Los cigarros se disfrazan de muerte

Desde hace semanas se comercializan las cajetillas con 12 diseños diferentes. El diseño es hijo de la nueva ley de tabaco de 2012. Foto:

Desde hace semanas se comercializan las cajetillas con 12 diseños diferentes. El diseño es hijo de la nueva ley de tabaco de 2012. Foto: Fabián Hernández.

Sin proponérselo, Andrés Álvarez aprendió el oficio de modista del tabaco. Su incorporación al selecto gremio de quienes cincelan la apariencia de una cajetilla de cigarros dio inicio hace dos años, cuando sonó un teléfono en la oficina del diseñador gráfico, ubicada en el primer piso del Ministerio de Salud (Minsa).

–Andrés, ¿alguna vez has hecho un diseño que lo ha visto todo Costa Rica?

–No.

–Bueno, ahora lo vas a hacer.

Tras una conversación breve con un médico de la Unidad de Promoción de la Salud del Minsa, Álvarez colgó el teléfono y se embarcó en una cruzada para hacer del cigarrillo un producto paria.

La primera meta volante de este proceso será el próximo 19 de setiembre, cuando todas las tabacaleras del país deban distribuir cajetillas etiquetadas con imágenes de pulmones muertos, lenguas con cáncer y niños con mascarillas de oxígeno. La muerte se nutre del fuego.

Durante los últimos años, un grupo de médicos, activistas y funcionarios públicos ha ido librando y ganando batallas contra el consumo del tabaco en Costa Rica.

En el 2008, el país ratificó el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco, y tras una lucha larga en la Asamblea Legislativa, Costa Rica estrenó una nueva ley del tabaco en el 2012 (la anterior databa de 1995) basada en el tratado internacional.

La ley abrió muchas puertas, por las cuales el Ministerio de Salud ha sido capaz de ir sacando al cigarro. Lo expulsó de bares y restaurantes, prohibió la promoción de tabaco en periódicos y lo desterró de las vallas de los estadios. Lentamente, ha limitado el imperio de los publicistas de cigarrillos a un solo charco: las cajetillas.

“Al establecer la prohibición de publicidad, lo único que les queda a los productores de tabaco son las cajetillas y empiezan a hacerlas más bonitas”, explicó Jaime Rumoroso, director de Promoción de la Salud del Minsa.

Ahora el Ministerio quiere meterse también ahí, para sacar al tabaco de su boca. De la suya, amigo lector, de la boca del abogado, de la secretaria, del estudiante, del albañil, de la viceministra. Para allá parece que vamos.

Aquí entró Andrés Álvarez. Antes fumaba, pero socialmente, y dice que ya no. Como evidencia muda tiene acomodada media docena de medallas en una repisa de su oficina, suvenires de su participación en medias maratones y carreras benéficas.

Tras ver largamente las imágenes de campañas similares realizadas en latitudes más al sur o más al norte, el equipo del Minsa creó doce diseños sencillos, hasta feos. Grotescos, diría Rumoroso.

“Uno estudia precisamente para lo contrario, para hacer cosas agradables a la vista. Y resulta que el producto que más uno va a mercadear es totalmente lo contrario. Es un choque de emociones vacilón, pero es interesante al poder desarrollar ambas cosas, desde lo agradable visualmente  hasta lo chocante”, explicó Álvarez.

NUEVA LEY

La legislación costarricense desconoce la sutileza. Su objetivo, dice textualmente el artículo 2 de la ley, es “reducir el consumo de productos elaborados con tabaco”.

Es decir, el Estado no quiere que usted fume y no quiere por varias razones. Aparte de la afectación a la salud pública, el tabaquismo le cuesta millones de colones a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Por citar un ejemplo, la Caja gastó ¢70.000 millones para tratar males atribuidos al tabaco en el 2012, mientras que ese año, el Instituto Nacional de Aprendizaje ejecutó ¢72.000 millones.

Luego están los daños colaterales. Cuando el doctor Rumoroso era niño tuvo, como muchos otros, un padre que fumaba. Su padre era un mecánico que consumía hasta cinco cajetillas diarias, y en las tardes en que Rumoroso le ayudaba, acostado boca arriba bajo un carro, el niño sufría ataques de asma cada vez que su padre encendía un cigarro.

“Cada vez que empezaba yo con la crisis, mi mamá, que era enfermera, lo regañaba y él encogía los hombros”. Con 69 años, su padre todavía fuma, pero menos.

Su historia se repite, con sus bemoles aquí y allá, en cada cuadra y cada esquina del país, porque en Costa Rica siempre hay alguien que fuma. Según la Encuesta Nacional de Hogares del 2010, uno de cada cuatro costarricenses entre los 12 y los 70 años consume tabaco. Antes eran más: en 1995, uno de cada tres ticos fumaba.

Así como el cigarrillo es universal para el país, lo mismo serán las cajetillas “chocantes” a partir del 19 de setiembre. La fecha no es arbitraria: en el reglamento de la Ley General de Control de Tabaco establecen plazos para todo y a partir de ese día todas las cajetillas que se distribuyan en Costa Rica deberán estar rotuladas con los diseños de Álvarez.

Si se puede antes, que estén antes. Desde el miércoles 13 de agosto, por ejemplo, la Súper Ferretería Cahuita, en el Caribe Sur, tiene las nuevas cajetillas en bodega. La reacción de la dependiente le haría feliz el día al Ministerio de Salud. “Vieras qué feo, se ve un hombre acostado todo lleno de tubos”, confesó Wendy Cheng, a cargo del lugar.

A diferencia de otros países, donde las imágenes son parte del plástico que rodea al paquete, en Costa Rica las autoridades diseñaron el empaque como tal. Tomaron la mitad de la cara frontal, la mitad trasera y toda una cara lateral para hacerlas suyas. A la tabacalera le quedó el resto.

El proceso involucró decenas de personas. El diputado cartaginés de Acción Ciudadana, Orlando Hernández, propuso (junto a varias decenas de legisladores) el proyecto que llegó a convertirse en la ley 9028; funcionarios del Minsa, como Roberto Mora y Elba Amador, empujaron la carreta y, finalmente, llegó a los imprevistos colegas de Andrés Álvarez: los propios diseñadores de la tabacalera.

“Hace varias semanas nuestra producción está lista. El proceso de etiquetado requiere tiempo, hay que hacer adaptación de arte y una serie de consideraciones técnicas, de colores y de imágenes, para hacer toda la adaptación del proceso”, explicó Leopoldo Sanz, director de Asuntos Corporativos de la Tabacalera Costarricense.

A partir del próximo 19 de setiembre y por primera vez en su historia, Costa Rica obligará a las comercializadoras de tabaco a vender las cajetillas marcadas con las imágenes del Minsa. Tendrán unos meses de gracia para finalizar inventarios, pero después ya no más: en este país, el cigarro será un paria.

Andrés Álvarez seguirá su vida, según todo parece indicar. En seis meses terminará su carrera de diseño gráfico –hace años el Ministerio lo becó para que pasara de Servicios Generales a Producción Documental– y sigue creando campañas para prevenir la chikungunya o erradicar los criaderos de dengue. Pocos diseños, sin embargo, lo verán tantas personas cuando lleguen a comprar pan y huevos.

Rumoroso ya vio la nueva cajetilla en un supermercado en Desamparados y preguntó con calma a la cajera hace cuánto los tenían. Ella no supo decirle. Álvarez todavía no lo ha encontrado en góndolas (solo en pruebas y muestras), pero esto no lo desvela.

–Creo que en algún momento voy a verla y, como me pasa a mí, uno la ve y dice: mirá, eso lo hice yo.

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