Educación quiere estudiantes lectores y críticos

El nuevo programa para enseñar a leer y escribir pasa de un modelo en el que se ponía énfasis en la gramática de la

El nuevo programa para enseñar a leer y escribir pasa de un modelo en el que se ponía énfasis en la gramática de la lengua a otro donde lo primordial es la autonomía y eficacia en el uso de la lengua.

“Nuestros estudiantes no saben leer ni escribir bien” es una frase demoledora del exministro de Educación, Leonardo Garnier, que sintetiza de manera contundente el por qué Costa Rica se embarcó, a partir del 2014, en un nuevo programa de la enseñanza del español impulsado, con diversos matices, en todas las escuelas del país.

El nuevo enfoque pasa de un modelo en el que se ponía énfasis en la gramática de la lengua a otro “comunicativo funcional”, donde lo primordial es la autonomía y eficacia en el uso de la lengua. De esa forma, en la clase, los niños y niñas jugarán mucho con el lenguaje que ya conocen, con ritmos y rimas para aprender a leer y escribir. Procura, también, desarrollar el disfrute de la lectura y crear lectores más críticos y menos mecanizados.

La empresa es de tal magnitud que, para tener elementos tangibles que demuestren los primeros resultados, se deberán esperar al menos cinco años, de acuerdo con la doctora Marielos Murillo, de la Escuela de Formación Docente de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien participó como una de las asesoras en la conformación del nuevo programa que se imparte en el primer ciclo, es decir, en primero, segundo y tercer grados de primaria.

El programa surge de la evidencia de que en las aulas prevalecía una formación mecanizada, hecho corroborado por la prueba del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), de 2009. La prueba demostró que el 67% de los estudiantes costarricenses apenas disponía de una “comprensión de lectura básica”.
Además, evaluaciones efectuadas por el Ministerio de Educación Pública (MEP) en el 2010 evidenciaron que solo el 20% de los estudiantes de sexto grado contaban con las habilidades lingüísticas básicas.

Para romper con bajos estándares, como los citados, y formar a futuros ciudadanos con un mayor grado de criticidad y análisis, el Consejo de Educación Superior aprobó el nuevo programa de enseñanza del español que, entre sus aspectos más visibles, destaca el hecho de que los niños que no aprendan a leer en primer grado ya no se “quedan”, como sucedía hace un año, dado que esa competencia se ve como un proceso.

El nuevo programa parte del convencimiento de que el lenguaje es la principal herramienta para el conocimiento y que ello vale no solo para la asignatura de español, sino también para el resto de las áreas y competencias en que tendrán que desenvolverse los futuros ciudadanos.

Así lo explicaron Evelyn Araya, asesora nacional de Español para primaria, Melissa Arias, de la Asociación Amigos del Aprendizaje (ADA), Irene Salazar, educadora de enseñanza especial, psicóloga, psicopedagoga y exasesora nacional de Desarrollo Curricular del MEP, y Murillo.

El cambio de paradigma arrancó en el primer ciclo y, a partir del 2015, continuará con el segundo ciclo (cuarto, quinto y sexto grado) y preescolar, etapa en la que a los infantes se les tendrán que dar herramientas que luego emplearán en los niveles siguientes.

HACIA LA VANGUARDIA

Los asesores y especialistas aseguran que el nuevo programa de enseñanza del español apunta a aprovechar la forma en que aprende “el cerebro lector”, basados en los más recientes hallazgos de las neurociencias.

En ese sentido, afirmó Araya, las diferencias entre un niño y otro son frecuentes, de ahí que no todos tengan que aprender a leer en el primer año.
“La lectura y la escritura no son naturales, sino que son artificiales. Por eso, aprender a leer y a escribir bien es quizá la tarea más compleja a que se enfrenta el ser humano a lo largo de su vida, por lo que hacerlo bien es crucial”, puntualizó.

Un punto determinante en este nuevo empeño es que no es lo mismo leer que decodificar; en muchos casos, la enseñanza se conformaba con que el niño pudiera descifrar, por ejemplo, la frase: “La casa es verde”, que la leyera en voz alta de forma correcta, sin importar si al final entendía su significado.

Otra de las pautas clave en el programa es que se apela “a la conciencia fonológica”, que consiste, en términos muy sencillos, en partir de que el niño ya conoce las palabras de forma oral. Sabe decir puerta, tierra, abril, etc., por lo que es con base en este conocimiento que se enseñará lo relacionado con la dimensión escrita del lenguaje.
El enfoque gramatical, dado como si los educadores fueran a darle clases a un filólogo, queda archivado en esta etapa de la enseñanza, de acuerdo con la asesora nacional de español.

En la propuesta se busca que se aborden las cuatro principales dimensiones de la enseñanza del español: expresión oral, comprensión oral, escritura y lectura.
Otra de las novedades es que los estudiantes no son sometidos a exámenes, sino que se le hace un seguimiento a su proceso, detalló Araya.

Para Murillo, el gran reto del nuevo programa pasa por un tamiz principal: los educadores. Si ellos no están conscientes de la necesidad del cambio, las transformaciones se irán por la ventana por más talleres, capacitaciones y sugerencias respecto de la relevancia que tiene para el sistema educativo empezar a formar a estudiantes que manejen −a su debido tiempo− el lenguaje en su amplia dimensión y contar, así, con ciudadanos más críticos en un futuro.

“La intención de tener mejores lectores, mejores escritores y un mayor desarrollo en la competencia comunicativa del niño depende de la puesta en práctica del programa”.
Por eso, los resultados no son inmediatos. “Necesitaremos por lo menos de cinco años, para empezar a ver los frutos. Yo les digo a los maestros: ‘sigan con lo que están haciendo, pero lean, al menos, un cuento a los niños y dejen que ellos participen. Con solo esto hacen algo diferente y cuando sea un hábito, harán otra cosa, y luego otra”.

Para determinar la evolución de cómo se desarrolla el nuevo programa de español, Murillo hace en la actualidad un seguimiento que durará todo el año lectivo en la escuela central de San Sebastián.

HERRAMIENTAS

Melissa Arias, psicopedagoga y coordinadora del Programa de Desarrollo Profesional Docente en línea de ADA-UNED, resaltó que en el 2014 se capacitarán unos 500 docentes.
Ella, junto con un grupo de siete tutoras, capacita a docentes de preescolar y primaria para mejorar la enseñanza del lenguaje.

A los educadores se les capacita para que sean más creativos, para que desarrollen actividades que contemplen las cuatro áreas del español (comprensión oral, expresión oral, escritura, lectura); sin embargo, no se les limita a que utilicen un método en particular, sino que se les sugieren alternativas para abordar la enseñanza, explicó.

“Tenemos maestros que hace 20 o 25 años vienen haciendo lo mismo y cuando se les capacita empiezan a notar los cambios con las actividades que hacen en sus aulas”.

A los docentes se les brindan cursos en línea de escritura creativa y comprensión de lectura, tanto para primero como segundo ciclo de primaria, y lenguaje y cognición, para preescolar.

Según Arias, en cinco años esperan contar con un promedio de 2000 docentes capacitados –de los 20 000 que trabajan en el MEP–, aunque ello podría aumentar si hubiera más recursos y una mayor inversión en tecnología.

El nuevo programa de la enseñanza del español aspira a que no sea lapidaria la afirmación: “Nuestros estudiantes no saber leer ni escribir bien”.

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