El primer ministro griego, George Papandreou, durante el debate obre la moción de confianza al Gobierno griego, en Atenas (Grecia).
Primero, desató un verdadero pánico la semana pasada, el Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, al anunciar que iba a consultar a los ciudadanos, en un referendo, si estaban de acuerdo con el plan de “rescate” de la economía de su país, propuesto por la Unión Europea (UE) a fines del mes pasado.
Después, el fracaso político que tuvo que asumir el propio Papandreu por no poder aplicar el último paquete de ajustes, impuesto por la UE y el Fondo Monetario Internacional, cuyas medidas tienen cansado al pueblo griego.
Esto lo obligó a negociar con el líder de la oposición conservadora, Antonis Samarás, y el Presidente del gobierno, Carolos Papulias, para establecer un gobierno de gran coalición, que él ya no liderará.
“¿Se ha vuelto loco el capitán del barco?”, se preguntaron muchos de los políticos griegos, incluidos diputados del Partido Panhelénico Socialista (PASOK), en el Gobierno, al conocer la decisión de Papandreu de convocar a ese referendo.Tan solo una semana antes, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, celebró los acuerdos de la cumbre de la Eurozona (los 17 países que adoptaron el euro como moneda) que imponían a Grecia medidas draconianas en el campo económico, pero que, en su opinión, vendrían a “salvar la estabilidad del mundo”.
Las mismas palabras catastróficas fueron empleadas por el presidente francés, Nicolás Sarkozy, para quien el hundimiento del euro significará el hundimiento de Europa.
El anuncio del referendo provocó el derrumbe de las bolsas de toda Europa, arrastradas por la caída de las cotizaciones de los bancos, amenazados por el default griego.
“Desde el momento en el que se declarara la quiebra griega, los bancos franceses y alemanes, principales tenedores de los más de 26 mil millones de deuda griega en circulación, estarían, si no en quiebra, muy próximos de la misma”, decían los analistas financieros. La única salvación sería intervenirlos y recapitalizados a cargo de los presupuestos de sus respectivos países.
Pero ahí no acaba todo, advertían. “Esos bancos, al comprar la deuda soberana griega adquirieron también seguros para cubrirse del riesgo de quiebra (CDS) y los principales vendedores de esos seguros son bancos y empresas aseguradoras norteamericanas”, con lo que la crisis se extendería al otro lado del Atlántico.
EFECTOS DEL RESCATE
Grecia ha dependido, para cumplir sus obligaciones con los acreedores, de un crédito de contingencia de 110 mil millones de euros (más de 150 mil millones de dólares) desde mayo del 2010. No obstante, los dos planes multimillonarios de “rescate” de la economía griega han tenido efectos devastadores para el país.
Un documento confidencial de la “troika”, conformada por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, en el cual se hacía una revisión del desarrollo de la economía griega antes de hacer el desembolso de ocho mil millones de dólares, que está todavía pendiente, reconocía que la situación del país había empeorado mucho más rápidamente desde que se estaban aplicando las medidas de ajuste impuestas por la misma “troika”.
Esas medidas incluyen drásticos recortes de presupuesto y el despido de miles de empleados públicos, además de la privatización de las empresas del Estado que aún no ha sido implementada.
Como consecuencia de ese “rescate”, desde septiembre “se han clausurado en Grecia más de mil escuelas (algo que solo había ocurrido, desde el nacimiento del estado griego, en 1824, durante la ocupación nazi); en los últimos cinco meses, se han cerrado 54 hospitales”.
“Se está forjando una generación de analfabetos, los jóvenes se ven forzados a emigrar a otros países y muchos trabajadores han dejado de ir a los hospitales por las elevadas tasas que deben abonar”, señaló Leonidas Vatikiotis, economista griego y miembro de la Comisión por la Auditoría de la Deuda.
Vatikiotis destacó que solo los intereses abonados por Grecia, a sus acreedores en las últimas dos décadas, “suponen más del 200% de la deuda griega actual”. Además, agregó que “la deuda griega se ha disparado coincidiendo con los planes de rescate: hace dos años la deuda griega representaba el 115% del PIB, mientras que en 2012 (según las previsiones del FMI) se elevará al 189% del Producto Interior Bruto (PIB)”.
Buena parte de los bonos públicos –según Vatikiotis– se hallan en manos de especuladores y fondos de alto riesgo, como ocurrió en Argentina, hasta hoy enfrentada a esos especuladores, que la han demandando en tribunales norteamericanos. Otra parte significativa de la deuda está en manos de bancos “previamente salvados con dinero del pueblo griego”. “No hay, por tanto, obligación moral alguna de respetar a estos acreedores”, agrega Vatikiotis.
El resultado de las medidas impuestas a Grecia por la “troika” se ha manifestado en dos huelgas generales, las cuales han sido momentáneamente suspendidas.
Todo ello, sucede mientras se aclara la situación creada con la propuesta de referendo –que luego Papandreu retiró–, el voto de confianza que estaba pendiente en el parlamento y la formación de un gobierno de “unidad nacional”, con el ingreso de los conservadores al gabinete socialista.
El 1 de noviembre, el editor económico del diario británico The Guardian, Larry Elliott, dijo que “quienes protestan en las calles de Grecia tienen una evaluación correcta de la situación. No hay la más remota posibilidad de que la austeridad funcione, porque el impacto de esos salvajes recortes deprimirán la economía, aumentarán el déficit en lugar de reducirlo, elevando la presión para ulteriores medidas de austeridad”.
TEMORES
Si la posibilidad de que la economía griega caiga en default produce pánico, la propuesta de Papandreu de llevar a consulta popular el plan de rescate desató, además, incredulidad e ira.
El diario español El País tituló “El giro dramático de Atenas a la ‘solución definitiva”, refiriéndose al referendo y haciendo alusión al término utilizado por los nazis para acabar con los judíos.
Otros califican la convocatoria como “un cínico acto de cobardía política de parte del jefe de gobierno griego, que no queriendo asumir la responsabilidad política del brutal plan de austeridad de la UE, transfiere la responsabilidad al pueblo mediante un referendo vinculante”.
En opinión de los analistas, la reacción de los Gobiernos y de un sector de la prensa europea dejaron en evidencia el temor a la consulta popular, y el carácter de las decisiones tomadas en los gabinetes de los gobernantes y en los parlamentos, en contra de la voluntad de los ciudadanos.
Esa percepción abre una nueva crisis política, de consecuencias difíciles de predecir, y que se sumará a la decepción de los griegos, ante la decisión de dar marcha atrás en la consulta.
Esta situación económica ha puesto en evidencia otro elemento: la crisis de las instituciones europeas, desde los escenarios de decisiones políticas, ocupado totalmente por la canciller Merkel, y el presidente Sarkozy, la pareja “Merkozy” en el control, con las instituciones en un segundo plano. ¿Qué pensarán los demás miembros de la UE de los procedimientos adoptados para enfrentar esta crisis?
Comentarios como este abundan en la prensa europea: Papandreu ni es tonto ni se ha vuelto loco. Con la convocatoria al referendo “manda el mensaje a la Unión Europea de que ‘Grecia es soberana’, ya que el antieuropeísmo de los griegos está creciendo a fuerza de escarmiento: solo basta comprobar que si hace año y medio la deuda helena equivalía al 110%, ahora -varios planes de rescate de por medio- el monto se prevé ascienda al 170% en el 2012 y no volverá a bajar al 120%… ¡hasta 2020!”.
En medio del alboroto causado por la convocatoria al referendo, el debate sobre las consecuencias y la efectividad de las medidas de ajuste de la economía griega pasaron a un segundo plano. Pero lo cierto es que sobran las advertencias contra lo inefectivo que serán para evitar el default y las gravísimas consecuencias sociales que tendrán.
“El escenario que se ofrece es dantesco”, dijo el economista español Alberto Montero Soler. “Parece que Grecia fuera un país sin ciudadanos, sin habitantes, un país de ruinas arruinado del que hubiera huido toda vida humana”.
Los informes oficiales prevén que el PIB griego caerá un 5,5% en el 2011 y en un 3% en 2012, al esperarse un leve crecimiento, de un 1,25%, hasta 2013-2014. Agotados los efectos de todas las reformas y ajustes, y privatizado todo lo privatizable en el país, “se espera que la economía griega crezca a una media anual del 1,6% entre 2021 y 2030”.
La única preocupación de esos programas, menciona Montero, es asegurar la “sostenibilidad” de la deuda”, aun a un precio impagable para la ciudadanía griega.