Los enemigos de Israel distorsionan los hechos como en la segunda y fracasada intifada, con la misma retórica dogmática del fallecido socialismo real que antes de 1989 luchaba contra el imperialismo, el capitalismo, las multinacionales explotadoras, el colonialismo, la burguesía y ocasionalmente contra el sionismo, aunque muchos no sabían ni qué era.
Después de la caída del muro, los países compiten por atraer la previamente satanizada inversión extranjera; la crítica a las multinacionales y al capitalismo quedó para los fósiles de la historia, dejando al sionismo en la mira de una izquierda mareada, que siempre aplaudió los atentados suicidas en Israel contra blancos civiles. Hoy los kamikazes se vuelan casi a diario en sus propias ciudades: mercados, fiestas, funerales y centros comerciales; estallan con las entrañas de las mártires en Irak, Siria, Libia, Egipto, Yemen, Pakistán, etc.En este Semanario, hice la observación durante la intifada a los detractores de Israel en que bien estaba criticarlo, pero criticar solo a Israel, reflejaba su empeño en el viejo propósito de aniquilarlo. Soslayaban sistemáticamente los 40 años de dictadura de Assad en Siria, la de Gadafi en Libia, el genocidio en Sudán, etc. Hoy, los molinos de la historia muestran a Siria desgarrada: 200 000 muertos y 3 000 000 de refugiados, Libia ni siquiera se puede considerar que es un Estado. Gadafi, Guía Supremo de la Revolución, terminó exhibido en un frigorífico del mercado, y el presidente de Sudán es buscado por crímenes contra la humanidad, a pesar del voto de las mayorías mecánicas. La primavera árabe resultó un cataclismo geológico de la Era Arcaica.
Los críticos de hoy vuelven a distorsionar la verdad mintiendo deliberadamente, al acusar a Israel de usar bombas racimo en Gaza. Por supuesto no citan ninguna fuente seria ni lo podrán hacer, porque su irresponsable imaginación no corresponde a la realidad.
No mencionan que los terroristas de Hamas construyeron una red de túneles en territorio israelí; cualquier estudiante de secundaria sabe que eso es violación de la soberanía de un Estado soberano, y desencadenaron la respuesta militar con el lanzamiento indiscriminado de cohetes.
Incitan al boicot comercial contra Israel, vieja práctica que cumple ya 67 años y que a pesar del daño provocado no ha detenido su progreso; el producto interno en valores absolutos es mayor que la suma de los productos internos de los países limítrofes, Líbano, Siria, Jordania y Egipto; es el tercer país en número de empresas de alta tecnología registradas en la bolsa de valores de USA, y sus patentes en el campo de electrónica e informática no pueden ser boicoteadas, pues vienen incorporadas en cientos de productos de diferentes fabricantes en todo el mundo.
Si sus críticas fueran balanceadas y buscaran la paz ,deberían considerar que la carta fundacional del grupo terrorista Hamas establece en su introducción: “Nuestra lucha contra los judíos es muy grande y muy seria”. Y en su Preámbulo amenaza: “Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el islam lo aniquile, como antes aniquiló a otros”.
La táctica de Hamas de jugar a la ruleta rusa con las vidas de los civiles israelíes mediante el disparo de miles de cohetes (más de 12.800 desde 2001), en tanto emplea escudos humanos con el fin de maximizar las víctimas fatales civiles palestinas, es pura maldad. La decisión israelí de responder a esta provocación ilegal e inmoral atacando a los terroristas y a sus arsenales es pura autodefensa, autorizada por el derecho internacional, la Carta de las Naciones Unidas y los principios morales universalmente aceptados.
Hamas había preparado un asalto criminal sobre objetivos civiles israelíes para el próximo año nuevo judío. El plan consistía en un ataque sorpresa, en el cual 6000 combatientes serían enviados por las decenas de túneles, a atacar comunidades, matando y secuestrando civiles israelíes. El plan aquí es dejar inerme al Estado de Israel.