Si de consumo de arsénico se trata, el agua del grifo, al menos en San José, es tan segura como la embotellada, según se desprende de un análisis realizado por UNIVERSIDAD el 10 de octubre.
Un análisis químico solicitado al laboratorio AQYLASA procuró determinar cuál es el nivel de arsénico en algunas aguas embotelladas −escogidas al azar−, y cuál es el del agua de cañería, de una fuente, también seleccionada al azar. Se analizaron cuatro aguas envasadas de distintas marcas, tres de ellas nacionales y una importada.
En todos los casos, los resultados de concentración por arsénico se ubicaron en el rango de 7 y menos de 3 microgramos por litro, por debajo del valor máximo establecido para acueductos, que es de 10 microgramos por litro. (Ver recuadro). El valor máximo permitido para el agua embotellada es de 50 microgramos por litro.
Según el análisis, el agua embotellada San Pellegrino contiene 7 microgramos de arsénico por litro; Del Bosque, 3; Rainforest, menos de 3 y Alpina menos de tres. Asimismo, la muestra tomada de un grifo en un lavabo del centro comercial Cristal, en Curridabat, resultó con menos de 3 microgramos de arsénico por litro.
La diferencia entre los parámetros máximos permitidos de arsénico para el agua de cañería y la envasada con fines comerciales, es “contradictoria” si se toma en cuenta “que ambas son para un fin común”: el consumo humano.
Tal criterio es sostenido por Darner Mora, director del Laboratorio Nacional de Aguas, adscrito al Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) quien considera que la norma de arsénico debería ser de 10 microgramos por litro para ambos casos, según lo establece el reglamento para la calidad del agua potable.
Sin embargo, actualmente, ante la ausencia de una norma propia para el agua embotellada del Ministerio de Salud −ente rector− el valor máximo permitido para el agua envasada comercialmente es muy superior, debido a una norma técnica “voluntaria” del Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (Inteco).
El Inteco es una asociación privada sin fines de lucro, reconocido por el Estado desde 1995 como el ente nacional de normalización.
Mora considera que el Ministerio de Salud ha sido omiso en aplicar controles que fiscalicen la calidad del agua embotellada, dejando en manos de un ente externo la normalización de arsénico para este producto.
Asimismo, criticó la falta de los respectivos estudios epidemiológicos locales sugeridos por la misma OMS, necesarios para saber cuál es el límite de arsénico máximo que puede permitirse beber una comunidad, sin que le cause daño a la salud.
TAN SEGURA COMO LA DE BOTELLA
Para Mora, los resultados obtenidos en el análisis solicitado por el Semanario UNIVERSIDAD respaldan los estudios hechos por el Laboratorio de Aguas del AyA.
“Esto confirma que no existe ningún criterio técnico que impida bajar la norma de 50 a 10 para el agua embotellada”, afirmó.
Según Mora, análisis del Laboratorio Nacional de Aguas también indican que por lo menos en el nivel de arsénico, la mayoría de los acueductos nacionales y las aguas envasadas “son bastante seguras” y que los costarricenses podemos “estar tranquilos”; sin embargo, advirtió sobre la urgencia de una mayor fiscalización por parte del Ministerio de Salud.
“La norma debe ser la misma para ambas, pues se presta para una mala interpretación. Cuando se tiene un problema de contaminación con arsénico en una fuente que sobrepasa el límite de 10, indirectamente se sugiere que se tome agua embotellada, pero la norma le permite a esta hasta 50; es una incoherencia”, señaló.
La Escuela de Geología de la UCR ha explicado ante la Defensoría de los Habitantes que el arsénico es un elemento con propiedades intermedias entre los metales y los no metales, y que los compuestos arsenicales son “sumamente tóxicos”. Según ese criterio, la exposición prolongada al arsénico por consumo de agua, en niveles superiores a los valores máximos permitidos, puede causar diversas enfermedades en la piel, cáncer de riñón, vejiga, hígado, afectar además el sistema vascular periférico y provocar retardo mental en niños, entre otros males.
EL ARSÉNICO EN GUANACASTE
A mediados de 2012 la preocupación por el consumo de arsénico en el agua se disparó debido a la detección de altos niveles de ese metaloide en al menos 20 comunidades de Guanacaste y San Carlos.
La alerta ya tenía la luz encendida desde el 2009, cuando investigaciones del Laboratorio Nacional de Aguas detectaron en algunas fuentes de la zona, concentraciones de arsénico de hasta 187 microgramos por litro.
La situación generó investigaciones de la Defensoría de los Habitantes y la Contraloría General de la República. Posteriormente, una orden de la Sala Constitucional condenó al Ministerio de Salud por no atender la contaminación.
La Sala Constitucional le exigió a esta instancia coordinar las medidas necesarias para eliminar el arsénico de las fuentes que abastecen al menos a 50 mil personas de las comunidades de Cañas, Bagaces y Aguas Zarcas, así como ejercer el mismo control para los acueductos del resto del país.
Tres años después, los jerarcas del Ministerio de Salud, si bien afirman que “han avanzado” en la instalación de equipos para la remoción de arsénico en dichas zonas, todavía tienen “en proceso” los estudios para determinar, las causas del problema.
Eugenio Androvetto, Director de Protección al Ambiente Humano del Ministerio de Salud, aseguró que dicho estudio inició “hace unos dos meses”, pero que desde hace unos “cinco meses” se están colocando filtros en las comunidades afectadas.
DEBEN HACERSE ESTUDIOS
Darner Mora insiste en la necesidad de que el Ministerio de Salud, en su calidad de rector, sustente los valores máximos permitidos a partir de estudios epidemiológicos locales.
“Acá el tema es cómo se puso la norma. Cómo se puso el valor máximo permitido en agua”, cuestionó Mora.
“Podría ser 10, menos o incluso más, no lo sabemos, sólo con un estudio epidemiológico local sabremos la verdad”, agregó.
En su criterio, el límite máximo de 10 microgramos por litro para agua de cañería se hizo “copiando de manera literal” una guía de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1993.
Según estas guías, el límite es el valor “seguro” para el consumo humano; sin embargo, fue establecido de manera “provisional” hasta que cada país determinara el suyo, de acuerdo con sus condiciones socioeconómicas e hidrológicas y mediante la realización de los estudios epidemiológicos locales.
“Nosotros ya conformamos un equipo interinstitucional que está trabajando para hacer el estudio analítico. Empezamos con toda la revisión sistemática de estudios que se han hecho en otros países para ver qué han demostrado”, aseguró María Ethel Trejos, directora del departamento de Vigilancia del Ministerio de Salud.
“El lío que tenemos en el país en este momento es que no sabemos cuál es ese período de exposición. La parte descriptiva podría estar a finales de este año pero el estudio analítico es complejo; eso generalmente implica estudios que se llevan varios años”, agregó.
Mora, por su parte, afirmó que dada la importancia de contar con estudios documentados, el AyA firmó un convenio con la Universidad de Costa Rica (UCR) para investigar el origen del arsénico en las comunidades de Guanacaste y San Carlos.
Este proyecto inició en el 2011 y se espera concluirlo en el 2015. Se realiza en conjunto entre el Laboratorio Nacional de Aguas, el AyA, el Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) y la Escuela de Centroamericana de Geología de la UCR.
Inteco bajará norma de arsénico para agua envasada
La norma del Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica para el agua envasada con fines comerciales bajará “en los próximos días”, de 50 a 10 microgramos por litro, aseguró Alexandra Rodríguez, Directora de Normalización de Inteco.
Rodríguez manifestó que luego del análisis hecho a raíz de una solicitud del director del Laboratorio Nacional de Aguas del AyA, Darner Mora, la empresa decidió hacer el cambio.
“Lo que pasó es que cuando nosotros trabajamos la norma nacional hace unos años (2007), el antecedente que utilizamos fue el de la FDA (agencia de los Estados Unidos para la regulación de alimentos y medicinas, el cual ya fue modificado y nosotros no nos habíamos percatado”, dijo Rodríguez.
“La norma que rige para el agua envasada no es por reglamento sino es una norma técnica voluntaria. Sin embargo, al haber una reglamentación del país para consumo de agua, lo que se espera es que haya coherencia entre los documentos, no vemos ningún problema para hacer el cambio a la norma”, afirmó.
Al ser consultada la directora del Departamento de Vigilancia de la Salud, María Ethel Trejos, afirmó desconocer la razón de las diferencias entre las normas de ambas aguas.
La norma para el agua de cañería rige desde el 2005 en que se publicó el reglamento y la del agua envasada desde el 2007, cuando se creó la norma Inteco.
“Sobre la diferencia entre las normas no le sé responder porque es un tema regulatorio y no estoy muy empapada. Con relación al valor de 10, ese es el valor mínimo de la OMS con base en estudios hechos en montones de países, pero le da la libertad al país de poder adecuarla y la mayoría lo hace aumentando la cifra”, afirmó Trejos.
Tendencia a la baja
Aunque países de América Latina como Chile, Argentina o Ecuador tenían aplicados valores máximos permitidos (VMP) de arsénico en agua de 50 microgramos por litro, especialistas opinan que la tendencia “aunque paulatina” es a bajarla a 10.
Chile: Bajó el VPM de 50 a 10. En zonas con alto contenido de arsénico (Antofagasta) las empresas de agua potable tienen plazo hasta el 2017 para bajarlo a 10. La norma para agua envasada es de 50.
Argentina: En el 2007 el VMP bajó de 50 a 10. Las zonas con alto contenido de arsénico tienen un período de 5 años para lograr la meta de 10.
Ecuador: El VMP bajó en el 2005 de 50 a 10. El agua envasada permite 50 microgramos por litro.
Guatemala: Según una norma técnica del 2001, el VMP es de 10 microgramos por litro. La norma para agua envasada permite 50.
Fuente: Laboratorio Nacional de Aguas.
Eugenio Androvetto, director de Protección al Ambiente Humano del Ministerio de Salud:
“No debe haber diferencia”
¿Por qué el Ministerio no ha hecho hasta el momento una norma propia para el agua envasada siendo el ente rector?
−En este momento el Ministerio está haciendo la norma. Es una norma técnica que requiere de una participación conjunta con todos los sectores. Y como el agua embotellada es un bien comercial que se puede importar o exportar, iría también a consulta internacional.
¿Por qué se ha mantenido la diferencia durante estos años?
−Las normas obligatorias son las del Ministerio de Salud. La norma para el agua embotellada es una norma de Inteco; no sé cuándo la fabricaron, ni quiénes la hicieron. La norma del Ministerio está ahorita en proceso de elaboración. No tendría por qué existir gran diferencia entre ambas.
Darner Mora, director del Laboratorio Nacional de Aguas del AyA:
“Urge coherencia”
¿Es necesario bajar la norma para el agua de cañería?
−Ya pasó el tiempo de discutir eso, lo importante ahora es bajar la norma para agua embotellada de 50 a 10 y hacerlas “coherentes” y hacer los estudios epidemiológicos locales para determinar con certeza, de acuerdo a las condiciones hidroecológicas, cuál es el nivel máximo permisible.
A propósito de Guanacaste, se ha asociado la presencia de arsénico en el agua con casos de insuficiencia renal crónica. ¿Hay relación?
−El arsénico en agua con lo que menos se relaciona es con insuficiencia renal crónica, es un porcentaje muy bajo. Esta enfermedad se asocia con más de 80 causas. Hasta que estén los estudios respectivos, la causa de este mal es de origen desconocido.