El marchamo en la U, una alternativa

El día en que redacté estas líneas se puso en venta el marchamo del 2005. Decidido a no quedarme sin la tarjetita mágica me

El día en que redacté estas líneas se puso en venta el marchamo del 2005. Decidido a no quedarme sin la tarjetita mágica me animé a la aventura de hacer la fila interminable, saqué la mañana en mi trabajo (llegué a las 7a.m. a la Universidad) porque sabía que el episodio podía no ser grato.

Me tomó hasta las tres de la tarde salir de la oficina de Registro. Esto me pasó a mí y a centenares de estudiantes más, todos victimas del desinterés y la apatía de la administración que año con año involuciona en la entrega del marchamo.  A las engorrosas filas, la risa del burócrata a la hora del café y a uno que otro vivo colándose, los economistas podemos endilgarle el calificativo de ineficiencia. Yo creo que en este caso es mejor llamarlo por su nombre, irrespeto.

Y cómo no se vale criticar sin proponer, sugiero para el 2006 un nuevo sistema.

La administración abre un periodo de recepción de solicitudes. Se me ocurre que se podrían clasificar esas solicitudes según un criterio de «necesidad» de marchamo, que podría aproximarse por número de créditos. Así, supongamos que se ponen a disposición 1200 marchamos. Se puede pensar en disponer 600 marchamos para aquellos estudiantes que matriculen 15 ó mas créditos, 400 marchamos para quiénes matriculen entre 7 y 15 créditos, y 200 marchamos para el resto de los estudiantes. Por supuesto que la cantidad de créditos a considerar para la división inicial es de carácter ilustrativo en esta propuesta y merece un análisis más profundo.

 

 

Dividiendo a los estudiantes en las categorías antes mencionadas, se insertan sus nombres en una bonita tómbola computarizada y bueno, ahí quedaran unos cuantos en el camino.  Me parece que este mecanismo es más justo para quienes hacer 8 horas de fila significa un costo mucho mayor. El principio primero en tiempo primero en derecho no puede llevarse al extremo al que se está llegando bajo el procedimiento actual.

Se debe considerar también que el monto del marchamo se cancele con la presentación de las solicitudes. Aquel que en la rifa quede por fuera, se le otorgará por ese monto un crédito en el pago de su matrícula. Esto por un lado asegura que el que hace los trámites sea un estudiante (aunque actualmente tal condición debe de cumplirse, los requisitos me parecen fáciles de burlar) e igualmente puede lograr desestimular a quienes tal vez no requieran el marchamo y puedan no estar de acuerdo en desembolsar el monto tan anticipadamente.

Finalmente, a la semana siguiente de la entrega de solicitudes se realizaría la rifa, que puede contar con la presencia de dirigentes estudiantiles y administrativos que fiscalicen la pureza del acto. Por último se dan tres días de tiempo para que los favorecidos retiren sus marchamos en sus unidades académicas. El que no lo haga pierde su chance, e inmediatamente entra el primero que haya quedado en una lista de espera.

En un futuro se debe evolucionar hacia la implementación de marchamos parciales (que sólo sirvan para ciertos días) y marchamos provisionales que incluyan la tarjeta (casos especiales).

La administración anterior hizo un gran esfuerzo por modernizar el sistema de entrada y salida de nuestra sede central. Este esfuerzo es digno de reconocer en el tanto ordenó la circulación por el campus y detuvo fulminantemente el robo de vehículos.

Sin embargo, se debe reconocer que la entrega de los marchamos se ha convertido, desde esa misma administración, en un sistema ineficiente, injusto y grosero para los estudiantes. Hagamos un esfuerzo por recomponer la situación.

Estudiante Maestría

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