“El agua es la esencia de la vida y los ríos son la vida en movimiento”. Cosmovisión Lenca.
El golpe de Estado en Honduras en el 2009, se convirtió en el terreno propicio para violentar los derechos humanos de campesinos que defienden sus tierras y ríos, los derechos de las mujeres, de la diversidad sexual, de los periodistas independientes, terreno que ha servido para criminalizar todo tipo de protesta social. Se han multiplicado las torturas, violaciones sexuales a mujeres, secuestros, asesinatos…No ha sido suficiente el cruento enfrentamiento en el Valle del Bajo Aguán entre guardias de terratenientes y agricultores, donde los campesinos han sido reprimidos y asesinados por defender su derecho a la tierra. El gobierno se ha ensañado ahora contra el territorio Lenca, cuyos habitantes bajo el liderazgo de Bertha Cáceres, Aureliano Molina, Tomás Gómez… se han plantado en defensa del río Blanco en Intibucá, al rechazar los proyectos hidroeléctricos y mineros en Agua Zarca, impulsados por el gobierno a favor de la Empresa de Desarrollo energético DESA, y de una transnacional china. La zona ha sido militarizada con batallones, comandos especiales y sicarios para acabar con la resistencia de todo un pueblo.
La comunidad Lenca en Honduras nació y creció a orillas del río Blanco; su cosmovisión exige conservar material y espiritualmente su río sagrado, en el cual viven los espíritus de sus ancestros indígenas. El 15 de junio fue asesinado el campesino Tomás García, por cuidar su bosque, el derecho al agua y la dignidad histórica de su gente.
El pasado 20 de setiembre, Bertha Cáceres, valiente luchadora indígena Lenca, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), fue sentenciada a prisión preventiva, con el riesgo de ser encarcelada durante más de 10 años. A los otros líderes les impusieron medidas sustitutivas, entre ellas alejarse de la lucha de su pueblo.
El gobierno del presidente Lobo, convertido en Estado de terror, violenta derechos fundamentales, y el más preciado de todos, el derecho a la vida, a una vida digna, identificada en los pueblos indígenas con el hábitat y el respeto por la madre naturaleza. Además, también irrespeta el Convenio 169 de la OIT y la declaración de la ONU sobre pueblos indígenas, que establece el derecho ancestral al territorio como fuente de vida, y la consulta a los pueblos afectados, es decir, consentimiento previo, libre e informado. El mensaje de Bertha es claro: “¿Cómo puede ser desalojado el pueblo de su propio territorio, cuando el Estado está obligado a garantizar, a respetar su territorio y vida?”. “Nuestra lucha es por nuestra cultura y espiritualidad”. Las palabras de María, otra dirigente indígena, son una réplica a la exclusión del gobierno: “Dicen que no existimos, pero es una mentira, ahí vivimos y vamos a seguir viviendo con nuestros hijos y nuestros nietos”.
El río sagrado Gualcarque o río Blanco, se ha teñido de rojo, aguas en donde se han purificado los Lencas desde siempre, en íntima comunión con la naturaleza; mientras tanto lejos de Honduras, allá en el Vaticano y con mucha pompa, el presidente Lobo entregaba al Papa una réplica de la Virgen de Suyapa.