Tres narradores cómplices

Dorelia Barahona, Rodrigo Soto y Carlos Cortés, son parte de una generación de escritores que inició su producción temprana en los años 80 y

Dorelia Barahona, Rodrigo Soto y Carlos Cortés, son parte de una generación de escritores que inició su producción temprana en los años 80 y se han mantenido de manera ininterrumpida escribiendo en géneros como poesía, ensayo teatro, cuento y novela, aunque vale resaltar que son primordialmente narradores.

Su coincidencia como generación no sólo radica en edades parecidas y en que hayan escrito sus primeras obras más o menos en los mismos años, sino que comparten rasgos literarios comunes donde se pueden encontrar aspectos como visión de mundo, temas, e incluso personajes y situaciones que los conectan.

De su producción reciente estos tres libros permiten un retrato de la sociedad capitalina de las últimas décadas del siglo pasado.

+Hotel Alegría de Dorelia Barahona y +Las sombras de Lisandro de Rodrigo Soto fueron publicados por la EUNED. El primero es un volumen de cuentos donde la autora juega con un desfile de personajes y circunstancias muy humanas asentadas en lo cotidiano e inmediato. El segundo es una novela que Soto concibe como la primera de una trilogía. Es una historia dramática acerca de un actor y dramaturgo chileno que llega a Costa Rica huyendo de la dictadura de los años 70 en su país. A partir de este personaje de Lisandro Silva, el autor ofrece atisbos de una época, un sentimiento y una atmósfera costarricense que ya pende sostenida en la nostalgia.

El tercer libro es el ganador del Premio Nacional de Cuento 2010, con el título +La última aventura de Batman. Este conjunto de narraciones de Carlos Cortés editado por Uruk está dividido en tres secciones: +Secretos de familia, +Amores imposibles y +Destinos, aunque esta división podría perfectamente no existir.

El gran valor que prima en estos relatos es su honestidad y sinceridad, a lo cual contribuye que casi todos están narrados en primera persona.

Sin llegar a un realismo que pudiera ser entendido como cruel, no se guarda tratar algunas condiciones humanas de manera descarnada.

El mundo de la niñez y adolescencia, los temores y sensaciones, las íntimas pasiones que evoca el narrador logran un retrato que atrapa al lector, las cualidades narrativas y estilísticas del autor logran lo demás.

A la vez evoca una época de final del siglo XX desde esa visión íntima de un ser costarricense ya casi fantasmagórico.

Este es uno de los libros más logrados de Carlos Cortés, quien ya tenía en su haber premios nacionales en las ramas de ensayo y novela.

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