Carlos Alvarado, jerarca del IMAS:

“Tenemos que empezar a hablar de desigualdad”

Presidente ejecutivo del IMAS llamó la atención sobre el hecho de que el 16,1% más rico de la población acapara el 50,4% del ingreso.

Carlos Alvarado, presidente ejecutivo del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social, se refirió a los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), y subrayó la necesidad de ponerle freno a la tendencia de crecimiento de la desigualdad en el país.

En entrevista con UNIVERSIDAD, el funcionario habló sobre el estancamiento de la cantidad de hogares en condición de pobreza y al aumento de la pobreza extrema, al tiempo que destacó el esfuerzo que hace el Gobierno por medio de diferentes programas de promoción social y asistencia económica.

¿Por qué el país se mantiene estancado en la cifra de 21% de hogares en pobreza?

−Cuando uno ve ese quintil, ese grupo en pobreza, sale a relucir que la tasa de desempleo abierta es superior a la de los demás quintiles, en el orden del 25%. Inicialmente esa alta tasa de desempleo se correlaciona con bajo nivel de ingresos, pero también con otros elementos: es una población que tiene un nivel muy bajo de escolaridad, un promedio de seis años. Son familias que tienen hogares muy grandes, comparadas con el resto de los quintiles, y la dependencia económica es mayor, es decir, son más las personas que dependen de un único ingreso y son mayoritariamente jefaturas femeninas, en comparación con el resto de la población.

La pobreza es consecuencia del bajo ingreso, cuyas causas tienen que ver, por ejemplo, con mujeres que deben trabajar y además muchas veces tienen la responsabilidad del cuido; también con el tema cultural de que a las mujeres, en general, se les paga menos que a los hombres. Esas van siendo consecuencias de la situación que se materializa en la pobreza que tienen estos grupos.

¿Hasta qué punto los esfuerzos que como país se hacen son asistencialistas y hasta qué punto se atacan las causas estructurales del estancamiento en ese 21% de hogares pobres?

−Hay cuatro grandes frentes. El primero es la política selectiva representada por Puente al Desarrollo, que no es solo asistencial, sino de promoción humana de la gente más pobre. El segundo es la política de empleo a través de Mi Primer Empleo y la Alianza por el Empleo para empujar la reducción del desempleo, emparejado a reducción de pobreza. En tercer lugar, con las medidas de impulso a la economía anunciadas por el Gobierno en estos días, se viene reactivando en los últimos seis meses; estas medidas pretenden generar más confianza y reactivar aun más la economía. En el cuarto frente aún tenemos que profundizar más: es el tema de la desigualdad, que va emparejado al tema de los impuestos. No es secreto que Costa Rica tiene uno de los sistemas tributarios más arcaicos de América Latina. Ni siquiera competimos en Concacaf, estamos más abajo.

Una reforma tributaria progresiva −como la hemos planteado en el impuesto de renta, pero también en el mismo impuesto del valor agregado (IVA) con la devolución− pretende que la gente más pudiente pague por bienes que antes estaban exentos, que el fisco recoja esos dineros y con la devolución devolverle dinero a los deciles más afectados. Se trata de hacer una reforma fiscal que no solo dé sostenibilidad y resuelva el problema de déficit fiscal que hay, sino que sea una reforma con equidad y justicia social. Esos cuatro frentes en los que trabaja el Gobierno pueden revertir la situación histórica de pobreza.

Vemos también un incremento de la pobreza extrema, incluso es muy dramático el caso de la región Brunca, donde el 35% de los hogares está en pobreza y el 13% en pobreza extrema. ¿Si el coeficiente de Gini y la pobreza extrema aumentan, cómo se mide el éxito de programas como Puente al Desarrollo?

−Es importante que del 2014 al 2015 no hay aumento ni disminución significativos de la pobreza extrema o básica: la pobreza básica bajó 0,6% y la extrema subió en 0,5%, lo cual no es estadísticamente significativo.

Lo bueno en la parte de pobreza básica es que no hay una tendencia a que aumente. La extrema pobreza de un año a otro no hay una tendencia; no obstante, si uno lee, del 2010 al 2015 subió del 5,8% al 7,2%. Como país tenemos que empezar a hablar de desigualdad; hay varios frentes en los que actuamos que procuran resolver esta situación.

Puente al Desarrollo va dirigido específicamente a la población en pobreza extrema. Es importante que en esta medición −de julio de este año−, dicho programa apenas estaba saliendo al campo y los logros que estamos teniendo no se registran en esta encuesta. En la próxima medición deberíamos ver que se reflejen.

Uno de los datos más alarmantes es que el 16,1% de las personas tiene el 50,4% de la distribución del ingreso. La población en pobreza extrema es el 21,6% −la quinta parte de las personas− y recibe solo el 3,9% de los ingresos. ¿Cómo avanzar en esto? En primer lugar, con la política focalizada directa que es Puente al Desarrollo, y el resto de la política selectiva del Gobierno dirigida a esta población.

En el porcentaje de ingreso promedio por hogar, los subsidios estatales y becas aumentaron un 9,3%;   no obstante, no es suficiente. Necesitamos priorizar más, como lo hace Puente al Desarrollo, que apuesta a encadenar estas personas a capacitación, salud y eventualmente al mercado laboral o emprendimientos que mejoren sus ingresos.

La pobreza es multidimensional, y por eso se trata no sólo de mejorar el ingreso; el segundo punto es encadenar a niños y jóvenes con la educación, para subir la escolaridad y romper el ciclo de pobreza.

Como sabemos que hay muchas jefas de hogar, es importante, por ejemplo, encadenarlas con alternativas de cuido, para que puedan estudiar o trabajar al mismo tiempo que se cumpla con la nutrición de los niños y otras necesidades del hogar.

Eso es importante, mas no suficiente. Por eso impulsamos otras iniciativas, por ejemplo: desde el Ministerio de Trabajo el programa Mi Primer Empleo se enfoca a mujeres, jóvenes y personas con discapacidad, que son los principales sectores desempleados; en el marco de la Alianza por el Empleo se buscar dinamizar el mercado laboral para reducir la pobreza. También un ejemplo positivo es la región de Guanacaste: hay una mejoría en la situación de pobreza, asociada a una mejora en el mercado laboral.

¿Qué posibilidades hay de superar la situación de pobreza, pobreza extrema y desigualdad sin una reforma fiscal?

−Hay posibilidad, pero también va a estar muy relacionado con el desempeño económico. La reforma fiscal progresiva vendría a atacar más estructuralmente este esquema de desigualdad, que ha venido creciendo: la gente que tiene más ingresos ha concentrado más, y la gente con menos se ha empobrecido.

Ciertamente, Costa Rica es uno de los pocos países de América Latina donde crece la desigualdad; tenemos que revertir esa tendencia. Una de las mejores políticas redistributivas de cualquier país es la fiscal, y creo que también es una buena inversión en términos de justicia y paz social. Es lo que ha hecho al modelo costarricense exitoso y tenemos que volver a ese cauce. Se han privilegiado políticas como el Tratado de Libre Comercio antes que temas como el fiscal; es momento de que aparejado a políticas de combate a pobreza, reactivación de la economía y creación de empleo, también tengamos una reforma fiscal, que dé equidad y mejore la redistribución de los ingresos. No es una discusión de salvar por salvar al sistema económico, sino una discusión sobre cómo mejorar el sistema de recaudación, para que el Estado pueda seguir dando servicios con eficiencia al país y que cada quien pague según su capacidad. Una reforma más justa socialmente, ayuda al esfuerzo de reducir la pobreza.

Es importante que este gobierno ha sido austero, pero sin comprometer la inversión social; el monto de transferencias a subsidios crece este año.

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