Soy tan Llguista”, ¡que estoy a punto de reventar! Me gusta el Barça desde los tiempos de Cruyff, me gustó el Milán de Van Basten, Gullit, Koeman y Rijkaard, Holanda; después de Costa Rica, es mi selección favorita, aunque recuerdo con agrado a jugadores de la selección de Francia, como a Bosis, Tresor, Tiganá, Rocheteau, Platiní, concretando: ¡me gusta mucho el fútbol! Sin embargo, tengo muy claro que ¡el patriotismo es algo muy serio!, no es para derrocharlo solamente en el fútbol, en la diversión.
Ahora bien, si utilizásemos el patriotismo correctamente, si lo aplicásemos donde y como se debe, pues dejémosle una bonita ración al puntapié. Pero debemos reconocer que ese no es el caso nuestro; está tan claro como que el próximo mundial mayor de fútbol no será en el 2011 en Nicaragua y Panamá, pasando por Costa Rica.
Poniendo los pies sobre el suelo, ojalá todo ese apoyo, los parabienes y las buenas vibraciones que acostumbramos entregarles a los futbolistas, fuesen sobre todo a dar a la Asamblea Legislativa, y le diéramos a los diputados ese empujón anímico y moral tan abundante y especial – ¡para que se pongan las pilas!- como el que le “recetamos” a la selección nacional mayor de fútbol. Que aquellas “porras” se las hagamos llegar también al presidente de turno y a sus ministros, incluyendo, por supuesto, nuestras expectativas y exigencias, para ver si caminamos, corremos, nos «la sudamos» y nos anotamos por el rumbo correcto, como país.
Nuestra nación depende de un buen desempeño del gobierno, no de la selección… de fútbol.
Y depende mucho, también, del buen desempeño ¡de todas las selecciones a las que pertenecemos!, del buen desempeño de la «Sele» de todos y cada uno de nosotros, ticas y ticos, en las que estamos seleccionados y en las que a diario participamos.
Que ese amor por la «camiseta tricolor» (o por la camiseta de “La Liga” o de la “S” o… ) que les pedimos y les exigimos a los jugadores y cuerpos técnicos, lo tengamos y lo demostremos a carta cabal los que estamos fuera del fútbol, también, entregándonos de lleno y con acierto en nuestro propio trabajo, los “90 minutos de juego”; que trabajemos a todo pulmón por la camiseta de esa selección nacional de todos y cada uno de nosotros: la “Sele” de los vendedores, ejecutivos, oficinistas, empresarios; la selección nacional de Costa Rica de los abogados, los médicos, diputados y periodistas; la de los obreros, ministros, estudiantes y educadores. Que la «Sele» de los taxistas se luzca manejando como es debido y la de los choferes de buses (…y qué los demás también, nos luzcamos). Que en la selección nacional de los empleados públicos, sus integrantes no se la pasen «privados», y que en la selección nacional de los empleados privados, sus integrantes no se duerman, en fin… ¿cuánto amor hay por la camiseta?
Debemos reconocer que las ticas y los ticos no nos esforzamos por formar una verdadera identidad nacional, no nos esforzamos por unirnos y empujar y pujar en las actividades que mayor valor tienen, ante los asuntos de peso; no nos esforzamos por llegar a ser legítimamente emprendedores, trabajadores que lo dan todo, al 100% o más, tanto en la actividad pública como en la privada. No somos patriotas en lo justo, necesario y vital, sólo cuando los de la selección nacional de fútbol se ponen los «tacos», al darse el “taco” de ir a jugar, ¡ahí sí somos ticos luchadores y guerreros!, y entre copas, botellas, camisetas y banderas les exigimos «sangre» a los jugadores, ¡que nos dejen muy en alto y que entren al terreno de juego dispuestos a morir con los tacos puestos, carajo!, pero… ¿cuánto amor hay por las demás camisetas?