El Tamarod árabe y su influencia en Siria

Con el resumido panorama de la anterior parte comentada, el Tamarod egipcio sería un importante mensaje simbólico y estratégico directo para los rebeldes sirios

Con el resumido panorama de la anterior parte comentada, el Tamarod egipcio sería un importante mensaje simbólico y estratégico directo para los rebeldes sirios de seguir en pie de lucha contra al-Assad y promover un eventual nuevo Estado sirio. Algunas visiones señalan que dicho Estado busca rearmarse desde una lógica occidental de derechos humanos, más libertades para la población y una democracia también occidentalizada. Pero el Tamorad árabe no puede verse meramente como un impulsor de una democracia occidental, ya que todavía está en una etapa de conflicto civil y todavía falta tiempo para ver cómo las fuerzas políticas y discursivas ajustan la formalidad oficial y las nuevas figuras políticas, además sería una lectura disociada del entorno cultural, político y vivencial del entramado arábico. Además, para Bashar Al-Assad la experiencia en Egipto, Túnez y Libia le podría permitir estar en mejores condiciones estratégicas para no permitir un Tamarod local.

También habría que valorar la participación internacional, como es el caso de la no siempre camuflada presencia estadounidense, expuesta recientemente desde dentro de su aparato de inteligencia con el caso del hasta hace poco desconocido ex funcionario, y ahora “traidor” de la CIA y la NSA Edward Snowden. Y que desde fuera de dichos aparatos lo viene haciendo desde hace décadas el más conocido Noam Chomsky, crítico insidioso del intervencionismo estadounidense, y que ha recalcado los no tan democráticos protocolos militares y procedimientos supuestamente “no dichos” al presidente estadounidense, para que los pueda negar con una conciencia “limpia”. Vale la pena recordar de Chomsky la reflexión de Anatol Lieven, en donde una amenaza al Tamarod, sería debido a la estrategia clásica del poder político oligárquico, que “…consiste en desviar el descontento de las masas hacia el nacionalismo”. Riesgo que pareciera no estar cayendo el Tamarod por el momento, pero es una posible jugada más que se puede vislumbrar en el contexto del poder en Siria.

Podemos valorar esta idea de incursión internacional en Siria a partir de las recientes palabras del relativamente estrenado John Kerry –Secretario de Estado de EE.UU.− donde señaló que la solución en Siria “no es militar, sino política y que requiere liderazgo para negociar, posicionando la idea que desde la administración de Obama se ha ubicado como a favor de las fuerzas rebeldes. Razón de más para valorar tanto la participación de otros países, así como las estrategias de control internacional y los “liderazgos” que aparentemente han aparecido. Una forma de ver esta incursión en el plano de la complejidad es la participación de Al-Qaeda en apoyo a las fuerzas rebeldes (por medio de la agrupación siria Jabhat al-Nusra, que es un movimiento armada considerado extremo), según reveló un informe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa estadounidense.

Aquí es importante rescatar que el conflicto transgrede las dimensiones propiamente de la localidad territorial de Siria; una visión de guerra fría parece trastocar el conflicto, ya que Rusia apoya el régimen, mientras que Estados Unidos trata de armar a los grupos rebeldes. Y se repite en Siria (nombre actual) batallas de posicionamiento territorial y simbólico, como en la batalla de Qadesh, hace 3280 años, entre el norte hitita y el sur egipcio, hoy el territorio es otra vez manoseado por fuerzas político militares en sus bordes.

El tablero árabe se ha reconstituido y evolucionado a un nivel donde la línea de peones es más fuerte que nunca, donde los reyes parecieran estar perdiendo contra su propia primera fila. Donde las torres están cayendo y los caballos huyendo. Donde la muerte de los reyes puede significar la sobrevivencia de sus propios “peones” o ex peones. Donde la propuesta y pelea estratégica ha surgido desde el Tamarod −los peones blancos, negros y grises, trabajando en conjunto−. Es más, es un tablero de colores, donde las damas siguen siendo pieza clave, pero ocultadas, y el clero transversal. Donde se han recompuesto las reglas, agotado y surgido emblemas; donde hay jaques y jeques de diversa índole, y donde la esperanza de la última palabra colma el paladar en ambos bandos, pero que es difícil de escuchar, «y mate…»

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