Danny Glover: “Guerra contra las drogas es síntoma de la guerra de clases”

Danny Glover: “Hay que poner atención a las maneras en que se establecen los sistemas de control”. (Foto: Katya Alvarado)El reconocido actor estadounidense Danny

Danny Glover: “Hay que poner atención a las maneras en que se establecen los sistemas de control”. (Foto: Katya Alvarado)

El reconocido actor estadounidense Danny Glover se ubicó como uno más entre el público que llegó al cine Magaly el pasado 28 de agosto a la proyección del documental “The house I live in” (“La casa que habito”), el cual coprodujo y formó parte de la oferta del XV Festival Flores de la Diáspora Africana.

A las 9 a.m. se inició la proyección y el público estuvo constituido por jóvenes colegiales limonenses y una veintena de oficiales de la Fuerza Pública, todos atraídos por el filme que retrata las agrias situaciones de injusticia social que caracterizan a la llamada guerra contra las drogas.

Al final de la proyección, en medio de las decenas de fotos que estudiantes y policías quisieron hacerse con Glover, UNIVERSIDAD tuvo oportunidad de abordar con un par de preguntas al actor y activista estadounidense.

Su documental pone sobre la mesa el tema de la discriminación vista desde el drama de la guerra contra las drogas. Por eso, se le preguntó: ¿se puede decir que esa guerra contra las drogas es un síntoma de la guerra de clases?

 

En forma tajante dijo que definitivamente sí. “Al mirar, por ejemplo, a Colombia, vemos que allí la guerra contra las drogas también afecta principalmente a los afrodescendientes. Es la población que se ve más perjudicada, son las víctimas de la guerra y siempre vemos que los marginados −quienes han sido despojados de sus derechos y tienen muy limitado poder económico y político− son los más afectados. Así que sí es un tema de clase”, agregó.

“¿HACIA DÓNDE VAMOS?”

“The house I live in” muestra el desgarramiento social y familiar de las políticas de lucha contra el tráfico de drogas ilícitas en Estados Unidos, desde la cocaína y el crack en los años 70 y 80, hasta la epidemia de las metanfetaminas en los últimos años y cómo las políticas de persecución y duras penas al tráfico han degenerado en el surgimiento de una auténtica industria del encarcelamiento.

El director Eugene Jarecki recorre prisiones y barrios y muestra que, en medio de esa guerra, quedan atrapados quienes ya de por sí son marginados por el sistema económico; la pobreza se castiga con adicción y cárcel. Así, el documental recoge testimonios de presos, familiares y periodistas, casos de personas que tras perder sus empleos no encontraron más posibilidad de ingreso que la venta de drogas y terminan presos con penas sorprendentemente largas.

“Mis tres hermanos fueron a la cárcel por drogas”, informó Glover a los jóvenes limonenses y a los policías que lo escuchaban.

“La mayoría de ustedes me conoce por mi carrera como actor, pero inicié mi trabajo como activista en San Francisco hace unos 40 años. En la universidad, comenzó mi labor en desarrollo comunitario”, expresó.

El actor apuntó que participó en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, en Durban, Sudáfrica, en el 2001. Desde entonces ha trabajado con jóvenes afrodescendientes de todo el continente americano, en el cual de 150 millones de personas afrodescendientes el 90 % vive en pobreza.

Consideró “un privilegio” haber participado en la producción de “The house I live in” y puntualizó que con el documental ha tenido la oportunidad de hablar con jóvenes de Washington D.C., San Francisco y Oakland, quienes se conmovieron al verla; cuando les preguntó que cuántos tenían parientes encarcelados “fue impresionante, porque la mayoría los tiene”.

Glover reflexionó sobre esa realidad, desde la perspectiva de que en la época en que concluyó sus estudios universitarios, los movimientos por las libertades civiles y empoderamiento comunitario en Estados Unidos habían logrado “momentos extraordinarios de esperanza” y que por ello tenía “un gran entusiasmo de que los cambios necesarios estaban a punto de suceder”.

SISTEMAS DE CONTROL

Glover relató que ha visitado prisiones en diferentes sitios de su país, como California o Nueva York, para motivar a los presos que estaban por salir libres, para que “encontraran perdón hacia sí mismos y sus comunidades”.

En su criterio, la explosión del problema de las drogas ilegales es resultado de un entorno económico, al cual se suma el negocio de la industria del encarcelamiento. “Es claro el papel que juegan temas estructurales y sistémicos, como la falta de trabajos y oportunidades”, acotó.

Al respecto recomendó la lectura del libro “The new Jim Crow: Mass incarceration in the age of colorblindness” («La nueva segregación: encarcelación masiva en la era de la igualdad racial»), de la abogada, activista y profesora universitaria Michelle Alexander.

“No es cierto que la historia siempre se repita, pero se puede olvidar. Hay que poner atención a las maneras en que se establecen los sistemas de control. La esclavitud fue un sistema de control propio de su época; cuando se acabó fue reemplazado por otro: la segregación”, lamentó.

Ante la inminencia de una nueva intervención militar estadounidense esta vez en Siria, UNIVERSIDAD preguntó a Glover cuál es el precio que ha pagado la sociedad estadounidense por la guerra contra el terrorismo y qué consecuencias considera que tendrá la participación en un conflicto bélico más.

Destacó que la guerra contra el terrorismo ha sido devastadora, pero sucede lo de siempre. “Si miramos todo lo que ha ocurrido desde la II Guerra Mundial y a quienes se han visto más afectados de tantas maneras, como la pobreza, la muerte, la educación y demás, vemos que son gente de color”.

“Si miramos las guerras que han sucedido, la de Corea, Vietnam, la guerra contra el terrorismo o incluso las guerras sucias que han tenido lugar en este hemisferio, ¿a quiénes afectaron más? A la gente de color, sean indígenas, afrodescendientes o descendientes asiáticos. Todas esas purgas han costado la vida de millones de personas”, criticó.

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