Recientemente, la Asamblea Legislativa, aprobó por abrumadora mayoría y con mucho entusiasmo, las reformas a la Ley N°8634 del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD).
No obstante, el éxito de productores y de emprendedores no depende exclusivamente de esta reforma legal, sino primero del esfuerzo del respectivo productor y segundo del accionar del Poder Ejecutivo, que deberá proveer condiciones específicas para que la nueva ley, cumpla con las altas expectativas que se han creado en la población.
En caso que cada quien haga lo suyo, esta reforma hará justicia con los miles de productores que, a lo largo de los años, han obtenido su sustento diario y han sufrido en carne propia el abandono absoluto del aparato estatal.Cuando hablamos de Banca para el Desarrollo no hablamos de subsidios, sino de créditos en condiciones preferenciales y hablamos de capital de riesgo, para apoyar a los micro, pequeños y medianos emprendedores, que durante años, no han sido sujetos de crédito de la banca comercial, sea esta estatal, o sea privada.
Esta reforma de ley es un gran paso en el camino correcto. Pero, no nos hagamos ilusiones. Si el Poder Ejecutivo no toma una serie de medidas complementarias, grande será la frustración y el engaño. Comparable solo a lo sucedido con la apertura bancaria en los años 90, cuando se autorizaron dentro de la banca estatal, líneas de crédito subsidiadas que nunca se implementaron, siendo que la SUGEF no completó la tarea que le encomendaron las y los legisladores de aquel entonces, para llegar hoy al festín de una banca estatal comercial, como cualquiera privada, que premia con bonificaciones de cientos de millones a sus gerentes y hasta a sus auditores, muy ocupados en prestar solo a quienes no lo necesitan, asegurando la rentabilidad de su negocio.
Por eso, debo llamar la atención del Poder Ejecutivo, para que tome las decisiones pertinentes y apoye a la producción nacional, más allá que una banca les otorgue el crédito que requieren.
El Gobierno debe enfocarse en crear los mecanismos que permitan que esos micro, pequeños y medianos productores, no sigan siendo presa fácil de los intermediarios comerciales, que como ya se ha dicho reiteradamente, se llevan la mejor parte del esfuerzo productivo.
El micro, pequeño y mediano productor y emprendedor, debe ser acompañado en su gestión con asistencia técnica, capacitación, seguridad jurídica, facilidades de comercialización, acceso a tecnología y todo tipo de apoyo que ayude a rentabilizar su inversión.
Una Banca para el Desarrollo puede y debe tener áreas de crédito, dirigidas obviamente para potenciar el desarrollo de un país. No es de extrañarse que después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Japón estableció áreas estratégicas para el desarrollo económico, que el Estado financiaba al 0% de interés y 50 años de plazo, siendo que quien no quería invertir en esas áreas tenía el crédito abierto con intereses y plazos normales en la banca comercial.
Requerimos de una intervención estatal mínima, pero inteligente, para dirigir los esfuerzos hacia el desarrollo en áreas estratégicas definidas, como aquellas actividades que contribuyan al Desarrollo Sostenible.
Dentro de estos esfuerzos, el Gobierno debe tomar cartas en la lucha contra la tramitomanía administrativa que impera en nuestro medio y no debe permitir que los emprendedores beneficiarios de créditos para el desarrollo empiecen a pagar intereses, mientras demoran meses en establecer sus empresas, debido a la ineficiencia de la burocracia de los permisos.
Tampoco se vale que se impulse la formalidad de las micro y medianas empresas y estas deban pagar un exorbitante impuesto a las sociedades, igual al que una empresa gigante, que venden miles de millones al año. Es imperativo establecer una progresividad en ese impuesto, que hoy está asfixiando a miles de microempresarios en todo el país y los tiene morosos ante la Tributación Directa.
En fin, la reforma a la Ley N°8634 del Sistema de Banca para el Desarrollo es un gran logro y ha de beneficiar a miles de emprendedores(as) que han sido ignorados por la banca estatal en las últimas décadas. Sin embargo, no caigamos en el triunfalismo que he sentido en la Asamblea Legislativa por la aprobación de este importantísimo proyecto de ley, sin hacerle saber claramente al Ejecutivo, que también tiene una tarea muy importante que cumplir, para que esta herramienta se convierta en un disparador del desarrollo económico y social de nuestro país, por medio del impulso a tantas personas emprendedoras, que están deseando labrarse un mejor futuro para sus familias y, de paso, contribuyendo al engrandecimiento de nuestra querida Costa Rica.