Cañas estrena unidad de diálisis tendiente a paliar males renales

El Centro de Atención Integral de Salud de Cañas inauguró el 5 de abril la Unidad de Diálisis Peritoneal para tratar la Enfermedad Renal

El Centro de Atención Integral de Salud de Cañas inauguró el 5 de abril la Unidad de Diálisis Peritoneal para tratar la Enfermedad Renal Crónica que afecta a unos 700 trabajadores agrícolas de este cantón guanacasteco. (Foto: Yanory Obando)

Luis Barahona, un humilde agricultor de 48 años, viajaba cada día,  100 kilómetros tres veces a la semana, desde  su pueblo en San Antonio de Cañas  hasta Liberia  para someterse a una diálisis.  A pesar de su complicado padecimiento,  el sacrificio era necesario para salvar su vida.

Luis ya no hace más ese largo recorrido pues es  uno de los ocho pacientes de la Unidad de Diálisis Peritoneal, inaugurada el 5 de abril en el Centro de Atención Integral de Salud de Cañas (CAIS).

“Ya no viajo más,  ahora me atienden aquí y siento que el tratamiento hasta me hace mejor”,  asintió al explicar que,  gracias a este sistema, su cuerpo “se limpia” de las toxinas que normalmente se expulsan con la orina, pero que él ya no puede hacer sin ayuda, porque sus riñones dejaron de funcionar.

Para el personal médico, la inauguración es “un gran logro”  que festejan, el cual  finalmente vio la luz, luego de una “gran lucha” sostenida desde el 2007, con las autoridades de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) para que les asignaran un espacio, equipo, implementos y personal calificado para  unos 400 pacientes que esperan atención en el CAIS.

Sin embargo, la alegría se acompaña de un angustiante clamor por la falta de recursos que, según afirman, todavía persiste,  pues la Enfermedad Renal Crónica (ERC) es un problema de grandes proporciones en  varias comunidades guanacastecas, particularmente en Cañas, Bagaces y Nandayure, según reporta una investigación hecha por  UNIVERSIDAD (Ver ediciones # 1977 y 1978 ).

“Sólo en Cañas hay unos 700 casos de pacientes con esta enfermedad, de los cuales, 400 son atendidos en el CAIS. Es una locura la incidencia de este mal, solo aquí atendemos 4 pacientes por hora”, explicó la doctora Karla Fernández, coordinadora de la Unidad de Diálisis Peritoneal del CAIS de Cañas.

NOVEDOSO PROGRAMA

La puesta en marcha de la Unidad de Diálisis Peritoneal  de Cañas forma parte de un novedoso programa, que en criterio de la doctora Fernández,  es único en Centroamérica.

“El periodista estadounidense Sasha Chavkin -quien realizó una investigación sobre el tema en Centroamérica-  (Ver nota aparte) lo elogió como uno de los más novedosos que él había visto en su recorrido”, afirmó Fernández.

El programa consiste en la acción simultánea de varias áreas que incluyen la consulta externa, la visita domiciliaria (diálisis ambulatoria), la diálisis intermitente (los atendidos en la Unidad de Diálisis Peritoneal), telemedicina (contacto e intercambio de conocimientos y experiencias con los nefrólogos de los hospitales de Liberia y México), la designación de equipo humano interdisciplinario y el trabajo conjunto con los médicos de empresa, para fortalecer la prevención.

“La inauguración de una sala exclusiva con aire acondicionado y con personal especializado en este tipo de atención, es una victoria para el CAIS de Cañas”, estamos muy comprometidos con sacar adelante esta dura tarea pero no es fácil ni barato”, advirtió Fernández.

Para la doctora, especialista en medicina familiar y comunitaria, la atención de la enfermedad debe hacerse de manera integral, pues se requiere la existencia de una serie de factores simultáneos como apoyo familiar, condiciones físicas de la vivienda y la condición médica del paciente, para que tenga éxito.

Dada la cantidad de casos, la coordinadora afirma que el programa descongestiona los servicios del Hospital México y del Hospital de Liberia, centros que han venido atendiendo los casos más complejos.

Por otro lado, la atención de diálisis ambulatoria permite reservar las pocas camas disponibles en la unidad, apenas cuatro, para los casos que por sus condiciones familiares o de vivienda,  ameritan la diálisis intermitente en la Unidad.

Los pacientes ambulatorios reciben la capacitación adecuada para aplicarse ellos mismos la diálisis en sus hogares.  Estos candidatos son seleccionados una vez que se determine que su hogar cuenta con las condiciones mínimas adecuadas para ello, entre ellos el apoyo de sus familiares, y como mínimo,  un lavatorio y un techo con cielo raso.

“Parece algo tan simple, pero tener techo con cielo raso y un lavatorio está lejos de la realidad para muchos de los pobladores pobres de un pueblo rural como Cañas −un pueblo con numerosa población migrante−;  esto es difícil de imaginar para alguien del Valle Central”, lamentó Fernández.

“Nos hacen falta donaciones de lavatorios, techos y muchas cosas para apoyar a estas familias de escasos recursos para sobrellevar mejor esta triste enfermedad”, afirmó Fernández.

ESCASEZ DE RECURSOS

“La Unidad es una realidad, más por el trabajo y el empeño de sus funcionarios que por la atención de las autoridades de la CCSS; imagínese que nadie de las oficinas centrales vino a la inauguración”, se quejó Fernández.

“El sacrificio es mucho, muchas veces entramos a las 6:30 de la mañana y salimos hasta altas horas de la noche, sin pago de horas extra, visitando a los enfermos, buscando recursos y atendiendo las labores administrativas”, agregó Johnnier Ordónez,  auxiliar de enfermería de la Unidad.

“La desatención es mucha”. Por eso algunas veces tenemos que acudir a la empresa privada para obtener ayuda como compra de reactivos”, mencionó Fernández.

La Unidad tiene capacidad para atender ocho pacientes, en dos turnos de cuatro cada uno. Sin embargo, ante la gran cantidad de casos, la situación, en cuanto al espacio y la atención, se vuelve crítica si una cantidad mayor de pacientes “se agravan”.

“La ERC se divide en estadios que van del 1 al 5 dependiendo de su gravedad; en las fases del 3 al 5 se encuentran aquellos  que requieren terapia sustitutiva de riñón, tales como diálisis peritoneal, hemodiálisis o, de ser posible, un transplante de riñón para salvar su vida”, explicó.

De los 400 pacientes, hay una lista de  38 pacientes en etapas 3 al 5 “en espera”, pues  no hay espacio.  “En cualquier momento estas personas se pueden complicar y tendremos que ver qué hacemos con los pocos recursos disponibles”, agregó Fernández.

“Estamos dejando ver un problema enorme que está escondido y no se han dado cuenta (las autoridades de la CCSS),  que sin atención la gente estaba  muriendo en gran cantidad.  Ningún  paciente de nuestro programa ha sido transplantado, pues estos servicios se concentran en el Valle Central, todavía falta mucho camino que recorrer”, concluyó.

Se intentó obtener una versión de la CCSS, pero la consulta está en trámite en la oficina de prensa, y al cierre de edición no se obtuvo respuesta.


La enfermedad es un misterio

Luis Barahona de 48 años depende de la diálisis para conservar su vida. “Estoy feliz con la atención en la Unidad, me cansaba mucho ir hasta Liberia”. (Foto: Yanory Obando)

La Enfermedad Renal Crónica es una enfermedad silenciosa, poco conocida y con la cual los enfermos deben convivir; sin embargo, sus estragos encienden alarmas en tal magnitud que la alta incidencia en varios países de Centroamérica, incluido el norte de Costa Rica, hace que el tema trascienda el istmo.

El periodista estadounidense Sasha Chavkin −quien  ha recorrido la trayectoria de la enfermedad por el istmo−  revela datos que asocian este mal especialmente a poblaciones empobrecidas, dedicadas a la agricultura,  hombres jóvenes  −entre los 30 y los 50 años−, sanos, y  sin que tengan una enfermedad detonante previa como hipertensión o diabetes. Chavkin ha escrito de este tema para el Center for Public Integrity y para Columbia Journalism Review, de Estados Unidos.

En el ámbito internacional y nacional, las causas son un misterio, tanto  que el incremento desmedido de casos en los últimos años en nuestro país motivó un estudio comparativo, el cual  está siendo abordado por el Departamento de Vigilancia Epidemiológica de la CCSS. Según el epidemiólogo, Roy Wong, este estudio estará listo en un año.

Según datos publicados por Chavkin, atribuidos a la Organización Mundial de la Salud, entre el  2005 y 2009, la enfermedad renal mató a más de 2.800 hombres por año en Centroamérica.

Aunque no hay datos concretos, la coordinadora de la Unidad de Diálisis Peritoneal del CAIS de Cañas, Karla Fernández, considera sospechoso que el mal se ensañe con la población masculina, que por lo general se dedica a labores agrícolas.

“Puede ser algo en el agua, o en los cultivos, pero también por las altas temperaturas en esta región del país. Los trabajadores del campo se deshidratan, lo cual puede ser sin duda un factor desencadenante del mal”, advirtió Fernández.



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