Nos informaron (La Nación 5 octubre, 2013, pág. 10A) que el 2 de noviembre –conmemoración de muertos– era día final para emitir veredicto sobre “Max”. La fecha elegida nos pareció un triste augurio. Era como la crónica de una muerte anunciada.
El 9 de octubre, nos volvió el alma al cuerpo: Max había sido perdonado. “Max se libró de la eutanasia” dice, en titular, La Nación. Anuncia además su pena: será reeducado.
Porque recordemos que Max mordió a un niño de diez años. Ambos eran vecinos en la localidad de Dos Cercas, justamente, Desamparados. Recordemos también que la reacción inmediata fue matar, sin juicio previo, a Max.Pero estamos en un país de derecho y el perricidio no se efectuó. Se convocó, eso sí, al Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) quien, como corresponde, hizo un peritaje técnico que describía a Max con agresividad ofensiva particular hacia los niños. Alguien dijo que basada en su informe, la institución había decidido “eutanasiarlo” a lo cual esta respondió: nosotros “no eutanasiamos por eutanasiar”.
No sabemos, ni sabremos quizá, si Max estuvo de acuerdo con que lo “eutanasiaran” ya que aparentemente goza de buena salud, tiene año y medio y quiere morirse de viejo. Además –y él lo sabe– le cuidan bien.
Voces anti-Senasa surgieron rápidamente desde la sociedad civil. Dos organizaciones protectoras de animales ofrecieron recursos técnicos para construir un informe técnico alternativo que reivindicara a Max. También ofrecieron lanzarse multitudinariamente a las calles, el 13 de octubre, para salvar a Max.
Hoy el objetivo se logró. Y en un tiempo récord, asunto que sin duda ruborizará a quienes piensan que en este país no hay justicia pronta y cumplida. Y se salvará por acciones concretas de dos organizaciones que ruborizarán a quienes piensan que en este país no hay quién defienda a sus mascotas. Porque aquí, como sabemos, hay muchas mascotas agredidas.
Pero niños y niñas también. Quizá más.
Cada año –dice el PANI− más de treinta mil niños y niñas menores de 12 años sufren por lo menos una agresión física o psicológica. El Hospital Nacional de Niños recibió en el 2000 un niño agredido físicamente todos los días. En el 2011, nueve. Un estudio publicado en el volumen 29 de la Revista de Asociación Costarricense de Medicina Forense estimaba que el 70% de los asesinatos cometidos por familiares contra niños y niñas menores de 13 años entre el 2003 y el 2011, mostraban una saña especial: morían por golpizas continuadas o por asfixia.
Pregunta para Max en su proceso de reeducación: ¿estaremos protegiendo a nuestros niños y niñas con igual vocación con la que le protegieron a usted? (Max, baja la mirada. Mueve de un lado a otro la cabeza. Triste se aleja. Camina la reeducación canina).