Que cada palabra se transforme en daga

Es de espíritus despiertos sentir indignación ante el macabro escenario del sufrimiento humano. Ofuscación incluso ante la incapacidad procedimental

No te ofrezco la paz, hermano hombre,

Porque la paz no es una medalla,

La paz es una tierra esclavizada

y tenemos que ir a liberarla.

  1. Debravo

Es de espíritus despiertos sentir indignación ante el macabro escenario del sufrimiento humano. Ofuscación incluso ante la incapacidad procedimental de un noble gobernante amarrado por políticas de Estado. Furia además por no poder hacer algo por quienes en Palmar Norte son víctimas de los intereses mezquinos de la clase dominante burguesa y oligarca a la vez. Esa clase que toma café en el Club Unión y se proclama cristiana, muestra su hipocresía y bestialidad cuando el hedor de las ganancias se purifica con el aroma de gente humilde y se ilumina con la risa de los niños del precario.

Mientras esto pasa, los diputados del PAC se quiebran por personalismos y figuraciones; los del Frente Amplio se ensombrecen entre discursos de género y sollozos de clase media. Vulgares intérpretes de comedia legislativa se olvidaron ya de las luchas sociales en las que se involucraron. No gritan indignados por el dolor de otro sentido como si fuera propio. ¿Queda algo de izquierda en ellos? Más bien son hoy solo gente de modismos y resentimientos sociales. No están a la altura de don Manuel Mora o de don Arnoldo Ferreto. Menos aun de quienes estuvieron dispuestos a arriesgar su vida para defender la de otros.

Al ver ese puente cargado de gente, esas casas destruidas por bravucones que deshonran a la policía, mi espíritu se incendia. Con el corazón ardiendo desearía que cada palabra se transforme en daga y cada daga en fuego. Los desalojados en Palmar Norte exigen la dignidad que en el capitalismo se les arrebata y que no les puede asignar como derecho humano.

En los excluidos y desterrados de la tierra radica la facultad de cambio que la sociedad costarricense, su gobierno y su Estado necesitan. Las sociedades cambian por las dinámicas humanas que se viven en ellas. Esas dinámicas, diversas por demás, entre sociedad política, sociedad civil y la infraestructura se visualizan como actos concretos de hombres reconocibles que transforman el estado de las cosas. El régimen de derecho faculta al hombre a cambiar su mundo.

El recurso a la violencia estatal represiva es el extremo último al que un gobernante ha de apelar para preservar la fluidez de las relaciones administrativas de la sociedad civil. Por el contrario, le es propio al buen gobernante hacer recurso continuo del consenso, pues nunca le será indigno involucrar al pueblo en la dirección de la sociedad. Su mayor virtud política es promover y permitir la concertación de voluntades y opiniones múltiples.

No por ello debe olvidarse que en el régimen de derecho la ejecución del gobierno es resultado de definiciones estatales, se encuentra sometido y determinado por ellas. El Estado es concentración funcional del poder para provocar interacción civil centralizada.

Así resulta no solo impertinente, sino además mal intencionado, señalar a Solís como políticamente inútil para enfrentar los diferentes retos de la administración, cuando lo inútil es el entramado jurídico estatal que determina el ejercicio del gobierno y lo limita.

El gobernante no puede sobrepasar el Estado. En lo que viene al caso, eso solo lo puede hacer el estadista; para nuestro infortunio en Costa Rica hemos tenido pocos estadistas y demasiados presidentes.

En este escenario ya no es suficiente pensar desde la izquierda. El ejercicio de la crítica y la denuncia no han mejorado el estado de las cuestiones. Nuestro mundo exige otro tipo de enunciaciones. Hoy debe pensarse desde su subversión. Los actos de los hombres pueden cambiar los Estados, no solo sus gobiernos.

Transformar el mundo es el mejor modo de pensar en él. Otrora competencia exclusiva del filósofo, lo es ahora también del excluido y del desterrado de la tierra. Este tipo de pensar no se trata ya del que introduce sensatez en el sentido común de los hombres, sino el de la praxis que lo cambia. Costa Rica requiere de los actos de osadía de quienes se atreven a ser libres.

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