La representante de la Unión Europea, Catherine Ashton, y el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, durante la reunión en Viena, Austria. (Foto: www.iran-daily.com)
Sentados a la mesa, en Viena, Austria, desde la semana pasada, representantes de Irán y de Estados Unidos negociaban un acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Una eventual conclusión exitosa implicaría un cambio radical en la situación de Oriente Medio, estiman analistas que siguen las negociaciones. Un eventual acuerdo pondría fin a una crisis que dura ya 12 años, y transformaría la región.
“El cambio de estatus de Irán va a suponer un shock. Exige pensar un Oriente Próximo distinto, en el que Irán no será un objetivo de la guerra fría, sino que tendrá una relación con Estados Unidos”, dijo en reciente entrevista al diario español El País el politólogo Vali Nasr.
Según el negociador ruso Seguei Riabkov, “se trata de un momento crucial. Dejarlo pasar sería un grave error que tendría duras consecuencias”.
Al concluir el pasado lunes el plazo previsto para el cierre de las negociaciones, las partes acordaron prolongarlo hasta finales de junio próximo.
“Hemos hecho avances importantes, no nos podemos permitir parar ahora. Estamos empezando a entendernos los unos a los otros. Es importante mantener el ímpetu actual para lograr un acuerdo”, dijo el ministro británico de Exteriores, Philip Hammond.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO
Lo que está en juego en estas negociaciones es la revisión del programa nuclear iraní y la suspensión de las sanciones económicas de Occidente, que siguen causando graves daños a la economía del país.
Las consecuencias de un fracaso son inimaginables, podrían significar desde una escalada del conflicto a un grado que nadie quisiera imaginar, hasta un statu quo que debilitaría la posición del nuevo gobierno iraní, un país donde la posibilidad de un acuerdo que alivie las sanciones económicas despierta grandes expectativas.
El pasado 24 de noviembre se cumplió un año de la firma, en Ginebra, del Plan Conjunto de Acción, que impuso ciertos límites a la expansión del programa nuclear de Irán, a cambio de un alivio moderado de las sanciones impuestas por Occidente.
Ahora se decidió que, durante la extensión de las negociaciones, Irán podrá acceder a unos $700 millones mensuales de activos bloqueados, procedentes de la venta de su petróleo.
En vísperas del vencimiento del plazo acordado para las nuevas negociaciones, se desconocían los detalles de lo tratado. Pero, en fuentes cercanas a los negociadores, citadas por medios internacionales, se estimaba que los puntos más delicados seguían siendo el “tamaño y alcance del programa iraní de enriquecimiento de uranio, así como las condiciones y los plazos para la reducción o eliminación de las sanciones económicas impuestas al país.
Irán quiere mantener suficientes centrifugadoras y otras infraestructuras atómicas “para ser autosuficiente y alcanzar una producción de escala industrial” del combustible nuclear necesario, para satisfacer las demandas de su programa en el 2021 que, según las autoridades de Teherán, tiene carácter civil.
Sin embargo, Estados Unidos y sus aliados pretenden que Irán reduzca significativamente sus capacidades actuales.
Gareth Porter, periodista y autor del libro Manufactured crisis: The untold story of the Iran nuclear scare (Crisis fabricada: La historia no contada del pánico por la capacidad nuclear de Irán), explicó en artículos publicados por la agencia IPS los temas en discusión.
“El requisito original de Washington implica la limitación de la capacidad iraní de enriquecimiento de uranio, necesario para tener un arma nuclear”. Eso lo lograría mediante “la reducción en el número de centrifugadoras en poder de Irán y también en sus reservas de uranio de bajo enriquecimiento (UBE)”, afirmó.
“La clave de la negociación –agregó– es la disposición que exhibe Irán para enviar sus reservas existentes de UBE, así como el uranio enriquecido recientemente, a Rusia para su conversión a combustible para plantas de energía, durante varios años”.
OBAMA Y ROHANI
“Un acuerdo redundaría en un alivio para la economía iraní, en particular gracias al levantamiento del embargo occidental al petróleo de Irán. Permitiría también abrir una vía a la normalización de las relaciones entre Irán y Occidente, haciendo posible una cooperación, especialmente en Irak y Siria”, afirmó el periódico francés Libération.
Esa cooperación es particularmente importante para enfrentar el desafío que representan las fuerzas del Estado Islámico, que ya controlan un amplio territorio en la región.
Citando al ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent Fabius, el diario destacó que Irán debería “aprovechar la oportunidad para llegar a un acuerdo”.
Irán tendría mucho que ganar, estimó por su parte el canciller británico, Philip Hammond, quien citó, entre otros beneficios, el acceso a montos muy importantes congelados en bancos occidentales, la capacidad de comerciar libremente con el resto del mundo y relanzar las relaciones con la comunidad internacional.
Ambos ministros hablaron en Viena, donde −a inicios de la semana pasada− se iniciaron las negociaciones entre el P5+1 e Irán.
Según Libération, un fracaso en esas negociaciones “fragilizaría” también la posición del que calificó de “presidente iraní moderado” (Hassan Rohani), quien estaría “poniendo en juego su credibilidad con esta apertura hacia las grandes potencias”.
Pero no solo Rohani se juega una carta política importante. También el presidente norteamericano Barack Obama enfrenta serios desafíos en estas negociaciones, entre ellas las críticas internas de una oposición republicana que salió reforzada en las recientes elecciones parlamentarias de medio período y que deberá asumir el control de ambas cámaras del Congreso a partir del 1 de enero próximo.
En todo caso, este no es el único escenario donde Obama enfrenta críticas, pues tanto Israel como Arabia Saudita −sus dos grandes aliados en el Medio Oriente− tampoco ven con simpatía el actual desarrollo de las negociaciones con Irán.
Obama fue muy criticado por haber enviado en octubre una carta secreta al líder supremo de Irán, ayatola Ali Jamenei, y aunque su contenido no se reveló oficialmente, políticos republicanos, demócratas conservadores y funcionarios israelíes estimaron que era una “evidencia de que Obama está desesperado por un acuerdo con Irán”.
EXPECTATIVAS Y ACUERDOS
Es quizás en ese país donde las negociaciones despiertan mayores expectativas.
Ángeles Espinoza, corresponsal de El País en Teherán, describía lo que calificó de “una atmósfera de resignación”, la que “se cernía el domingo por la noche sobre Teherán, a medida que las noticias procedentes de Viena daban a entender que el esperado acuerdo nuclear no estaría listo antes de que el lunes concluya el plazo que se marcaron Irán y las grandes potencias”.
Si en las negociaciones que deberían culminar esta semana se juega el destino de un escenario particularmente sensible para el orden político internacional, este no es, sin embargo, el único escenario de conflicto que amenaza la paz mundial.
El otro sigue siendo la situación en Ucrania, sobre la que el presidente ruso Vladimir Putin hizo declaraciones la semana pasada, en una entrevista publicada por la agencia oficial Tass. “A Occidente –afirmó Putin– no le gusta una Rusia fuerte, que defiende sus intereses”.
Aseveró también que las tensiones con Occidente no llevarán a las autoridades rusas a aislarse del mundo. “Nosotros no lo haremos. Entendemos el daño que nos causaría un telón de acero. Nadie construirá un muro en torno a nosotros. Es imposible”, contestó al respecto Putin al periodista de Tass.
De acuerdo con información del diario español El País del pasado lunes 24, Irán y las seis grandes potencias que integran la comisión negociadora (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia, Alemania) acordaron prolongar siete meses las conversaciones sobre el referido programa nuclear.