Recientemente publiqué, en mi página web, un artículo bastante pesimista contra el primer año de gobierno del Partido Acción Ciudadana (“El Accidente Solís”, www.carlosmoralescr.com).
Como se puede ver allí, no le daba mucho futuro al sorpresivo mandatario que ganó la Presidencia casi por suerte de birlibirloque, y me extendí en antecedentes para demostrar mi aserto. El comentario tuvo una difusión cibernética muy amplia y reacciones, a favor y en contra, más o menos proporcionales. Alguien dijo que era muy duro. Y es cierto.
Lo que tenía previsto, como segundo plato, era un recuento documentado de las metidas de escarpines en que ha incurrido el Gobierno en este primer año de desconcierto (hay una señora que lleva un cuaderno completo); sin embargo, tres o cuatro noticias de la semana, me obligan a ser más tolerante y admitir que he sido gratamente sorprendido por un viraje momentáneo que no es justo dejar pasar y que espero no sea golondrina solitaria.En última instancia, el fondo de mi crítica desesperanzada, no perseguía otra cosa que dar una voz de alarma antes de que sea demasiado tarde. Función propia de mi oficio.
Las noticias buenas que percibo como un viraje, se han dado casi unidas y me limito a resaltarlas.
La primera es que el Presidente Solís, aun alegando motivos poco plausibles –como el de “evitar que nos asuste mucho el volcán Turrialba”– decidió interrumpir su cadena de periplos aeroportuarios y eliminó una innecesaria gira por Europa (selfie con Keylor incluido), para hacerle frente a esta realidad nacional que lo atosiga y “lo está dejando en soledad” (A. Vargas dixit).
Tal decisión viajera corta, o suspende, el “porrismo económico internacional”, como bautizó ese trabajo aéreo el empresario E. Pozuelo; y le permite visitar Limón y recorrer o inaugurar obras del gobierno anterior, volver a cortar los árboles de la “casita de cristal” montando una venta de verduras en el parqueo, auspiciar menos censura a la prensa, poner en debate ya mismo el paquete de impuestos que prometió para 2016 y exigirle a los ministros que informen de cuál es el CAMBIO prometido en la campaña electoral que han podido instrumentar en el gobierno.
Enviar un presupuesto con ¢61.000 millones de rebajo, adecentar las gollerías gerenciales de la banca estatal, equilibrar las pensiones y los salarios exagerados, rescatar los scanners chinos, socar a las universidades y poner en orden los desmadres de la CNFL, son iniciativas prometedoras que un crítico afilado como el firmante, no debe dejar pasar.
Ya veremos si se concretan o no, pero por el momento, como dice la rumba, es un pasito palante.