En materia económica, las cifras presentadas por el Informe Estado de la Región para 2013 lanzan datos interesantes, tanto de avance en algunas áreas, como de retroceso en otras; pero, al parecer nada de eso incide para mejorar las condiciones del 40% de excluidos que hay en la región.
Por ejemplo, en Costa Rica y Panamá se han mantenido los datos sin mayores cambios entre el 2001 y el 2010, y Guatemala sigue siendo la economía más grande de la región, representando un 28% del Producto Interno Bruto (PIB) regional.
Además, estos tres países juntos concretan el 70% del total de los bienes y servicios que son producidos en Centroamérica, dando una muestra de las buenas condiciones económicas que tienen, con respecto a las otras naciones.
Otra cifra positiva es que el PIB centroamericano aumentó un 53% entre el año 2000 y el 2011, y aunque la tasa se vio afectada por la crisis, el índice se mantuvo en crecimiento.
“De hecho hubo un pico grande de crecimiento económico, una bonanza de todos los países que crecieron sustancialmente, previamente a la crisis; no obstante, el indicador de exclusión social se mantuvo inflexible”, indicó Evelyn Villarreal, del Estado de la Región.
Los ingresos generados por el turismo también presentaron números positivos, pues se duplicaron al pasar de $2.947 millones en el 2000 a $7.208 millones en 2011, representando el 5% del PIB regional. Pero, parece que la gran tajada del pastel turístico se la llevan las grandes compañías, dado que las poblaciones pobres no se ven beneficiadas.
Prueba de ello es que el Informe destaca que es Guatemala el que recibe la mayor cantidad de turistas, sobre todo los que vienen desde la misma región centroamericana, pero sus índices de pobreza y exclusión son sumamente elevados.
Y aunque los índices positivos no se reflejan en mejoras para el sector de los excluidos, cuando la economía va mal a ellos les va peor. Un ejemplo muy claro está relacionado con el desempleo que presentó un incremento generalizado en el 2009 y se ubicó por encima del promedio latinoamericano.
Esta desocupación afecta fundamentalmente a las mujeres y a los jóvenes. El dato para las mujeres fue entre 1,5 y 3,3 puntos porcentuales superior al de los hombres, en países como Honduras, Nicaragua, Panamá y Costa Rica, mientras que el desempleo de los jóvenes alcanzó una tasa de 10,4%, el doble de la tasa general.
También hay altas tasas de subempleo, que implica trabajos de menor calidad, con menos horas laborales e ingresos menores, especialmente en Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice, que son los países más afectados por la violencia.
En cuanto a los ciclos económicos, los índices han sido variados, y las exportaciones de los países se han comportado de modo distinto de acuerdo con cada país. Como prueba de ello, entre 2004 y 2007 Nicaragua y Panamá tuvieron una notable expansión, del 22,1% y 17,6%, respectivamente; pero, cuando llegó la recesión entre el 2008 y 2009, las ventas externas de Honduras, Belice y Costa Rica disminuyeron sustancialmente.
Esto afecta el comportamiento del mercado interno de los países y, por ende, la situación de sus habitantes, sobre todo de los más pobres.
Por otra parte, la recaudación fiscal en Centroamérica es significativamente baja para los estándares internacionales; a pesar de que en la última década la mayoría de las naciones incrementaron sus cargas tributarias, ningún país alcanza el promedio latinoamericano.
Esto se traduce en Estados sin recursos, que carecen de la capacidad de invertir en la provisión básica para su población, en áreas como la salud y la educación, incidiendo directamente en la mejora de las condiciones de esa población excluida.
“Definitivamente, los países tienen que buscar la manera de que más gente participe de los beneficios del desarrollo y que los mecanismos sean positivos y vayan de la mano de las políticas sociales del Estado y del mercado laboral privado. Se debe vincular a más personas a las políticas de compensación”, enfatizó Villarreal.