El puente de Ismael
Tatiana Lobo
Novela
REA ediciones
Recuerdo que antes de la publicación de El puente de Ismael, su autora, Tatiana Lobo, me comentó que no era una novela muy compleja ni pretensiosa, sino más bien sencilla. Creí que hacía una referencia modesta de su libro, pero una vez pude leerlo entendí a qué se refería. No se trata de una narración laberíntica, con abundantes niveles de lectura, simbología encriptada o difusa. Pero tampoco superficial o simplista. Yo la definiría como profunda siendo accesible.La historia trata sobre un pueblo, Providencia abajo, enclaustrado en la montaña, su gente y su puente. Estos son los ingredientes principales de la receta, acompañados de un paisaje rural hermoso, refrescante, salvaje, sin estereotipos. Los tres ingredientes principales son inseparables, aunque los personajes se lleven el protagonismo. Nada sobra y hasta la estructura no lineal sienta muy bien. Providencia, endogámico y pacífico –¿alegoría de Costa Rica?–, representa una sociedad y unos individuos encerrados en sí mismos, tanto material como espiritualmente. El puente es la válvula que conserva su aislamiento en ebullición, hasta que con su destrucción se desata el caos, debido a la imposibilidad del ser humano de soportar sin consecuencias condiciones tan nocivas.
Esta novela tiene una calculada sencillez porque incorpora solo los contenidos más esenciales, tanto de los acontecimientos como de los conflictos de sus personajes, lo que permite sacarles mayor provecho. Aunque en ocasiones da la sensación de adeudar más elementos de sustento. Es palpable el esfuerzo de la autora por adentrarse en las profundidades psicológicas de los protagonistas, y contar lo que hay ahí, por más incomodo que resulte. Como el caso de la autodestructiva relación entre Moto Cross y su posesiva mamá, donde una lo prefiere inválido antes que independiente; y el otro la odia por su amor tirano. O las peligrosas aventuras sexuales de la jovencísima Mariposa. Los hechos suceden tal cual, la perturbadora agresión a Sara, tergiversada para conservar la preciada tranquilidad del lugar, ya que fue perpetrada por el Seguetta más importante de Providencia, y el trágico desenlace de Pace and Love, pareja de norteamericanos jubilados que se refugia en Providencia, son clara muestra de ello.
El niño Ismael, Pace and Love, Sara y Farineli (con una ele), un perro castrato, son víctimas del rechazo a lo diferente, uno de los mayores prejuicios de Providencia abajo y de cualquier grupo social e individuo aislado o auto-aislado, satisfecho con aferrarse desesperadamente a unos cuantos dogmas. Por otra parte, los personajes más abiertos, o de otros lugares, -como Samarkanda, una foránea muy culta quien forma pareja con Yobany, muchacho sencillo de Providencia; Ana, la maestra de Ismael, quien frecuenta la casa de Pace and Love para practicar su inglés, además de ser amiga de Samarkanda, y hasta el mismo Farineli- que se niegan a seguir el ensimismamiento de Providencia, aunque también deben lidiar con sus propias cuitas, dan la impresión de ser quienes logran acercarse más a lo que podría llamarse una vida satisfactoria. En síntesis, la alegoría del puente se usa en sus direcciones, como forma de aislamiento espiritual y social, o como vínculo, de ahí el epígrafe: “Un puente de besos sobre los abismos”.
Evidentemente es una novela con énfasis en lo psicológico, que apunta a la caza mayor –Nietzsche–. Lectura que después de concluida mantiene al lector reflexionando en busca de otras explicaciones y nuevos matices.