«Decisión desastrosa»

Tan complicada está la situación provocada por la invasión a Iraq por las fuerzas armadas estadounidenses, que el presidente George Bush ha declarado que

Tan complicada está la situación provocada por la invasión a Iraq por las fuerzas armadas estadounidenses, que el presidente George Bush ha declarado que «sería una decisión desastrosa para el líder de un gran país como Australia decir, ¡estamos yéndonos!»

Su angustia salió a la luz al analizar ante periodistas la posibilidad de que el Primer Ministro australiano John Howard, quien ha gobernado durante tres períodos, pudiere perder las elecciones que estarían realizándose antes de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.  Y es que precisamente lo impopular que ha resultado la participación de soldados australianos en Iraq, le estaría costando a Howard su reelección contra el líder del Partido Laborista Mark Latham, un crítico de la ilegal invasión, quien ha acusado al Primer Ministro de conducir a Australia hacia un conflicto infructuoso al enviar tropas a Iraq; dice la nota de prensa de Yahoo!News, del 3 de junio de 2004.

Y por supuesto que la angustia de Bush tiene que ver con sus posibilidades de reelección el próximo 2 de noviembre. Si hay cambio de gobierno en Australia, y se repite lo sucedido con el presidente español Rodríguez Zapatero, ello le hará más pesado el camino lleno de obstáculos que está enfrentando hacia la elección. Por otro lado,  serían buenas noticias para el candidato demócrata, el católico de Massachusetts, John F. Kerry, quien también ha reclamado del gobierno de Bush el engaño con que se fundamentó la invasión a Iraq, con el cuento de la amenaza con armas de destrucción masiva y biológicas.

Al demostrarse la inexistencia de tales armas y quedar claro que la invasión no tenía nada que ver con la lucha contra el terrorismo o en pro de la democracia y la justicia, ya son mayoría los norteamericanos que reclaman por los casi mil muchachos que han regresado muertos a su país. Una salida abrupta de los soldados australianos, aunque no juegan un papel determinante en las fuerzas de ocupación (son solo unos 800 jóvenes, sí provocaría mayores reclamos de parte de los amigos, familiares y ciudadanos en general, exigiendo el regreso, con vida, de sus seres queridos.  Y eso no es bueno desde el punto de vista electoral. ¡De ahí la angustia de Bush!

Jamás pensaron los halcones de la Casa Blanca, que más bien, las cámaras fotográficas digitales con que los soldados norteamericanos se entretenían mientras se torturaba a los prisioneros iraquíes, sí pasarían a jugar eventualmente el papel de verdaderas «armas de destrucción masiva». El daño provocadas por ellas sobre la imagen y prestigio pregonados por los gobernantes norteamericanos en el campo del respeto a los derechos humanos, es inconmensurable.  Ya nadie les cree nada y más bien surgen diariamente interrogantes acerca de lo que podría estar pasando con los cientos de prisioneros, desde niños a ancianos, retenidos ilegalmente en el territorio cubano de Guantánamo.

Estamos pues, siendo testigos de lo que podría ser la caída del presidente Bush, quien llevado por intereses muy particulares, y hasta egoístas, se aleja cada día más de su reelección, dejando tras de sí muchos muertos y heridos, víctimas de una guerra injusta y, de rebote, un Tratado de Libre Comercio con Centroamérica en el limbo político.

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