El martes 25 de noviembre de 2014 fui invitado por mi hija, estudiante de Educación Preescolar, a un convivio organizado por su Unidad Académica con el objetivo de analizar y celebrar el final de su carrera; en este participaron las graduandas junto con dos acompañantes cada una.
Como anfitrionas, el flamante cuerpo docente de la Sección de Educación Preescolar, refinadas y absolutamente dedicadas a las actividades educativas que la sociedad les ha encargado, derrocharon habilidades didácticas y demás conocimientos, y otorgaron extrema deferencia a todos los participantes, a través de cada una de las actividades planificadas para éste agasajo.
Como padre, de previo traté de obtener información sobre los propósitos de tal convite, pero solo logré quedar más intrigado, ya que la información disponible era mínima, la intriga se incrementaba al revisar mentalmente la historia general de las graduaciones de la Universidad de Costa Rica, y no lograr encontrar parangón que pudiera dar pistas sobre las expectativas de tal acontecimiento.Llegada la hora, fuimos recibidos en uno de los salones de la Sección de Educación Preescolar; poco tiempo después inició el acto, que en principio pareció frugal, pero rápidamente afloró el derroche de técnicas didácticas y conocimientos en el manejo de grupos; resaltaron individualmente la participación y empeño de cada una de las graduandas a la largo de la carrera y particularmente durante su práctica del último semestre; haciendo brotar sentimientos de profunda emoción, mostrados por las graduandas hasta con lágrimas de satisfacción, alegría y gratitud por la guía recibida a lo largo de su carrera y por el éxito logrado.
Nos obsequiaron también una magna presentación artística, que no me atrevo a calificar por el temor de ser omiso, con el habilidoso y sensible grupo Maromero; este acto estuvo lleno folclor y cultura, equiparado en altura y consonancia con el resto de actividades realizadas por las docentes ese fabuloso día.
Este evento creativo y lleno de valor dentro de su infinito ámbito, mostró la iniciativa que no cabe duda estuvo en manos del personal de la Facultad, demostrando que la consideración del factor humano no se contrapone con la educación universitaria, aunque en los últimos años parece que relegar el factor humano en beneficio de la técnica y la ciencia misma, ha sido una norma en el sistema educativo costarricense y en particular en muchas universidades del país y en más carreras, ¡…pero definitivamente no es así en Educación Preescolar…!
Si bien es cierto el evento descrito no representa ni sustituye el acto de graduación, sí demostró ser un acontecimiento digno de replicarse en todo el sistema universitario costarricense; esto como una de las innumerables acciones que se debe atender, haciendo eco del artículo “Reingeniería de la educación costarricense”, publicado por Alejandro López Solórzano, asesor de matemáticas del MEP, en un diario nacional el pasado 26 de noviembre, y de muchos otros expertos en temas de educación.
“Exquisito…” es como debe calificarse este acto, por su altísimo valor humano, cultural, didáctico y académico, además de ser constructivo, ejemplarizante y acción en vez de ser solamente un discurso…