José “Pepe” Mujica:

“Una sociedad más justa, a la larga, nos asegura la convivencia a todos”

Tiene 80 años y seis balazos en el cuerpo, estuvo preso cuatro veces y se fugó en dos ocasiones. Fue guerrillero Tupamaro, agricultor vendedor flores

Tiene 80 años y seis balazos en el cuerpo, estuvo preso cuatro veces y se fugó en dos ocasiones. Fue guerrillero Tupamaro, agricultor y vendedor de flores. Es descendiente de vascos, vive en una finca con su esposa Lucía y una perra de tres patas llamada Manuela. Presidió Uruguay entre 2010 y 2015, años durante los cuales recolocó a su país en la noticias internacionales a punta de declaraciones cargadas de emotivas ideas y de tomar decisiones fuertes como subir la carga fiscal de su país al 27%, implementar la renta global, recibir refugiados de Siria y Guantánamo; legalizar la marihuana y el aborto.

Visitó Costa Rica la semana pasada para dar una conferencia en la Universidad de Costa Rica, fue recibido con el entusiasmo de una estrella de rock de la que todos querían su selfie y conversó con UNIVERSIDAD sobre el rol del Estado, la economía y la forma en que logró pasar su reforma tributaria.

En Costa Rica hay un debate sobre los excesos del Estado…

–En la administración pública pasan cosas increíbles. Y fui ministro y un día bajé a un sótano de la tesorería, veo a un pasillo y allí descubrí una pieza grande, llena de mimeógrafos. Había un tipo ahí, un ser humano, que era el encargado de los mimeógrafos… ¡Y hacía como 20 años que no se usaban más los mimeógrafos! Esas son las cosas pavorosas de la administración pública. Es monstruoso tener un hombre haciendo una tarea inútil toda su vida, porque termina convirtiéndose en inútil él. Yo tengo una chacra…

Una finquita…

–No es tan finquita, tiene 30 y pico de hectáreas… Estoy haciendo una escuela de oficios hortícolas, pero con el Estado, porque como yo me dediqué a cambiar el mundo no tuve hijos, porque andaba siempre disparando. Estoy haciendo una fundación para ayudar al instituto público de enseñanza hortícola, resolverle todos los problemas materiales, los locales, todo; pero no le doy al Estado la propiedad, sino que es una fundación de vecinos para que se maneje apoyando al Estado. Porque ¡qué cosas he visto en el Estado! He visto gente que hace 40 años que está en un mismo lugar y vi que muchas veces no tenemos conciencia de lo que son los bienes públicos. Esta es una lucha que hay que remontar, en mi país le debemos un disparate al Estado, el Estado fue el que formó la nación.

Las transformaciones que vemos en el Uruguay de hoy muchas se las debemos a cosas que hicieron nuestros abuelos, utilizando una herramienta que era el Estado, que era eficiente; después empezamos a ser clientelistas y fuimos pudriendo el Estado. Ahora no queremos perder esa política de construcción de bienes públicos, que es una de las mayores formas de justicia social y de enriquecimiento que puede tener una sociedad.

Hay que dignificar la tarea pública, hay que colocarla con un sentido de responsabilidad y de honor.

Estamos luchando porque ese pasado generó sus propias reglas, y ahora cambiar esas reglas genera resistencia; pero nosotros no estamos en el bando de los que dicen “esto hay que privatizarlo”. Estamos en el bando de los que creen que hay que cuidar al Estado mejorándolo.

En un país pequeño, si las multinacionales reemplazan al Estado, la eficiencia es plata que se va para afuera. En mi país, el banco más grande es del Estado; la refinación es estatal, la distribución del agua, la mejor compañía telefónica… el Estado es demasiado importante como para dejarlo.

Tradicionalmente, a los partidos de izquierda se los califica como desordenados en su política económica, usted dejó un Uruguay con inflación del 8,7%, desempleo del 7% y crecimiento del 4,4% ¿Cómo hizo? ¿Cuál es su modelo económico?

–Nosotros hemos construido con el aporte de toda la sociedad, apelando al sentido común. Por ejemplo, encontramos un Uruguay con bajísima inversión y es como tener pollos sin huevos, ¡sin huevos no se generan pollos! Sin inversión no puede caminar ninguna economía, por eso buscamos los caminos para que llegara y la inversión se duplicó. Pero no inversión en general, sino calificada, buscando la que genera más trabajo, la que paga mejor salario, la que genera mayor calificación, la que nos ayuda a insertarnos en el mundo, etc.

Lo otro fue una política de mucho respeto a la organización de los trabajadores y de la lucha por el salario. El salario no lo es todo, pero es el primer elemento de distribución en una sociedad. Buscamos que los sectores patronales y los trabajadores organizados discutan racionalmente y logren un término intermedio que sea posible llevar por un lado y por el otro.

Un Estado que interviene únicamente cuando no hay acuerdo y lauda sumándose a uno o a otro por supuesto que no es un Estado neutral; aunque no quiere decir que le esté dando todos los días respuestas positivas a los trabajadores a riesgo de matar la gallina de los huevos de oro y quebrar al sistema empresarial. Entonces, eso significa un equilibrio, que es el arte de la política económica. Necesitamos empresarios que prosperen, pero que paguen impuestos; que estén dentro de la formalidad y que busquen crecer del lado de la inversión y la eficiencia y no por privilegios que les da el gobierno.

En Costa Rica tenemos un déficit fiscal fuerte, usted logró pasar una reforma tributaria y llevó la carga impositiva al 27% ¿Cómo convenció a empresarios, políticos y ciudadanos?

–¡Nooo! ¡No los convencimos! Logramos la mayoría en el parlamento. Lo logramos con votos (ríe), si no hubiera sido imposible. Lo logramos porque ganamos en toda la cancha y teníamos mayoría en las dos cámaras. Pero no vaya a creer que fue sencillo. Metimos un impuesto a la renta global y aplicamos la consigna de que pague más el que tiene más. Además, hemos luchado por formalizar al país y la recaudación fiscal fue subiendo paulatinamente cada uno de nuestros años de gobierno. Nos van a acusar siempre de Estado voraz, pero nosotros lo que hemos visto en el mundo es que los países que están mejor socialmente tienen una altísima tributación. Se me podrá decir que en esos países el Estado cumple con bueno servicios, y es cierto, pero se necesita un Estado que tenga voluntad política y medios, y los medios vienen de la política fiscal.

Acá en América nadie quiere pagar impuestos y quieren que les hagan carreteras, que les pongas luz, que mejore la enseñanza y la salud… ¿Con qué recursos, si los que tienen plata no ponen?

En esto no hay diálogo posible, hay que conseguir el apoyo de la mayoría. En una política de redistribución, los hombros más fuertes tienen que contribuir, si no la diferencias sociales se profundizan. Una economía puede crecer y crecer muchísimo y, sin embargo, seguir aumentando la distancia interna en la sociedad si el Estado no se transforma en escudo de los pobres. Esa es una tarea de equidad que el Estado no puede prescindir.

Eso va de la mano con que hay que respetar las leyes de la economía. Yo no le puedo meter la mano en el bolsillo porque quiera al sistema empresarial, porque si no los tipos agarran el paquete y se van para otro lado a trabajar; al final, en lugar de tener más tengo menos y no adelanté nada.

Hay que mantener un equilibrio, pero también hay que convencer a los empresarios de que una sociedad más justa, a la larga, nos asegura la convivencia a todos.

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