La filosofía y el modelo de vida de los Estados Unidos de América están agotados. El proyecto que encabeza Barack Obama representa la posibilidad y oportunidad para que sean desechados, creando una sociedad radicalmente distinta en beneficio del mundo entero.
Pero la probabilidad de éxito de ese proyecto es dudosa, debido a las enormes dificultades y dolores que implica. Voy a describir e ilustrar brevemente esa hipótesis, invitando a los lectores de esta página a hacer sus propias reflexiones al respecto, porque es un tema de interés para todos.
Para ese efecto, me basaré en algunos conceptos de Mario Bunge, el filósofo argentino que ha vivido durante muchos años en Canadá: el profesor Henry Mintzberg me lo presentó durante una visita que hice a la Universidad de McGill en 2003; y, después de un diálogo que tuvimos a lo largo de varios días, don Mario me obsequió una colección de sus obras, cuya lectura crítica aclaró mi visión y enriqueció mi entendimiento de problemas sociales.
El profesor Bunge rechaza tanto el individualismo como el colectivismo y abraza el “sistemismo” social.
Cree que las personas de carne, hueso y alma viven relacionadas unas con otras; y sus relaciones influyen en ellas, tanto como ellas en sus relaciones.
Así, las personas y sus relaciones conforman sistemas sociales: ni las personas son independientes de sus relaciones, ni las relaciones son independientes de las personas; ambas se condicionan y se afectan.
Infortunadamente, hay quienes niegan la importancia de las relaciones y reconocen solamente lo individual; en cambio, hay otros que hacen lo contrario, es decir, niegan la importancia de lo individual y reconocen principalmente las relaciones o lo colectivo.
Esas perspectivas ideológicas y posiciones políticas, además de generar toda clase de contradicciones y enfrentamientos, no son realistas; consecuentemente, no permiten convivir y conducir la vida social de modo sostenido o permanente. Cierto que pueden ser aplicadas por algún tiempo, pero tarde o temprano se desmoronan.
Por ejemplo, la ideología soviética –de carácter colectivista- duró alrededor de dos generaciones, unos setenta años, pero se desarticuló. Y sostengo que el individualismo norteamericano, si bien ha existido por mucho más tiempo, unos trescientos años o diez generaciones, está llegando también a su fin. Hay varias indicaciones o ilustraciones de ello que resumo a continuación:
• El consumismo desbocado, derivado de la ostentación individualista, es la causa principal del descalabro financiero actual.
• Los ciudadanos norteamericanos, tanto de filiación política republicana como demócrata, no quieren pagar impuestos, para que el gobierno pueda atender los problemas colectivos que aumentan con el crecimiento poblacional.
• La drogadicción, como medio para paliar la pérdida de sentido de la vida orientada exclusivamente al ego, se extiende vertiginosamente, generando corrupción, criminalidad y violencia.
• El armamentismo personal también crece con rapidez, supuestamente para que cada uno se proteja contra las amenazas de otros; lo cual facilita muertes y matanzas de todo tipo, inclusive entre niños.
• El automovilismo extremo, consecuencia de la individualización del transporte, es el principal impulsor de la contaminación ambiental y la crisis energética.
• La oposición a servicios médicos colectivos, lleva a un aumento exponencial de los costos de la salud. Y un componente creciente de la población está quedando sin seguridad en la materia.
La lectura de dos libros “best séllers” escritos por Obama y numerosos otros que han sido escritos sobre él desde todas las perspectivas –económica, social, política, cultural- permite observar que su elección respondió a la necesidad de resolver esos problemas. Pero hay intereses profundamente arraigados que resisten los cambios con tenacidad. ¿Quo vadis, USA . . .?