunicación. Conozcamos los candidatos para alcaldes en diciembre antes de ir a marcar, verde, azul o amarillo, sólo por tradición. Los partidos cambian, si no que lo diga Liberación Nacional.