Aquí no pasa nada

Aquí no hay bronca, nunca pasa nada. ¿Entonces, qué? ¿Nada? ¡Qué raro! El país está invadido de todo tipo de ilícitos, nacionales y extranjeros, indocumentados

Aquí no hay bronca, nunca pasa nada. ¿Entonces, qué?

¿Nada? ¡Qué raro! El país está invadido de todo tipo de ilícitos, nacionales y extranjeros, indocumentados y documentados, bombardeado y somnoliento por la carcajada miserable y descarada de los más altos y bajos fondos de la criminalidad individual y de la organizada. ¿Y qué se hace al respecto?

¿Quién hace qué? ¿A quién se le habla aquí, al viento?

La sociedad es un compromiso colectivo de convivencia entre sujetos humanos, pero ¿qué valores deben imperar para no caer en la ley del más fuerte impulso y estructura criminal, donde nos convirtamos en esclavos y testaferros sin asco de quienes ordenan y ejecutan los actos delictivos?

La respuesta inmediata pareciera venir de la ley con su carácter represivo −por eso se penaliza– de su aplicación pronta y cumplida, sin que tiemble la mano, leyes que se cumplan y encargados que la hagan valer sin miedo.

Pero en el país se ha hecho un entramado de artículos en las leyes que rebotan por otra ley, donde ya existía una ley anterior y se prepara una nueva similar, con lo que la interpretación da la razón al acusado y a sus abogados para crear la duda razonable, o para desechar evidencias más que obvias en caso de una resolución condenatoria. Ah, téngase en cuenta que viene luego el proceso de apelaciones a instancias superiores, y por fin, a la calle de nuevo, sin deuda y con ganas de demandar al Estado por haber acusado injustamente.

¿Y las megaoficinas de la jerarquía suprema de la justicia? Bla, bla, bla. El país se ahoga en denuncias de casos sin resolver, aumenta todo tipo de criminalidad, algunas sin estar contempladas en la ley. Y cuando la cosa parece que se le va a poner fea al investigado, o al imputado, se vuelve la blanca oveja sin pecado marginal ni mancha en su carrera de violencia inmisericorde contra la sociedad; es cuando aparecen los derechos humanos, el pobrecitico que no ha tenido oportunidades, vive en míseros ambientes de chusma conscientemente organizada, para perpetrar atentados a la humanidad de los otros seres humanos; no lo condenemos al bote del naufragio, piedad. ¿Y los derechos humanos de las personas asesinadas, robadas, violadas, estafadas, violentadas, suplantadas en su buena fe y vida cotidiana, gente que busca el pan de cada día por medios honestos?

La lista es tan larga que no da para enviarlos a la cárcel, sino al comedor de los inocentes. ¿Y los demás? ¡Váyanse al carajo! No se puede meter a todos en los centros penales, porque no hay campo ni recursos para sostenerlos.

En los registros policiales y en las estadísticas semanales está la sociedad que no se quiere aceptar; agarrado el delincuente con las manos en la masa, un juez decide imponerle medidas preventivas, porque como tiene domicilio todo está en orden y el sujeto en cuestión puede irse a casa, a delinquir por supuesto; esa es la realidad brutal que soporta la ciudadanía.

En todo lugar y circunstancia, el ciudadano está expuesto en grado mayor a ser víctima de un atropello a su persona, a sus bienes, a su integridad, a ser asesinado a mansalva, porque la delincuencia se pasa la ley por el trasero. Y de oficina en oficina, demasiadas letras y tiempo perdido, es el dictado real que vemos a diario en la burocracia y megaoficinas judiciales.

¿De qué país estaremos hablando, donde los ciudadanos viven entre rejas y estado de indefensión las 24 horas y los delincuentes en libertad?

¿Quién es? ¿Qué quiere? Los estamos vigilando / watch, los estamos guachando, ¿agarraron?; la ley de la calle se impone, así es, ustedes salen de la casa y nosotros entramos a la suya, ustedes nos pertenecen, van entendiendo.

Los bla bla bla de los especialistas siguen, la industria del derecho y del litigio aumenta sus bienes; si gano cobro la mitad, si usted pierde cobro la tarifa que impone el gremio, van entendiendo.

El ciudadano que solo se queja y no hace nada, tiene asegurada a la delincuencia. No diga qué hay que hacer, hágalo. ¡Actúe ya!

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