Al verlo argumentar en un debate, explicar los problemas nacionales con la soltura y claridad del maestro veterano, sostener con convicción absoluta que las soluciones están en las manos del pueblo costarricense y que este se merece un buen gobierno, Luis Guillermo Solís convence con facilidad a su auditorio, sea este de jóvenes ambientalistas, empresarios industriales, emprendedoras cabezas de familia o transportistas.
Al mediodía de este 8 de mayo de 2014, Solís dejó de ser el historiador, politólogo y profesor en la Universidad de Costa Rica y se convirtió en el nuevo presidente de la República de Costa Rica, contra todos los pronósticos, contra todas las encuestas, en contra de cualquier expectativa de quienes le llamaban “candidato del margen de error” y calificaban como “fracasado” al Partido Acción Ciudadana.
Tiene facilidad de palabra, claridad de ideas y una expresión de franqueza que hace que quien lo escucha reconozca sin reparos que está frente a un hombre capaz y suficientemente honesto para cumplir la palabra que empeña.
Su personalidad dinámica y persistente, para algunos casi testarudo, lo hace considerar que el mayor éxito se logra en los procesos, de los cuales las metas son solo el resultado.
Enfrenta un reto particularmente difícil y eso lo tiene muy claro, el PAC no goza en las encuestas recientes del apoyo que ha alcanzado en anteriores procesos electorales.
Su optimismo, que parece blindado, ya le dio buen resultado hace cinco meses, cuando en una convención demasiado postergada, disputó la candidatura presidencial con Juan Carlos Mendoza al que derrotó por muy poco margen.
Ahora espera algo así como revertir un marcador 2-0 y, como en el futbol, sabe que eso es más que posible, probable. En el camerino, todos están concentrados en sacar su mejor esfuerzo.
En la casa de campaña del partido, en San Pedro de Montes de Oca, en medio de un trajinar incesante donde muchos rostros afanosos recorren con agilidad juvenil los tres pisos cargando papeles, llevando documentos y muy al tanto de un torrente virtual que se agita en las redes sociales, Luis Guillermo Solís está pendiente de todo, no descuida el más mínimo detalle, es escrupuloso y exigente, pero como lo sería el capitán de un equipo, siempre con la moral muy en alto y dando el ejemplo.
El partido, que nació con este siglo, ha pasado por una serie de cambios y ajustes, uno de los más significativos para la presente campaña electoral es el cambio del candidato presidencial que en las tres convocatorias anteriores se ha presentado, el fundador del partido, Ottón Solís. Su renuncia y renuencia a ser nuevamente candidato, declarada apenas conocida su tercera derrota en el proceso 2010, provocó una convulsión de liderazgo en el PAC, que hoy es uno de los principales desafíos que Luis Guillermo Solís ha tenido que afrontar.
Venciendo su condición de advenedizo poco a poco ha ido reconformando la madeja y asumiendo el liderazgo. Sabe que le queda bien la camiseta del PAC, se siente en su ambiente natural en medio de los ajetreos de la campaña donde identifica una gran posibilidad de enseñar lo bueno de la política a un pueblo desencantado.
JOVEN VETERANÍA POLÍTICA
A sus 55 años, Luis Guillermo Solís goza de una trayectoria profesional espléndida. Ha alcanzado reconocido prestigio nacional e internacional. Desde joven se vio involucrado en procesos complejos y responsabilidades muy grandes que supo enfrentar con mucho trabajo, disciplina, ingenio y un poco de audacia.
Cuando don Rodrigo Madrigal Nieto lo llamó al Ministerio de Relaciones Exteriores y lo involucró en el proceso de paz durante la administración Arias 1986-1990, a pesar de tener menos de 30 años cumplió una función clave en la pacificación de una zona que era un polvorín de antiguos rencores muy difícil de concertar.
En esa gestión fue muy importante su formación académica como experto en la historia política de la región, a la vez que su carácter conciliador pero claro conocedor de los límites y las posibilidades.
Su larga militancia en el Partido Liberación Nacional (PLN), al que perteneció por más de 30 años, la cumplió con una filiación ideológica y partidaria, convencido totalmente de los principios y propuestas que lo inspiraban.
Su primera campaña fue en 1977 con el precandidato Hernán Garrón.
Aunque no fue de una actividad partidaria constante, como otros miembros del PLN, su brillante carrera profesional lo llevó a desempeñar uno de los cargos más altos, el de Secretario General, pero su función fue apenas de 18 meses, luego de los cuales se fue tirando la puerta.
“En el 2002, después de perder las elecciones, cuando hubo un recambio en la cúpula del partido, alguna gente se me acerca y me proponen postularme a la Secretaría General.
“Era cuando estaba más agitado el partido, endeudado, dividido, era la primera vez que perdía dos veces seguidas las elecciones; Ana Gabriela Ross la presidenta. Duré 18 meses en la Secretaría General, y me fui incluso del partido, al denunciar irregularidades.
“Fue una experiencia que me obligó a madurar de forma acelerada. Tuve discrepancias ideológicas con Óscar Arias que regresó al partido después de la resolución de la Sala Constitucional, asumiendo el liderazgo y llevando el partido por un camino que yo consideraba muy complicado, entonces renuncié a la Secretaría General. Después en las elecciones distritales en 2004 se presentaron una serie de irregularidades que, aunque a mí no me afectaron porque fui electo pese a ellas, en 2005, cuando el partido no atendió a mis denuncias acerca de lo que ocurría, renuncié al partido junto con Mariano Figueres.”
Aunque en sus palabras no hay amargura, sí sentencia con vehemencia que “se traicionaron principios que ese partido reivindicaba, como la pureza del sufragio, incluso como su motivo principal fundacional; por eso me pareció una indecencia, que hicieran lo que hicieron”.
Pero no solo ese incidente lo ha separado del partido en el que se forjó políticamente y al cual su familia perteneció tradicionalmente, sino que sus aspiraciones ideológicas ya no encontraba que tuvieran lugar en el PLN.
No es un político de trayectoria partidaria sino de formación, de estudio y análisis constante de la realidad.
“Adversé el TLC y las políticas neoliberales como Secretario General del PLN, también al sumarme al movimiento del No al TLC, y por eso apoyé al PAC en el 2006 y 2010. Pienso que tenemos que construir un país diferente, superar esas políticas que han demostrado que generan pobreza, separan a los países, dividen a las sociedades, generan desigualdad, atentan contra el ambiente, y creo que puede haber prosperidad en una sociedad de mercado, sigo siendo socialdemócrata en el sentido histórico, creo que el neoliberalismo no hace más prósperos o más felices a los pueblos, sino todo lo contrario.”