Debo empezar por señalar que no he sido ni soy aficionado al fútbol, no ha representado uno de los deportes que me apasione ver. A pesar de esto debo confesar que la participación de la selección costarricense en el Mundial me ha llevado a disfrutar de sus partidos, sufrí cada momento, me emocioné con los ganes, viví la tensión de los penales, en fin experimenté diversas sensaciones que cualquier otro aficionado haya sentido y hasta derramé lágrimas al ver el gane contra la selección de Grecia.
El nacimiento de la historia que estaba por escribirse viene desde el momento que a la Sele le tocó en el grupo con otras selecciones campeonas mundiales, Inglaterra, Italia y Uruguay; en ese momento se le llamó el “Grupo de la Muerte” y el mundo veía a Costa Rica como un desconocido al cual no le pronosticaban pasar de la etapa de grupos. Comenzó el mundial y la incertidumbre del debut de la Sele creció. Llegó el partido contra la selección de Uruguay, el corazón de miles de costarricenses a lo largo del globo latían por ver cómo iban a enfrentar este reto. Con el pitazo inicial la tensión estaba al máximo, el gol de nuestro rival no ayudaba pero al minuto 54 con el gol de Joel Campbell el país entero se emocionó, luego vinieron dos goles más, los cuales a la vista internacional era irreal ver a la selección de Costa Rica, el país pequeño, la desconocida, para nosotros se abrió el camino para algo grande.Luego vino Italia, se vivieron momentos de estrés en los cuales no sabías qué podría ocurrir. Por primera vez sentía aquel nerviosismo por ver un gol de la Sele, el revuelo que ocasionó el gol del capitán Bryan Ruiz fue inimaginable en toda Costa Rica, en las casas, oficinas, donde sea que se estuviera. En este punto la población del país dijo, sí se puede, el haber vencido a dos campeones mundiales era un sueño, el mismo que llevó a cientos de personas a celebrar el pase a la siguiente etapa en la fuente de la Hispanidad. La prensa internacional no dejaba de hablar de la Sele al derrotar a dos campeones y dejar por fuera a otro de ellos. El temido “Grupo de la Muerte” encontró para muchos lo que fue llamado “La Muerte” a manos de la desconocida selección tica. Las redes sociales fueron saturadas de comentarios de apoyo, de felicidad, de entusiasmo, y claro de “memes”.
Todo el fenómeno que ocasionaron los ganes de la Sele llevaron a muchos a soñar, así como los jugadores que dieron cuerpo y alma en el juego miles de ticos soñaban con ellos. Pasamos de ser un país pequeño que muchos no podían ubicar en un mapa, a ser un país del que se hablada en todo el mundo.
Lo anterior me deja muchas cosas que quiero resaltar, la Sele nos ha dado una enseñanza a todos y todas en este país, no importa qué tan grande seas o qué tan difícil sea la prueba, siempre podemos vencer y dar lo mejor. Debemos demostrar que cuando se quiere y se lucha se logran grandes cosas, no debemos atemorizarnos ante las pruebas que se dan en nuestro camino. Creo que se debe tomar un ejemplo, el esfuerzo de esos muchachos y verlo en nosotros mismos, y pensar en cuántas veces nos dejamos intimidar por la situación y preferimos mejor huir a hacerle frente. El año pasado me enseñó una valiosa lección que se la comparto: el haber quedado en silla de ruedas debido a una hernia fue una prueba difícil pero de esta tomé fuerzas y salí adelante dejando atrás la silla y regresé a caminar por esta vida.
Los sueños existen, las metas debemos fijarlas e ir marcando nuestro camino en esta vida; que la lección que nos da la Selección no quede en un simple recuerdo o un hecho deportivo, apliquemos lo mismo a nuestras vidas. Sal a la calle y sueña, dale frente a la vida. Que el nacionalismo y la identidad nacional que hemos sentido siga igual en nuestros corazones, así como demostramos cuánto amamos nuestra bandera por el gane de la Sele, demostremos lo mismo en la sociedad, en cada aspecto de la vida, llevemos a nuestro país en nuestros corazones.
Invito a que así como se celebró el avance de la Sele en el Mundial, celebremos los hechos que marcan el progreso de nuestra sociedad, y forjemos una Costa Rica que no solo sea ojo del mundo por sus logros en el fútbol sino por el progreso y la evolución de la sociedad hacia un futuro.
Que el día de mañana les contemos a nuestros hijos y nietos sobre la hazaña de estos muchachos en el Mundial y la moraleja que ha dejado en nuestros corazones.
