La película demuestra, utilizando material fílmico y testimonios de los propios sectores golpistas y de periodistas independientes, como se articuló un plan en el que jugaron un papel importantísimo los medios para engañar a amplios sectores de la población y aprovechar movilizaciones sociales y estados de confusión para instalar una dictadura patronal-militar, encabezada por el dirigente empresarial Pedro («el breve») Carmona.
Podemos constatar como se lleva a cabo en esos días lo que bien podría ser una reunión del «Country Club» de Caracas, con bendición de la jerarquía de la Iglesia Católica incluida. En este cónclave elitista no sólo eliminan una constitución que fue aprobada por referéndum, sino que destituyen de sus puestos a todos los poderes, incluyendo el judicial y el electoral, ante el aplauso complacido de la selecta y animada concurrencia. Todo esto ocurre mientras hordas no tan civilizadas asedian embajadas y reprimen fuertemente a quienes se oponen al golpe de estado.
También se desmonta fácilmente aquella construcción mediática de un «Presidente Chávez asesino» que puso a sus pistoleros en un puente a disparar contra una manifestación pacífica, ya que la marcha opositora ni siquiera llegó a ese lugar. Ciertamente miembros de los círculos bolivarianos dispararon, en esas imágenes que se pasaron una y otra vez, y que fueron usadas- violando toda ética mediática- para culpar directamente, sin investigación alguna, a Chávez; pero lo que no mostraron esos medios es a quienes disparaban del otro lado: policías metropolitanos a la orden del alcalde golpista Alfredo Peña, que avanzaban contra los miles de manifestantes bolivarianos que rodeaban al Palacio Presidencial, al mismo tiempo que francotiradores asesinaban con precisión a manifestantes de ambos bandos. Contrastemos estas construcciones mediáticas con la cobertura actual de los acontecimientos bolivianos.
No debe extrañar que los medios de comunicación que armaron la trama y dieron cobertura y aplausos a los golpistas hayan desatado ahora una fuerte campaña contra esta película irlandesa. Cuando se «cocinan» golpes no es bueno tener testigos en la cocina. Este material, elaborado in situ, hace tremendo daño a la versión golpista de los acontecimientos ( lo que no es difícil de hacer desde posiciones más independientes, ya que una de las características del «antichavismo irracional» es que parece terminar creyéndose sus propias invenciones.)
Lo que hay que destacar es que los principales medios de comunicación privados venezolanos, que pueden y han podido decir lo que quieren ( no como en anteriores gobiernos de ese país) le han dado un significado muy preciso al concepto de «medios golpistas». ¡Ver para creer¡ ¿Existirá, en la SIP, una categoría para este fenómeno?