Alto del Cardal, un cacicazgo relevante en las faldas del Irazú

Cabezas trofeo de este sitio que se encuentran en el Museo Etnológico en Viena, Austria (foto Carolina Cavallini, 2012).Ubicado a menos de un kilómetro

Cabezas trofeo de este sitio que se encuentran en el Museo Etnológico en Viena, Austria (foto Carolina Cavallini, 2012).

Ubicado a menos de un kilómetro de lo que hoy es el Parque Nacional Irazú, con una visión panorámica que les permitía a sus habitantes tener control estratégico y poder social sobre otros territorios, el Alto del Cardal fue una pieza clave entre las sociedades cacicales de Costa Rica.

Aunado a ello, la riqueza de sus suelos, por las constantes erupciones volcánicas del Irazú, y la cercanía a fuentes de agua hicieron de este sitio arqueológico un lugar ideal para vivir.

Así lo demuestra la Mag. Carolina Cavallini Morales en su tesis Alto del Cardal C-304 AC. Una sociedad compleja en las faldas del volcán Irazú, presentada en 2013 para optar al título de Maestría Académica en Antropología de la Universidad de Costa Rica (UCR).

La investigadora estudió la sociedad cacical que se desarrolló en el Cardal, desde la perspectiva del poder social, y el rol que pudo tener en la conformación socio-política de los cacicazgos del sector oriental del Valle Central.

Para ello realizó constantes visitas de reconocimiento con el fin de contextualizar el entorno físico, social y arqueológico del lugar; hizo una revisión bibliográfica y entrevistó a personas que residen en sus alrededores o que trabajan cerca.

También analizó la colección del Alto del Cardal resguardada por el Laboratorio de Arqueología de la UCR, así como la colección arqueológica en manos del Museo Etnológico (Museum für Völkerkunde) de la ciudad de Viena, extraída en 1895 por el cónsul de Austria ante Costa Rica, Guido von Schröter.

Además, recolectó en el sitio fragmentos de material cerámico y lítico con características notorias que le permitieran una secuencia cronológica del lugar, y recorrió los senderos que comunicaban las tierras altas con las bajas.

Según Cavallini, Cardal fue registrado oficialmente en 1968 por el arqueólogo Lic. Carlos Aguilar Piedra, quien recuperó materiales arqueológicos de toda la secuencia cronológica para el Valle Central.

Este sitio era denominado Las Huacas y la primera mención que se hace de él es en un documento de 1727 encontrado en el Archivo Nacional de Costa Rica. Era conocido por su riqueza arqueológica desde épocas tempranas y por el saqueo constante de piezas del lugar, entre ellas la efectuada en 1895 en la que se extrajeron cerca de 1200 objetos.

La primera referencia directa que se tiene de este sitio con el nombre de Alto del Cardal proviene del Prof. José Fidel Tristán, quien lo visitó entre los años 1913 y 1914. Posteriormente, Aguilar lo catalogó formalmente con la sigla CAT-UCR. 45.

La ocupación de este sitio se dio desde la fase Pavas (300 a.C-300 d.C.) en lo que se ha reportado para el Valle Central.

SOCIEDADES CACICALES

El territorio que hoy ocupa Costa Rica estaba habitado por diferentes cacicazgos antes y durante los primeros años de la Conquista. Estos se encontraban organizados y mantenían relaciones y vínculos determinados, afirmó la investigadora.

La estructura arquitectónica de los centros cacicales principales era muy semejante a la de Guayabo, en Turrialba, y Agua Caliente, en Cartago, en las que predominaban viviendas redondas construidas sobre montículos de tierra y piedra con techos de paja, y la presencia de calzadas, escalinatas y plazas como sitios públicos de reunión. Además, existía una especialización social en actividades como cestería, agricultura, pesca y artesanía.

También se daba el intercambio, para lo cual se recorrían largas distancias con el fin de acceder a bienes suntuosos, ya que estos reflejaban la importancia de las figuras de poder.

Los cacicazgos permitían tener acceso a áreas naturales variadas y por ende, a mayores recursos. Además, facilitaban las uniones exogámicas entre clanes complementarios.

Los soberanos validaban su poder por medio del estilo de vida; es decir, vivían en medio de riqueza, ya que reflejaban su rango social y el poder de sus territorios, pues su organización política constituía un centro que coordinaba y mantenía asuntos de interés para la población en general.

También eran los responsables del bienestar general de la población del territorio que regían, por lo que entre sus obligaciones figuraba mantener el orden interno. Asimismo, jugaban un papel importante en cuanto al poder militar, ya que no se les eximía de pelear en las batallas que se generaban en sus territorios.

Para Cavallini, lo que caracteriza un cacicazgo es la escala de integración y relación que las unifica, al permitir un engranaje social para que se desarrolle.

UN SITIO ESPECIAL

Según la arqueóloga, Alto del Cardal comprendía un área de 44,09 hectáreas y se situaba en varias colinas ubicadas estratégicamente a una altura que oscila entre los 2500 a los 2700 msnm, en donde en dirección norte se levanta el volcán Irazú y al sur el valle del Guarco.

Su visión panorámica de 2700 metros de altura sobre el valle favorecía el control visual que tenía sobre otros territorios durante la época precolombina.

Aunque no es único en la arqueología costarricense, es considerado un sitio particular, con características sobresalientes como su ubicación, bienes de intercambio y especialización.

El material arqueológico encontrado en el Cardal guarda gran relación con el de otros sitios. Un ejemplo de ello son las figuras efectuadas en piedra, como los metates finamente tallados, lápidas, cabezas de personajes, bases caladas, mesas y esculturas llamadas chacmool, lo mismo que el material cerámico, que también está presente en Guayabo y Las Mercedes, sitios de la vertiente Atlántica.

No obstante, tanto los materiales hallados en Cardal como los estudiados en Viena, son poco comunes en los contextos nacionales. Los colgantes de concha, las piezas de oro, la cerámica foránea del Pacifico norte y del Pacífico sur del país demuestran que esa sociedad cacical estaba en constante comunicación y en busca de estos bienes. Por sus características, eran necesarios para demostrar el poder ideológico, económico y político al resto de la población.

Asimismo, su altitud y ubicación le permitió protegerse y vigilarse si era requerido y mantener un flujo de bienes de las tierras bajas del sur (Valle del Guarco) hacia las tierras bajas del norte (Caribe) y viceversa, por medio del camino sendero que los comunicaba.

Sus habitantes llevaban a cabo labores cotidianas necesarias como el acarreo de agua, la manufactura de bienes, el cuido de niños, y el enterramiento de algún miembro de la comunidad cerca o dentro del asentamiento. También hubo una élite que consumió los bienes y que controló las acciones próximas al sitio y cerca de este.

De manera que el Alto del Cardal funcionó como un cacicazgo con un territorio y otros sitios pequeños dentro de su territorio, que mantuvo relaciones con el Caribe, el fondo del valle y la región de la Gran Nicoya, según determinó la investigadora.

En vista de su importancia la Mag. Cavallini considera conveniente realizar más investigaciones acerca de este sitio, buscar otras rutas de comunicación, analizar la colección de Viena desde otras perspectivas, y examinar minuciosamente la evidencia arqueológica que indique la presencia de una sociedad compleja.

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