El Semanario Universidad, en su edición del 2 de abril, dedica dos páginas completas – incluyendo su portada – a tejer una trama de insinuaciones, en la que trata de hacer aparecer a la empresa MECO y a mi persona, como beneficiarios económicos de algún contubernio político-empresarial con los últimos gobiernos del PLN.
Al Semanario Universidad y a la opinión pública quiero decirles de manera tajante y transparente: MECO no necesita favores políticos. La insinuación construida por el periodista con ese propósito, a lo largo de dos páginas, además de falsa, es morbosa y malintencionada.MECO es una empresa con 37 años de historia, a lo largo de los cuales ha competido en buena lid en el mercado costarricense y en mercados internacionales, participando en proyectos de gran envergadura y nivel de exigencia, como obras en el Canal de Panamá, siendo premiada con nota 10 por la Autoridad del Canal de Panamá, reconstrucción del Aeropuerto Internacional de El Salvador, rehabilitación de la red vial de la Ciudad de Cali Colombia, construcción de dos aeropuertos internacionales en Panamá, entre muchísimas obras de gran envergadura fuera de nuestras fronteras.
El prestigio de MECO es reconocido dentro y fuera del país, por la responsabilidad y la calidad demostradas en cada obra que emprende, y por haber actuado siempre dentro del marco de la ética y las leyes.
MECO tiene presencia y operaciones en cinco países de la región y el 67% de los ingresos de la empresa provienen de los trabajos que realiza en el exterior. Solo el 33% corresponde a sus negocios en Costa Rica y una buena parte de ellos son con el sector privado, no con el estado costarricense.
Para la Administración Pública, las contrataciones con MECO son todavía menos relevantes. Representan apenas el 0,00025% de las compras del Estado durante los últimos cuatro años, según datos del SIAC de la Contraloría. Por eso es falsa y malintencionada la afirmación de que Carlos Cerdas sea “uno de los hombres de negocios que más dinero le facturó al Estado durante la Administración Chinchilla”.
El patrimonio de MECO ha crecido no por hacer negocios impropios con el Gobierno de Costa Rica, sino por el esfuerzo de todos los que trabajamos en la empresa, con pasión, responsabilidad y transparencia. Hacemos negocios, generamos empleo y riqueza para el país, pagamos impuestos, como miles de empresas nacionales, todo dentro del marco de la ley. Eso no tiene nada de sospechoso o criminal.
La mala intención del reportaje se pone en evidencia desde el título. Mi viaje a Panamá no fue secreto. Nunca puede ser secreto un vuelo que fue público y legal, puesto que la salida del avión quedó registrada en Aviación Civil y yo realicé los trámites de rigor ante las autoridades de Migración para salir del país, como siempre lo he hecho. De todo ello hay registros. Por encima de eso, la Constitución Política garantiza mi libertad de movimiento y me permite viajar con quien desee, en tanto no infrinja la ley.
Coincidí con el Sr. Johnny Araya en un vuelo privado a Panamá. No lo invité, ni le pagué el viaje, ni lo llevé en mi avión. Más bien viajé invitado por un amigo empresario, para ver un partido de la Selección Nacional al que fueron miles de costarricenses y que estaba programado, como todo el país lo sabe, mucho antes de que el Sr. Araya fuera elegido candidato.
Es una afrenta inaceptable a mi honorabilidad, a mis valores, a mi esfuerzo como empresario y al prestigio de MECO, la creación de teorías conspirativas para insinuar que necesito acercamientos con políticos o “viajes secretos” para tener éxito en mis negocios.
Siempre he tenido al Semanario Universidad como un medio responsable y serio, nos ha sorprendido esta publicación y les solicitamos publicar las aclaraciones del caso, con la misma prominencia que se le dio a la publicación original.
