El olfato periodístico siempre distinguió a William Vargas, quien entrevistó a Parmenio Medina cuatro días antes del crimen.
Quizás ninguna palabra defina mejor las cualidades que distinguieron a nuestro fallecido compañero y amigo William Vargas Mora, como la de humanista.
William partió de este mundo a la medianoche del domingo 13 de junio, a una hora en la que probablemente durante su vida nunca se acostó a dormir, pues en su inagotable hiperactividad acostumbraba leer o escribir hasta altas (¿o más bien tempranas?) horas de la noche.
Nacido en su querido San Isidro de El General un 6 de diciembre de 1960, en algún momento de su vida como adulto pensó enfocar su vocación de servicio a los demás desde la Iglesia católica. Sin embargo, pudo más su amor por el periodismo y mediante este ejercicio profesional hizo realidad su apostolado por el prójimo.
Con su sensibilidad social, desde las páginas de UNIVERSIDAD inició allá por 1985 su incansable lucha en favor de los sectores marginados de la sociedad: niñez en riesgo, mujeres, personas enfermas de sida, pobres, privadas de libertad, perseguidas políticos y cualquier otro grupo o persona víctima de injusticia.Sus aptitudes como investigador y su olfato de buen periodista, lo llevaron a seguir siempre con gran visión el pulso a la vida política, económica, social, y cultural del país.
Si a lo anterior se suma su habilidad para «devorar» en pocas horas cuanto material escrito cayera en sus manos y su capacidad analítica, lo convertían en una fuente de consulta obligatoria para periodistas o estudiantes que quisieran conocer mejor determinado tema.
Y es que William nunca escatimó tiempo ni esfuerzo para brindar su conocimiento, ya sea de manera informal o desde un aula como profesor.
Igual de generoso fue en el día a día con sus compañeros y compañeras de trabajo, con quienes cada vez que podía aprovechaba para compartir en los ratos de almuerzo o café, entre bromas, chistes, discusiones o la conversación sobre algún asunto personal.
La impronta de William queda esparcida por muchos sitios, ya que dada su increíble capacidad de trabajo, igual laboró en la televisión, la radio o la prensa escrita.
Aunque durante el último año se ausentó de este Semanario con un permiso, para prestar servicios como asesor en la Asamblea Legislativa, se mantuvo sin romper su cordón umbilical de toda la vida con UNIVERSIDAD, y era frecuente verlo «darse la vuelta» por la sala de Redacción, para preguntar «¿cómo va la cosa por aquí?» Sin duda su espíritu no nos abandonará.
Nuestro colega fue recordado con cariño durante las honras fúnebres celebradas el lunes 14 en la Catedral de San Isidro, donde un coro entonó la canción «Honrar la vida», del intérprete argentino Jairo.
En la UCR, el Consejo Universitario guardó un minuto de silencio durante la sesión del martes 15, mientras el Concejo Municipal de Montes de Oca hizo lo mismo el lunes 14.
Una misa en su honor será ofrecida el jueves 24 de junio, a las 11 a.m. en la Parroquia de San Pedro de Montes de Oca.
