Usos y abusos de los “rankings” en educación superior

El pasado 17 de mayo participé en la video conferencia “Usos y Abusos de los Rankings en la Educación Superior” (http://www.columbus-web.org/index.php?option=com_content&task=view&id=250) en el

El pasado 17 de mayo participé en la video conferencia “Usos y Abusos de los Rankings en la Educación Superior” (http://www.columbus-web.org/index.php?option=com_content&task=view&id=250) en el marco del Foro Mundial organizado por la UNESCO sobre “Las clasificaciones y la rendición de cuentas en la educación superior: Usos válidos y espurios”.

El debate, en español, fue realizado entre el español Martí Parellada de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (Barcelona), el chileno Pedro Henríquez, director interino de IESALC-UNESCO, el colombiano Carlos Angulo-Galvis, Rector de la Universidad de los Andes y Presidente de CINDA, y el mexicano Imanol Odorica Sacristán, Director General del Programa de Evaluación Institucional de la UNAM. Las y los “videoasistentes” representaron alrededor de 50 instituciones de América Latina y Europa.

Usos: Los ”rankings” o clasificaciones en la Educación Superior (ES) ordenan universidades o carreras de acuerdo con los resultados obtenidos en procesos evaluativos y su uso surge a partir del 2003. Estas clasificaciones son parámetros de comparación, tanto en el nivel nacional como internacional y sirven como sistemas de información útil para tomar decisiones, tanto para autoridades universitarias, para estudiantes que desean escoger universidad, para organizaciones o empresas potencialmente empleadoras y para los gobiernos, que dan apoyo político, económico, y contratan servicios de la Universidad o desarrollan programas conjuntos (LANAMME, EBAIS…). Además, aportan criterios para la selección de otras universidades con las cuales interactuar académicamente y son útiles para argumentar la defensa de su presupuesto con base en el lugar que obtuvo en la clasificación.

Abusos: Se destacan tres posibles abusos. Uno, utilizar una posición alta en el ranking como sinónimo de calidad; dos, promocionar la universidad con base en ese resultado como respaldo de la calidad pedagógica de la institución y, tres, la tendencia a homogeneizar y comparar escenarios que por sus diferencias regionales no son comparables. Estas afirmaciones ponen en el tapete el debate de la calidad de la ES argumentando que, si bien es cierto los “rankings” apoyan la tarea de la armonización y articulación, en América Latina no se hace una lectura correcta de los mismos considerando las características propias de las universidades latinoamericanas.

Yo cometía el error de creer que una universidad o una buena carrera “BIEN rankeada” evaluaba sus procesos pedagógicos buscando lograr el aprendizaje significativo. ¿De qué otra manera me podría yo explicar la formación de profesionales con calidad?, ¿Con qué  otros criterios podría decir yo que una universidad es de calidad? Durante el debate se hizo evidente que los criterios para evaluar la ES no se refieren a la docencia universitaria, una de sus funciones sustantivas, sino a otra de ellas: la investigación.

Un participante pregunta: ”Rector Angulo: ¿qué variables y sus respectivos indicadores, usted sugiere que se tomen en cuenta para valorar los aspectos pedagógicos? La respuesta fue ambigua. No se señaló con precisión posibles indicadores para valorar y clasificar carreras o universidades con base en su pedagogía. Infiero que no existen tales indicadores. Sin embargo, si en ES no contamos con criterios definidos para desarrollar los procesos pedagógicos ¿qué se está haciendo en docencia y con qué criterios se va a clasificar su calidad?. Pregunté: ¿Es evaluación pedagógica el tema?, ¿cómo valorar los procesos pedagógicos?, ¿cómo valorar la calidad docente?, sobre todo pensando en la relación que siempre he creído básica: a mayor calidad docente mayor calidad pedagógica y por lo tanto mayor calidad de la universidad. Sin bien es cierto la construcción del conocimiento generado en la Universidad es fundamental, no debe ser el único criterio para determinar su calidad.

Uno de los ponentes expresa: “no hay muchos indicadores al respecto: deserción, repitencia, rendimiento académico”. Para poder aclarar mis ideas, pregunté: ¿una universidad bien «rankeada» puede tener pésimos procesos pedagógicos? La respuesta unánime fue que los “rankings” NO cuentan con criterios para determinar la calidad de los procesos pedagógicos. Comprobé entonces que la ausencia de criterios y estándares sobre procesos pedagógicos, para valorar, acreditar y certificar carreras y universidades no es solamente nacional, es global.

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