¿Y los grandes discursos de solidaridad, justicia, igualdad, libertad…? Son apenas una sombra o, peor aún, la estela de la utopía. Pareciera que gana adeptos la comodidad, el “dejar hacer y dejar pasar”, la de evadir los conflictos económicos y sociales con el vértigo de la tecnología y la realidad virtual. La fragmentación del tiempo no da saltos, sino vértigos tecnológicos: la línea del espacio se desintegra, se conjuga el yo y el nosotros con el discurso impersonal y deshumanizado ¿Y cuál es la función del político posmoderno que se rinde ante la seducción del mercado globalizado?
El llamado de los ideólogos de la visión posmoderna y globalizada invierten los valores sociales y humanos por el discurso del desarrollo y la competencia. Sin embargo, los malabaristas del derroche afilan las manos para descapitalizar al Estado y promueven productos en un mercado donde la maravilla de los objetos deslumbra al más “pintado” y al más escéptico comprador; se conquista el mundo con un discurso economicista fundado en la libertad, la democracia y la oportunidad para todos, incluso, con bonificaciones y subsidios, es decir, con ciertas concesiones para los “bienaventurados” de la tierra. Pero, ¡alerta! indica Jaime Ordóñez (Extra: p.3 11/8/14): el Proyecto de Ley para Libertad Religiosa y de Culto –expediente 19.099− pretende un Estado multiconfesional que permitirá exenciones tributarias y demás regalías a todas las iglesias. Y destaca: “El último gobierno otorgó ¢940 millones en transferencia al clero católico… A estas transferencias directas se suman los subsidios a los colegios católicos. Sumando todo estos, fácilmente se puede llegar a la asombrosa suma de ¢1500 millones”.
La globalización posmoderna tiene su esencia en esa doctrina economicista: es el nuevo canto épico de las clases privilegiadas; la globalización hiperboliza la voracidad insaciable del poder que ostentan las economías centrales (Estados Unidos, Alemania, Japón, China, Inglaterra) frente a una periferia dependiente. Amén de globalización o neoliberalismo, lo tangible es la despiadada imagen de un mundo opulento y vigoroso, frente a un mundo paupérrimo y saqueado; las dicotomías Norte-Sur; arriba y abajo es un espejo que se desdobla en propagandas.
En este nuevo paradigma doctrinario están relacionadas con el papel del Estado, su función reguladora y una campaña sistemática al mejor estilo de cualquier transnacional. Para los iluministas y privilegiados, para los alquimistas de las transnacionales, el Estado debe estar al servicio de la nueva casta: los businessman –gente audaz y desinhibidos para los negocios−, fríos y calculadores como los políticos de alquiler. Tokatlian, J. (2003): Globalización, Narcotráfico y Violencia. Siete ensayos sobre Colombia. Norma. San José.