Irak: La hora del balance, dos billones de dólares después

El avance del Ejército Islámico de Irak y el Levante (ISIS) avanza rápidamente por las regiones donde los sunitas son mayoría en el país.

El avance del Ejército Islámico de Irak y el Levante (ISIS) avanza rápidamente por las regiones donde los sunitas son mayoría en el país. (Foto: tomada de Internet)

Con las fuerzas del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL, ISIS, por sus siglas en inglés) controlando cerca de un tercio del país y amenazando con avanzar hacia Bagdad, parece haber llegado la hora de un balance de la situación política en la región, a 11 años de la invasión norteamericana del 2003.

“Más de dos millones de millones [billones] de dólares después –sin contar el astronómico costo de postguerra aún por venir– Irak es una catástrofe”, asegura Tom Engelhardt, en una de sus frecuentas notas en TomDispatch.

Y 25 mil millones después –agregó– del último vestigio de Estados Unidos en Irak, las fuerzas de seguridad que Washington contribuyó a levantar, parecen estar en estado de disolución”.

Hay que ver las fotos de la época, con un presidente George W. Bush aterrizando en helicóptero en el portaviones Abraham Lincoln, vestido de piloto en el escenario de la guerra, bajo el lema “Misión cumplida”, para recordar el clima eufórico de los vencedores de entonces

En opinión de Engelhardt, Washington esperaba que “los invasores norteamericanos serían recibidos como liberadores, la misión rápidamente cumplida y las ‘mayores operaciones de combate’ terminadas en un santiamén”, como lo anunció Bush el 1 de mayo del 2003, nomás al aterrizar en el Lincoln.

Además –recuerda– todo sería un regalo. Como el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, señaló en su momento: “Irak flotaba en un mar de crudo, lo que significaba que, una vez ‘liberado’ podría financiar todos los costos de la ‘reconstrucción’ sin pestañear”.

El Irak de Washington, creían ellos, “podría bombear suficiente crudo desde una de las mayores reservas del planeta hasta hundir la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), permitiendo que el poder norteamericano flotara a alturas todavía mayores en este mar de petróleo”.

FANTASÍAS

“Bush y sus más altos funcionarios reconstruyeron la realidad en una escala inimaginable y, cuando estudiamos la región hoy, los resultados no guardan ninguna relación con el mundo que ellos crearon en su imaginación. Engelhardt afirma que muchos norteamericanos todavía recuerdan las falsas alegaciones antes de la invasión –adornada con la visión de nubes en forma de hongos elevándose sobre ciudades norteamericanas– de que “Saddam Hussein tenía un floreciente programa nuclear en Irak”.

A Bush y Blair se les sumó el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar; así se conformó el trío que habló de la invasión de Irak, en la isla portuguesa de Azores, con el entonces presidente portugués y hoy presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.

Destruido el país, capturado y ejecutado Husseim, quedó en evidencia que todo era un invento, que el arsenal nuclear esgrimido con razón de la invasión simplemente no existía; que, en realidad, la campaña de desinformación comenzó antes de la invasión, como lo señaló Juan Cole, en Informed Comment, refiriéndose a declaraciones del primer ministro británico de la época, Tony Blair.

En medio del avance actual de las fuerzas del EIIL en Irak, Blair rechazó que la invasión del 2003 sea la causa de la crisis, que si Saddam Hussein estuviera todavía en el poder la situación sería peor y más inestable.

“El está, tal vez deliberadamente, falseando el debate –estimó Cole–. Su invasión de Irak se basó en el engaño y la propaganda” cuando afirmó que Hussein podía devastar Europa con sus armas de destrucción masiva en solo 45 minutos”. Lo cierto es que en 45 minutos no se podía conseguir entonces que siquiera le entregaran una pizza en su casa.

Engelhardt, además, se preguntaba quién recordaba que un año después de que las tropas norteamericanas ocuparan Bagdad (y que las evidencias del programa nuclear iraquí “se hubieran ido por el escusado”) el entonces vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney, reivindicara en un canal de televisión norteamericano las nunca existentes vinculaciones del régimen de Saddam Hussein con Al-Qaeda. “Hay una relación clara – decía Cheney–, la evidencia es abrumadora”.

ARCO DE ESTABILIDAD”

Como afirma el embajador Rubens Ricúpero −subsecretario general de Naciones Unidas en la época de la invasión de Irak y actual director del Instituto Fernand Braudel en São Paulo, Brasil− refiriéndose al Oriente Medio, “los norteamericanos e ingleses tuvieron apenas un éxito: destruir lo que quedaba de relativa estabilidad en la región”.

“Al cometer el crimen de la invasión de Irak, causaron la muerte de más de 150 000 personas, al costo de un [billón] de dólares, sin lograr nada de permanente en cuanto a democracia o unidad”, reprochó.

“Como si no fuera suficiente el asombroso fracaso, solo no completaron la destrucción de Siria porque les faltó el apoyo de una población exhausta. ¡Lo que no impide a reincidentes como Blair atribuir el cambio de situación en Irak a la falta de disposición de Washington de derramar más sangre en Siria!”, agregó Ricúpero.

Y predice: “No va a demorar mucho para que Afganistán, corrupto y dividido, siga el mismo camino”.

En febrero del 2006, el presidente Bush habló a los norteamericanos sobre la “guerra contra el terror”. Entonces dijo: “Poco a poco, pero de forma segura, estamos contribuyendo a transformar el amplio Oriente Medio, de un arco de inestabilidad en un arco de libertad. En la medida en que la libertad alcance a más gente en esa región vital, lograremos nuevos aliados en la guerra contra el terror y nuevos aliados para la causa de la moderación en el mundo musulmán y para la causa de la paz”.

Se puede leer en Internet una entrevista atribuida a Elijah J. Magnier, realizada al comandante de EIIL Abu Baqr-al-Janabi, en Bagdad. Ahí se señala que “el objetivo de EIIL no es Iraq o Siria, es el Levante y más allá. Incluye Jordania, Líbano, Palestina, Israel y más”. Era todo el “arco de estabilidad” que Bush vislumbraba hace ocho años como fuente de paz y democracia.

En realidad, destacó Ricúpero, lo que ha surgido es “un monstruoso movimiento terrorista, aun más asustador que Al Qaeda”.

EN EL TERRENO

Con la ofensiva lanzada por ISIS el pasado 10 de junio y la captura de Mosul (la segunda ciudad del país), las miradas se vuelven hacia Bagdad, donde se multiplican las presiones contra el gobierno del presidente Nouri al-Maliki –shiita, como la mayoría de los iraquíes–, que fue puesto en el poder por los norteamericanos y desplazó a la minoría sunita que gobernaba con Saddam Hussein, minoritaria pero muy influyente.

Ahora surgen las críticas sobre su política, a la que acusan de sectaria, mientras el sunita ISIS avanza rápidamente por las regiones donde son mayoría en el país.

“Estados Unidos dejó Irak en manos del Gobierno controlado por los shiitas, que fracasaron en integrar a los kurdos o los sunitas”, se lamentaba en artículo reciente George Friedman, el presidente de Stratfor, una empresa de análisis e inteligencia.

En su opinión, “no hay un poder local capaz de unir Irak”, por lo que una masiva intervención de Estados Unidos “podría tener sentido”. El problema, agrega, “es que los shiitas están vinculados a Irán”.

Friedman llega a una conclusión similar a la de Ricúpero: “La invasión de Estados Unidos fracasó en crear un Gobierno coherente en Irak y contribuyó a crear las actuales circunstancias”.

Por ahora, medios internacionales anuncian que “la guerra civil se asoma en Bagdad”, como tituló el diario español El País, el pasado día 21; mientras, las cancillerías occidentales se mueven con cierta estridencia, pues el secretario de Estado, John Kerry, y su colega británico William Hague visitaron Bagdad la semana pasada, Hague mostró interés en reabrir su hoy cerrada embajada en Irán.

La mayoría de las fronteras actuales en Medio Oriente proviene del acuerdo Sykes-Picot de 1916, “un tratado secreto entre Francia y Reino Unido, en el cual el imperio otomano fue dividido en áreas territoriales de influencia entre franceses, británicos y rusos”, recordó el director del Centro Argentino de Estudios Internacionales, Ariel González, en declaraciones a la BBC.

“Ahora −agregó− EIIL desea establecer un dominio islámico por toda la región al cambiar las actuales fronteras”.

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