Don Lico es tico, pero no es costarricense

Si usted es costarricense y ha sido capaz de leer el título de esta nota, no se preocupe, su ciudadanía no corre peligro. Don Lico

Si usted es costarricense y ha sido capaz de leer el título de esta nota, no se preocupe, su ciudadanía no corre peligro. Don Lico, en cambio, no puede entender por qué las autoridades del Registro Civil le niegan la ciudadanía costarricense por su condición de analfabeto.

Es cierto, a sus 85 años don Lico no sabe leer ni escribir. Podemos suponer que allá por la década de 1930 en el corregimiento de La Concepción de Bugaba, provincia de Chiriquí, Panamá (zona fronteriza con Costa Rica) donde nació el niño Federico Quintero Quintero, no había escuela ni maestra de primer grado. Lo mismo sucedía quizás en el poblado de La Palma de La Cuesta de Paso Canoas, donde Lico ha residido y laborado en el campo por aproximadamente 75 años.

En aquellos tiempos y en aquellas lejanías olvidadas del Estado costarricense, un joven campesino de cualquier nacionalidad, para poder salir adelante y formar una familia probablemente carecía de otras opciones, aparte de trabajar la tierra y vender sus frutos y su propia fuerza de trabajo. Quizá don Lico nunca aprendió a leer y escribir porque no tuvo la oportunidad ni la necesidad. Lo que nunca imaginó fue que esa condición terminaría por volverse en su contra algún día, impidiéndole cumplir su anhelo de ser un costarricense más, igual que el resto de su familia.

Aclaremos que no es por capricho que don Lico desea ser costarricense. Es una consecuencia natural de su propia existencia. Don Lico convivió toda su vida adulta en unión libre con doña Felipa Ríos Ríos, costarricense, de quien enviudó hace pocos años. Juntos llegaron a procrear ocho hijos e hijas costarricenses, cuya descendencia hasta el día de hoy suma dieciocho nietos y nietas y cuatro bisnietos y bisnietas, costarricenses sin excepción. Después de tener cédula de residencia, don Lico quiso tramitar su ciudadanía costarricense y fue entonces cuando se percató de que en su querida Costa Rica ser analfabeto es un pecado legal.

Cuando sus familiares me contaron no lo pude creer, así que fui al Registro Civil a hacer la consulta. Grande fue mi sorpresa cuando el funcionario que me atendió sentenció que la única opción que tenía don Lico era matricularse en primer grado de escuela y aprender a leer… ¡a sus 85 años! Le pregunté sobre los criterios en que se funda semejante norma legal y me respondió muy tranquilo y orgulloso que Costa Rica tiene como meta llegar al 100% de alfabetismo. Una meta muy loable, pero… ¿qué pasa con los labriegos sencillos contemporáneos de don Lico? ¿Qué se hicieron el sentido común y los principios fundacionales de la nación? ¿Dónde quedaron perdidos el sentido de realidad y la sensibilidad social? Si usted es costarricense y no se le calienta la sangre al enterarse de esto… “apague y vámonos”.

Envío esta nota al Semanario UNIVERSIDAD porque imagino que altos funcionarios del gobierno lo leerán. No pierdo la esperanza de que alguno de ellos se fijará en esta nota y al leerla sentirá el mismo sonrojo que yo, y se decidirá a hacer algo por cambiar este penoso capítulo de la historia de don Lico y de nuestra querida Costa Rica.

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