Actualmente en nuestro país la televisión se ha convertido en el medio de comunicación masivo por excelencia. Según el artículo realizado por Karina Vargas y Carlos Sandoval (2006) para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se muestra que de 2402 personas entrevistadas, solo un 3,4% no observa ningún canal televiso con la finalidad de informarse. Cabe señalar que en los últimos siete años posteriores a la investigación, las cifras de personas que sí lo hacen, han incrementado.
Los programas televisivos que emiten y el rating que obtienen, son anzuelos para atraer campañas publicitarias al canal. De igual manera, es importante resaltar que la publicidad es una de las fuentes que le otorga sustento económico a las distintas televisoras. Los spots publicitario y comerciales contienen elementos ideológicos que se trasmiten a la audiencia televisiva.Lamentablemente, cuando encendemos el televisor para sintonizar algún canal nacional, lo que observamos es un medio más en donde se reproduce el sistema patriarcal y excluyente. En primer lugar, es pertinente mencionar la programación transmitida durante las fiestas de fin y principio de año. El famoso espacio televisivo El Chinamo (el más observado por las familias en estas festividades), es un caso notorio en donde se puede observar la manera en que se utiliza el cuerpo de la mujer para “vender”; al igual como se presentan bromas y burlas con tendencias de odio, principalmente repletas de racismo, la xenofobia, el machismo y la misoginia, dirigidas a poblaciones que han sido socialmente vulnerabilizadas.
De igual manera sucede con las populares corridas de toros, las cuales (aún en el Siglo XXI) son consideradas elementos constituyentes de la cultura costarricense. Obviando el maltrato de animales que este negocio implica, me referiré específicamente a las/os “comediantes”. Me parece sumamente indignante escuchar “chistes” en donde se denigran a las mujeres y a las personas nicaragüenses; la peor parte es que se trata de maquillar queriendo que las/os televidentes crean que el canal está implementando una política de inclusión, solo porque en ocasiones dicen “bienvenidas y bienvenidos” o “todas y todos”; que quede claro que expresar únicamente esas dos frases no es para nada inclusivo, cuando luego por medio de la chota se encargan de infundir actos discriminatorios.
La misma historia se repite con los comerciales de televisión. Hace unos días atrás, mientras cambiaba los canales, me encontré con un spot publicitario de ASCAN (la marca de alimento para perros), en el cual el padre le dice a su hija que si va a salir a realizar ejercicio físico debe llevar a Max, su perro, para que la cuide y proteja. Durante el anuncio se observa como dos hombres intentan acercársele a la joven, y el perro cumple el papel del héroe al ahuyentarlos.
Claramente, esta es una escena que legitima la violencia contra las mujeres, pues se válida el acoso sexual callejero hacia ellas. El mismo mensaje es diseminado en la publicidad de la boutique Arenas (este lo observé en redes sociales), donde se compara el acoso de un hombre con llegar a un lugar donde las demás tienen la ropa igual que la tuya; el argumento recae en que “ambos son momentos incómodos”, es decir, se compara la similitud de vestimenta con un acto que atenta contra la dignidad humana.
Televisoras nacionales: en ocasiones, la batalla por ganar rating puede conllevarlas a transmitir estos programas y anuncios de televisión que cometen horrores garrafales al reproducir discursos excluyentes. Sin embargo, recuerden que las futuras generaciones también observan el canal, interiorizando lo que ven y escuchan en su proceso socializador. No podemos inculcar pensamientos retrógrados que sigan excluyendo a las “minorías” (concepto erróneo implementado por las clases dominantes). Busquemos una sociedad verdaderamente inclusiva en todos los aspectos, realizando acciones efectivas, no solo para “salir del paso”.
