El grupo GUIÑOL de Costa Rica juega su ‘Fin de partida’ versus BECKETT

SERGIO ROMÁN ARMENDÁRIZ, continúa compartiendo en FORJA sus ‘Casiolvidos de un espectador de teatro experimental en C.R.’ /  [email protected] GUIÑOL (fundado en 2008), en

SERGIO ROMÁN ARMENDÁRIZ, continúa compartiendo en FORJA sus ‘Casiolvidos de un espectador de teatro experimental en C.R.’ [email protected]

Desde su ingreso a la platea, el público percibe formas indefinidas bajo sábanas viejas que alguien develiza permitiendo descubrir una destartalada poltrona que remeda un ovario dentro de un espacio semiabandonado mientras, a la izquierda del proscenio, sendos tanques gemelos y transparentes  rebosan, no de la basura que prescribe el autor sino de un material líquido de aspecto placentario en donde chapotean papá Nagg y mamá Nell entre estertores gelatinosos, en tanto, hacia el centro, adherido a una cola de sirena (esto es, sin la bata ni los calcetines que la acotación señala), Hamm, el hijo, luego de ser despojado de un viejo trapo sanguinolento que cubría su rostro, dialoga un blablablá asediado por su ¿amante? servidor, Clov, quien es el único que se desplaza de un lado para otro aunque lo haga con siete puñales en su espalda y quizá, por eso, sin dirección fija semejante a un espermatozoide indeciso y extraviado.

GUIÑOL (fundado en 2008), en esta puesta dirigida por Alejandro Rivera (y auxiliado por Carlos Schmidt en diseño de escenografía y por Gabrio Zappelli en diseño de utilería y vestuario) propone la lectura de un texto firmado por un ciudadano antisistema que aceptó ser premio Nobel (1969), Samuel Beckett (1906-1989), prisionero y a la vez carcelero de este ‘Fin de partida’ (1957) que cuatro intérpretes y diecisiete colaboradores acusan y defienden con ese brío capaz de tensar la perplejidad del discurso y destemplar la temperatura del agua que sirve de hogar a Nagg y a Nell, apenas cubiertos con una brevísima malla que imita la textura de la piel humana.

En el ambiente y en el ánimo flotan señales de algún opaco refugio (¿antinuclear?) que salvan dos ventanucos representados por sus marcos vacíos que oscilan encaramados en la parte alta y trasera del foro. (…)

El sitio rezuma calor, humedad y sudor provenientes del tejido sintético que, del cuello a los tobillos, ajusta al vidente Clov y, por supuesto, emerge de ese apéndice de pez que devora de pies a cintura, cual antípoda de su torso desnudo, al ciego Hamm quien, detrás de negros lentes, desde su sillón asido a una rueda de bicicleta dibuja mínimos círculos más en la imaginación que en el tablado.

Madre, Padre, Hijo y Servidor constituyen un remedo de esa Sagrada Familia que nos ampara sentenciándonos a resucitar a un Sísifo condenado a empujar, desde la falda hasta la cumbre de la montaña, una descomunal roca para que ruede de inmediato al abismo en donde el maltrecho ¿héroe? reiniciará su inútil faena. Y así, ad infinitum. (…)

Al otro lado de uno de los agujeros de la pared del fondo, y armado con un catalejo, Clov observa algo que parece ‘una hoja, una flor, un toma…te?’ que resulta ser un ‘¡niño!’  (…) ¿un procreador en potencia?’ al que, por eso, según Hamm, habrá que exterminar o abandonarlo a su muerte, eso sí, sin dejar de preguntar acerca del intruso, insiste: – ‘¿Qué mira (el muchacho)?’, inquiere. -‘Su ombligo’, es la respuesta.

Así, esta profana célula atrapada en sus obsesiones parece ser el último residuo de una especie biológica que ha elegido poner un redondo punto final a la multiplicación de los panes y los peces.

En el porvenir, no habrá prójimos. Sólo habrá ¡Sísifo!

(La presente contribución vanguardista resalta el compromiso de GUIÑOL por pulir un estilo propio con voluntad, disciplina y afán de excelencia.)

Al concluir, quedan flotando fragmentos del naufragio: Padre y Madre semiahogándose en sus cubos líquidos, el Hijo sin ojos y sin sus tres o cuatro desplazamientos sobre un averiado mueble porque el Servidor, amo ahora de la situación (pues de él dependen los demás), sin embargo, en el postrer momento luce sombrero ‘jipijapa, chaqueta, impermeable y maleta’, listo para abandonarles sin ninguna muestra de afecto. (- ‘Antes de partir, di algo.’, ruega el patrón. / – ‘No hay nada que decir’, contesta el menestral.)

Ya nada importa la presencia o la ausencia de Clov que, ahora, sustituido por el sanguinolento y viejo trapo del comienzo de la obra, acaba siendo mencionado tácitamente por Hamm al cerrar el rito cuando, al acercarlo a su cara, deja caer su último parlamento: – ‘A ti… (por lo menos) …te conservo’.

El habitáculo yace resquebrajándose a pedazos pero, afuera, terca resiste la metáfora de un niño mirándose su ombligo… ¿hasta cuándo?

CÉDULA.- Grupo, obra y autor: GUIÑOL de Costa Rica: ‘FIN DE PARTIDA’ de SAMUEL BECKETT / (Traducción: Ana María Moix) /// Hamm: Tobías Ovares / Clov: Heiner Fernández /  Nagg: Roy Corrales / Nell: Melissa Messeguer / Dirección: ALEJANDRO RIVERA / Asistente de Dirección: Kimberly Picado / Producción: Raquel Salazar y ‘Guiñol’ / Escenografía: Carlos Schmidt / Luces: Telémaco Martínez / Vestuario y utilería: Gabrio Zappelli / Vídeo promocional: ANDRÉS HEINDEREICH, Gustavo Brenes, José ‘Chisco’ Arce, Didier Danner /// Total de funciones: 31 (2009-2010, 28 en CR y 3 en la Argentina: Festival Beckett de Buenos Aires, 2010) /// Referencias: Libreto, espectáculo, conversaciones y marco teórico personal.

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