¿La paz imposible?

Prosigue la guerra entre Israel y Hamas, parece infinita, resalto el parece porque para sectores fundamentalistas del pentecostalismo la región tiene ese destino; tal

Prosigue la guerra entre Israel y Hamas, parece infinita, resalto el parece porque para sectores fundamentalistas del pentecostalismo la región tiene ese destino; tal idea lleva a no ensayar ni pensar ninguna vía para la paz; peor aún, muchas de estas personas aceptan ciegamente todas y cada una de las políticas bélicas israelíes, pues según ellos, Dios les da su venia (…).

Afectan también las actitudes de algunos otros, que para solapar y justificar el lado tenebroso de Hamas (organización que invierte en clínicas para los palestinos, pero desgraciadamente también en armas, cohetes y túneles), llegan al colmo de dar información histórica equivocada, pues las guerras contra Israel fueron iniciadas por los países árabes, que no aceptaron a un Estado en buena medida fundado por sobrevivientes del Holocausto.

¿Quién es terrorista? Una respuesta imparcial sería “todo aquel que, en el marco de un conflicto, mata a civiles inocentes o los mancilla en su subjetividad”. Luego, un ejército regular puede ser terrorista, lo mismo que un grupo insurreccional. Una definición así guarda parentesco con la Convención de Ginebra.

Puede fundamentarse una norma universal: “en caso de guerra, atacaré sólo a quienes quieren guerrear, pues ya tomaron esa decisión y se hacen responsables; no atacaré a civiles, por cuanto si yo fuese civil, no sería partidario de que un bando armado me exterminase”. No todos los grupos insurreccionales han optado por matar civiles inocentes, no representa un principio militar obligatorio para grupos desfavorecidos el optar por esos crímenes.

Ni los partisanos antinazis de la Europa ocupada (noruegos, holandeses, franceses, etc), ni el FMLN, ni el FSLN, ni el EZLN, ni otras organizaciones más incurrieron en ocasión alguna, en acciones bélicas deliberadas contra poblaciones civiles, aun cuando padecieron completos infiernos. La decisión de atacar o no a inocentes se enmarca bajo la forma de una seria disyuntiva ética.

El gobierno israelí incurre en prácticas terroristas, debido a que maneja un tema policial de forma militar; los cohetes tirados por Hamas tienen un poder sumamente limitado, por tanto el combate a las acciones armadas de Hamas no amerita una campaña de mortíferos bombardeos; tal acción resulta tremendamente desproporcionada e impropia de un sistema democrático; para frenar esos ataques bastaría con la policía.

Israel tiene derecho a defenderse, pero no desatando un infierno ni incurriendo en el crimen que dice combatir: el asesinato de civiles. Hamas incurre en prácticas terroristas porque sus cohetes, aunque artesanales, tienen la clara intención de matar a civiles israelíes, además de que los lanzan desde los barrios de Gaza, a sabiendas de las repercusiones para su propia población, primera y principal víctima.

Hace falta retomar la meta de la paz, no la victoria armada israelí, tampoco el gane por las armas de Hamas; ambas alternativas únicamente traerían total desolación. La terrible desproporción en el uso de la fuerza, el embargo comercial a Gaza y la colonización solapada de Cisjordania, son los crímenes de Israel. Jugarse la carta de la indignación mundial y sobre todo musulmana (iraní), para que los países islámicos acaben con Israel, representa el crimen de Hamas, organización que parece dispuesta a inmolar a su propio pueblo.

No debe asumirse la tesis de un fin instantáneo del conflicto, cosa poco realista. Un camino necesario pasa por luchar de forma más humana, dejando de lado los actos terroristas. Debido a la particularidad, la extrema complejidad y la tremenda violencia de la guerra israelí-palestina, bien puede argumentarse la necesidad de ir un peldaño ético más arriba de la Convención de Ginebra, de abogar por la movilización activa no violenta de Mahatma Ghandi como método político.

El A-himsa pacifista gandhiano puede y debe ser asumido por los palestinos, en su lucha por conseguir su Estado y su paz; también por los israelíes de mentalidad pacífica, quienes saben del péndulo de la historia, que bien puede cambiar (China, próxima megapotencia mundial, ¿solapará las acciones del ejército de Israel?, ¿lo hará el resto de los “BRICS”?), siendo así el actual ataque a Gaza no sólo éticamente reprochable, sino también peligroso, por cuanto siembra el odio, en una espiral sin fin de venganza y destrucción, espiral cuyo opuesto lo representa la convivencia pacífica entre un Estado israelí y un Estado palestino.

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