El carácter público de la Universidad de Costa Rica no solo tiene implicaciones académicas; también define de muchas formas la manera en que las personas estudiantes vivimos la Universidad. Como estudiantes de la UCR, nos apropiamos de los espacios universitarios constantemente mediante un sinnúmero de acciones, que van desde asistir a un concierto improvisado, hasta recostarse en algún área verde para descansar.
Esta naturaleza pública de nuestra alma máter hace parecer casi imposible un escenario en el que se le prive al estudiantado del derecho a usar las instalaciones y espacios de la Universidad. Sin embargo, por más increíble que parezca, sucede.Durante una visita al aula universitaria de Siquirres, un pequeño recinto en el que menos de 100 estudiantes reciben las carreras de Dirección de Empresas e Informática Empresarial, representantes de la Federación de Estudiantes presenciamos cómo a las personas que estudian en estas instalaciones no se les permite ingresar fuera del horario de clases; esto, a menos que cuenten con una autorización escrita del coordinador del aula.
Lo mismo ocurre con el laboratorio de cómputo: un espacio −y recursos− que en lugar de estar a disposición del estudiantado, solamente puede utilizarse para lecciones o con autorización escrita de la coordinación.
Además del atropello que significa para los derechos estudiantiles, esta situación refleja de manera muy clara el abandono de la Universidad a las Sedes y Recintos Regionales; no sólo en Siquirres, sino en el resto del territorio nacional.
La desigualdad que persiste entre la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio y las demás sedes de la Universidad no solo es una cuestión de infraestructura o recursos económicos; es un problema de la atención que se les brinda a las necesidades del estudiantado fuera del cantón de Montes de Oca, culpa de esta centralización universitaria –reflejo de la realidad nacional− que seguimos adoleciendo.
Las autoridades deben ser las responsables y garantes de que la UCR permita e incentive que todas y todos los estudiantes nos apropiemos de esta institución.
A pesar de que las autoridades de la Sede del Caribe, a la que pertenece el aula de Siquirres, tomaron medidas inmediatas para resolver esta situación tan pronto se les informó, no deja de ser en extremo preocupante cómo esto puede ocurrir durante todo un año sin que nadie se entere o, aun peor, sin que a nadie le indigne. ¿Es ese el grado de atención que como Universidad le damos a nuestra presencia en las regiones más alejadas y necesitadas del país?
No podremos decir que la Universidad de Costa Rica es una sola, si las personas estudiantes de todo el país no sienten la confianza necesaria para hacerla suya en todos los lugares donde nuestra Institución tiene presencia; institución que además de nuestra, es de −y para− toda la sociedad costarricense.