Cura de la “paradigmatitis”

Con fidelidad completa a su vocación de esclarecer las confusiones teóricas y metodológicas, una de sus señales de identidad a lo largo de su

Con fidelidad completa a su vocación de esclarecer las confusiones teóricas y metodológicas, una de sus señales de identidad a lo largo de su fecunda carrera, el Prof. Armando Campos Santelices, publica en la Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, un artículo inolvidable denominado “¿Paradigmas o paradigmatitis?, acerca de los inconvenientes usos de este concepto en la epistemología psicológica” (139: 13-26, 2013).

Celebro la publicación de este artículo por muchos motivos. Sin duda que Armando continúe contribuyendo con la psicología y las ciencias sociales de esta forma es una gran suerte. Mantiene el maestro su acostumbrada elegancia, su crítica sutil y atinada, el señalamiento de los errores y las confusiones con respeto y contundencia, hasta el buen humor y la indispensable ironía para transmitir las ideas, sin dejar de lado que se trata de un trabajo del autor con fuentes actualizadas y de primerísima calidad. Nos permite Armando evitar el ocultamiento de las ideas en el viejo baúl de la trivialidad, donde nada importa porque ahí, todo está regido por la magia de lo efímero, por las argucias de la “modernidad líquida” (Bauman) y por el olvido, la forma más eficiente de la muerte de las cosas.

Existe una cura de la paradigmatitis. El profesor Campos atisba las salidas de este malestar en su artículo y subrayo ahora dos de sus corrientes. La primera corriente de salida de la paradigmatitis, consiste en expulsar la ausencia de rigor teórico y metodológico exhibida en la comunidad en la que sufrimos de paradigmatitis. Bien hace en levantar las suspicacias el profesor Campos, cuando nos hace pensar que este asunto no parece formar parte de un debate epistemológico serio, ni mucho menos estar relacionado con las complejas y ricas argumentaciones de Thomas Kuhn, a quien cita con propiedad. El uso del concepto de paradigma no es ni tan sublime ni tan fundamentado, como da a entender la fonética y la semántica de esta palabra, y mucho menos por el uso con el cual se la practica ahí dónde se tiene como uno de los pilares filosóficos de la actividad formativa. Ni las realizaciones del compromiso social, ni la formación polivalente, poseen las mismas dificultades de este dintel llamado “multi-paradigmático”.

Sería lamentable asimilar mi sugerencia de expulsión de la falta de rigor a una búsqueda de fetichismo del método, el cual pretendería –claro, como falacia y como una ilusión a lo Freud− encontrar su asentamiento poco crítico y a la vez celestial en el horizonte de las mal llamadas “ciencias duras”. Mi propuesta se acerca mucho más a la del profesor Armando Campos: enfoques de pensamiento en coexistencia dialéctica explorando con seriedad sus límites y alcances, por una comunidad realmente comprometida con el conocimiento.

La segunda corriente para salir de la paradigmatitis consiste en poner el amor al conocimiento encima de la racionalidad técnico-administrativa y más aún por encima del imperio de lo irrisorio y la trivialidad, mucho más allá del rechazo a pensar en todos los espacios imaginables. Este artículo del maestro Armando Campos es un gesto, una invitación a pensar críticamente en el conocimiento. A pensar juntos en el diálogo constructivo y honesto y hacerlo bajo el ensanchamiento de los foros, en la divergencia de la divergencia, resistiendo a la tentación de la autocomplacencia, según la cual “no existe o no vale la pena tomar en cuenta lo que deliberadamente ignoro porque no me gusta”. En otras palabras, suspender los mitos de la imagen cómodamente construida, que dilata la distorsión del otro, ir más allá, forjar la apertura al conocimiento amoroso del conocimiento.

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