Un estudio del año 2012 de la Organización Mundial de la Salud señaló que la depresión es el problema de salud mental más frecuente, el cual aqueja a 350 millones de personas en el mundo. Bajo el lema “depresión, una crisis global”, se pretende luchar contra este fenómeno cuya gravedad e importancia son a menudo menospreciadas.
La depresión es una de las principales causas de discapacidad, y esta se manifiesta en la mayoría de los casos en el ámbito del trabajo. Si bien en la depresión inciden factores genéticos y ambientales vinculados con la historia de vida del individuo que la padece, recientes investigaciones clínicas en el campo de la “psicopatología del trabajo” se han interesado por desentrañar la relación entre las transformaciones del mundo laboral y el sufrimiento individual. Uno de esos estudios, realizado por el psiquiatra francés Christophe Dejours, especialista de la medicina del trabajo, señala un interesante vínculo entre prácticas laborales deshumanizantes y el sufrimiento subjetivo, en el cual el problema del reconocimiento tiene un papel central.“No hay neutralidad en el trabajo en relación con la salud mental”, señala Dejours en su libro, La banalización de la injusticia social. “Actualmente, las nuevas formas de organización del trabajo, de gestión y de management, privilegian la competencia generalizada, promoviendo hasta el uso de conductas desleales entre colegas, apelando a la agresividad, al individualismo forzado, al rendimiento individual, inclusive a la duplicidad. Además, la precarización (hay que distinguirla también de la precariedad), llamada también ‘flexibilidad del empleo’, introduce el miedo en las relaciones de trabajo. Es inclusive una técnica de Management: el ‘Management por amenaza’ ” (Dejours, “Psicodinámica del trabajo y vínculo social”).
El imperativo de la competitividad exigido por el patrono, y el sentimiento de miedo que invade a los trabajadores, destruye el vínculo social sobre la base del cual se podrían constituir lazos de solidaridad para luchar contra el sufrimiento en el trabajo. Inspirándose en los análisis de Hannah Arendt sobre el terror como sentimiento desolador, que aísla a los individuos y les impide construir un espacio común (es decir, un espacio político), las investigaciones de Dejours arrojan interesantes luces sobre lo que les dificulta a los trabajadores luchar colectivamente contra las injusticias que sufren o perciben en su trabajo, para hacer de este un lugar más humano.