La inversión estatal y académica, principalmente canalizada a través de las universidades públicas, es todavía el principal catalizador de la investigación y el desarrollo en Costa Rica.
Estos dos campos compusieron en 2013 cerca de dos terceras partes de la inversión en el sector, aunque cada vez reducen más su participación ante un empresariado que lleva años de crecimiento sostenido pero todavía sin lograr un protagonismo propio.
Según muestran los Indicadores Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación correspondientes al año 2013, publicados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) el pasado miércoles, el país invirtió en este año $276,4 millones en investigación y desarrollo (I+D), la mayoría de fondos públicos.
Ahora, tanto funcionarios gubernamentales como empresarios buscan los mecanismos para integrar la inversión privada y pública en el campo como una estrategia para potenciar su crecimiento.
La inversión en investigación y desarrollo es considerada como uno de los indicadores clave para comprender el avance científico y tecnológico de un país.
De los $276,4 millones invertidos en I+D en el 2013, las universidades estatales y el sector público ejecutaron $184 millones, una cifra que duplica al aporte de las empresas ($87,7 millones) y las organizaciones sin fines de lucro ($5 millones).
Con esto montos, nuestro país invierte cerca del 0,56% de su Producto Interno Bruto (PIB) en este campo, aunque lleva años con la meta de lograr destinar un 1% de su PIB al sector, el mínimo recomendado según estándares internacionales.
En los últimos cuatro años, el indicador se ha mantenido muy cercano al valor actual (0,50% en 2010; 0,48% en 2011 y 0,57% en 2012), lo que preocupa al ministro de Ciencia y Tecnología, Marcelo Jenkins.
“La inversión en investigación y desarrollo no ha crecido como porcentaje del PIB, lo cual nos dice que estamos estancados en esta área. Lo que tenemos que definir ahora es más política pública de cómo atraemos más inversión en esas áreas, tanto en el sector público como privado”, explicó Jenkins tras visitar la ExpoInnova 2015, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Para Jenkins, quien se desempeñó hasta mayo como director del Programa para la Sociedad de la Información y el Conocimiento, de la UCR, la clave pasa por incentivar la inversión del sector privado, especialmente en empresas que ya tienen presencia en el país.
“Tenemos que incrementar el financiamiento en el sector privado, y para eso tenemos que ver cómo hacemos más emprendedurismo en las empresas que ya existen y cómo atraemos más inversión extranjera directa para institutos de investigación de empresas que ya están en el país”, explicó Jenkins.
El monto porcentual con respecto al PIB que invierte el país en investigación y desarrollo lo aleja del promedio de líderes mundiales, como las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El promedio de la OCDE se ubica cerca del 2,3% del PIB, una cifra cuatro veces superior a la costarricense. Chile y México, los países latinoamericanos que también son parte de la organización, están por debajo de porcentaje tico con 0,35% y 0,44%, respectivamente.
Del total invertido en el PIB, la mayoría de la inversión en investigación y desarrollo proviene de fondos públicos, una práctica contraria a los países desarrollados.
“En las economías desarrolladas, y eso está más que comprobado, la inversión de I+D de la parte privada es de un 70% y el sector público aporta el resto. Aquí estamos al revés: vamos como un 75% público y 25% privado”, explicó el director de Indicadores del Micitt, Diego Vargas.
Ahora bien, matizó que también debe considerarse el crecimiento del sector empresarial, que entre 2010 y 2013 aumentó su participación total en la inversión del 18,4% al 31,5%.
“La parte privada, a pesar de que invierte menos, ha venido aumentando o incrementando esos montos de inversión en los últimos cuatro años, a tal punto es el sector que ocupa el segundo lugar”.
Las universidades y el sector público todavía tienen la mayoría de la inversión en I+D, así que el país apuesta a alianzas entre academia y empresariado.
Marcelo Jenkins, jerarca del Micitt
Alianzas
El camino hacia una mayor inversión en investigación y desarrollo pasa por establecer mejores conexiones entre la academia y el sector empresarial, según reconocen el jerarca del Micitt y las propias cámaras empresariales.
“Hay que conectar más a las universidades con las empresas, pero hay problemas de propiedad intelectual, de falta de conexión y falta de conocimiento. Este es un reto país”, explicó Jenkins.
Estos son algunos de los obstáculos que deben superarse para llegar a establecer espacios de colaboración entre la empresa y la academia. Según la muestra que analizó el Micitt, menos de un 30% de las empresas tienen vínculos con las universidades del país.
De las empresas que han tenido relación con las universidades, solamente un 35% trabajó de manera directa en proyectos de I+D, aunque los propios empresarios creen que podrían ir más allá en las alianzas.
“Hay que ver cuánta apertura existe dentro de las propias universidades para oír las necesidades de la industria, a mejorar las mallas curriculares y a compartir propiedad intelectual; que las políticas de propiedad intelectual entre las empresas y las universidades crezcan para que puedan darse más servicios», explicó Otto Rivera, director ejecutivo de la Cámara de Tecnologías de Información y Comunicación (Camtic).
En el informe del Micitt, las empresas señalaron que valoran las alianzas con el sector académico por la certificación de calidad que estas ofrecen, por el contacto que tienen con estudiantes que podrían reclutar en el futuro y por la asesoría o consultoría que podrían ofrecer en campos puntuales.
Desde la UCR, la vicerrectora de Investigación, Alice Pérez, destacó que la facilidad para generar colaboración depende del sector. Durante años, la Universidad ha tenido acercamientos concretos con el sector agroindustrial y el de alimentos.
“En el caso del sector manufacturero o de servicios, no siempre hemos encontrado bases concretas y un lenguaje común para entendernos y caminar juntos en proyectos”, explicó Pérez.
La Vicerrectora llamó a fortalecer la investigación y desarrollo a nivel de Estado, como una política donde la educación –desde preescolar hasta secundaria– jueguen un rol importante.
“Es muy común que a nivel político, político nacional, se hable y se valore la importancia de la Ciencia y la Tecnología, la Investigación y el Desarrollo en el desarrollo del país. Sin embargo, a la hora de definir prioridades, de asignar presupuestos, esta área es una de las que menos apoya cuenta”, detalló Pérez.
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