Hoy la mayoría de los jóvenes estudiantes de América Latina saben defender racionalmente que son libres e iguales en dignidad. Su libertad y autodeterminación no tiene sustitutos y aunque pueden ajustarlas a las circunstancias, no las anulan. Reconocen que hay diferencias individuales de carácter psicosomático o ideológico, pero cuando comparten algún interés común, buscan agruparse, formando diversidad de conjuntos.Esto los obliga a entronizar la virtud de la tolerancia sobre otras virtudes sociales, por respeto a las diferencias y al equilibrio social. Observan que este (equilibrio social) es similar a los ecosistemas naturales, cuya diversidad de especies y cantidad de individuos por categorías, se interrelacionan buscando el equilibrio biótico. Correlacionar naturaleza y sociedad ha sido tarea de la Ecología Social latinoamericana, que interpreta que los ecosistemas naturales tienen una historia en la que también participan mujeres y hombres, es decir, los jóvenes de América, con sus diferencias, coinciden en que son parte de un sistema ecológico donde se debe equilibrar el medio ambiente y la sociedad.
Latinoamérica joven dice que el calentamiento global se percibe en pequeños nichos ecológicos, cuyos cambios generan preocupación. Y que no se necesita ver todo el planeta Tierra para entender el macroproblema. Los reportes que llegan por los medios de información lo confirman: estamos cambiando las características climáticas del mundo en que vivimos y sabemos que no ha caído ningún meteorito gigante; tampoco han ocurrido erupciones volcánicas masivas que desequilibren el ecosistema mundial; ni se ha liberado todo el dióxido de carbono del permafrost de las zonas periglaciares. Por lo tanto, es evidente que la culpa es del ser humano en sociedad. Mas no parece lógico hacer un diagnóstico del medio ambiente en el que vivimos, sin incluir un examen de los grupos humanos. En ellos se manifiesta la presencia de disparidades en forma de desigualdad económica y social, que deberían ser compensadas con justicia y equidad, de manera tal que los sistemas políticos de cada país en América Latina subsanen primero a los que menos tienen, recurriendo a normas que obliguen a destinar los recursos necesarios para lograr sustentabilidad ambiental.
Los jóvenes de América Latina no quieren ser todos iguales. Tomando en cuenta sus propias diferencias pretenden tener diversidad de oportunidades, que sólo un sistema educativo con visión a futuro puede lograr. Prepararse para crear opciones y ayudar a revertir la posibilidad de una catástrofe climática global, requiere de un sistema de salud solidario, pues una sociedad enferma no puede responder a tan grandes retos. Saben que la salud humana debe estar amarrada a la salud ambiental, y han calculado que el Sol debería sustituir al petróleo y al gas en la producción de energía eléctrica, porque la energía fotovoltaica, así como la eólica y otras alternativas energéticas nuevas, disminuyen los efectos sociales sobre el calentamiento de la Tierra, y la contaminación del aire y el agua, que perjudica a cientos de miles de especies silvestres y al ser humano.
Así, los puntos de encuentro de Latinoamérica joven podrían ser la tolerancia, la sostenibilidad y sustentabilidad ambiental, los sistemas de salud solidarios, la educación, la justicia con equidad, luego, justicia con oportunidad, más los cambios en las políticas energéticas, que les permitiría estructurar un sistema continental que produzca y crezca, cambiando el concepto de reciprocidad, en el que si te doy espero que me des, por el principio de responsabilidad con las generaciones futuras, en el que se establezcan nuevos sistemas socioeconómicos cuyas consecuencias estemos seguros que no causarán daños ambientales, ni sociales, para aquellas generaciones que no podremos conocer.
