El Fiscal General, Jorge Chavarría Guzmán, hizo dos anuncios casi simultáneos, por un lado la decisión de resucitar la investigación por las muertes atribuidas al llamado psicópata y, por otra, echarle la palada de tierra al caso de La Penca, donde fueron masacrados periodistas nacionales e internacionales.
Para las jóvenes generaciones ambos crímenes casi poco o nada les dice, ambos se remontan a la década de los 80 del siglo pasado: el llamado psicópata ultimó parejas a diestra y siniestra, ensañándose terriblemente en sus víctimas mujeres; en el caso de La Penca, la historia se inscribe dentro de la denominada guerra fría, cuando las superpotencias de entonces, la Unión Soviética y los Estados Unidos se disputaban la hegemonía mundial y en aras del poder se cometieron las más inenarrables masacres y Costa Rica no escapó a ese escenario.El caso de La Penca se cierra porque supuestamente quien ejecutó el atentado habría muerto en Argentina, pero esa es solo la punta del iceberg, cuya mayor estructura, a partir de la decisión del Fiscal General, quien precisamente fue uno de los primeros en investigar el caso, queda ahora sumida en el misterio.
Este comentarista, a la postre Presidente del Colegio de Periodistas, presionó para que no se cerrara el caso e incluso, en documentos que quedarán para la historia, denunció públicamente a diputados de las distintas fracciones, quienes en primera instancia volvieron la cara hacia otro lado para no investigar este vergonzoso acontecimiento, que mató y mutiló a trabajadores de la prensa, algunos aún sobreviven con sus heridas que nunca sanaron.
Cuando se pidieron documentos a los Estados Unidos por el posible vínculo de la CIA, mandaron un legajo tachonado del caso Irán-Contras, donde estaban hilos que podrían conducir a esclarecer algunos tejidos de la tenebrosa trama.
El “ganadero” John Hull, reconocido agente norteamericano a quien se sindicó por presuntamente tener relación con el atentado a Edén Pastora (quien volvió a cobrar notoriedad por el dragado en la isla Calero), en la penumbra de la noche fue llevado hacia Estados Unidos donde siguió paseándose campante, en una mofa abierta al sistema judicial costarricense.
Jorge Chavarría sabe que el caso de La Penca no está para darle sepultura, solo él conoce las razones para esta supuesta última palada, en tanto la opinión pública norteamericana no se resiste a creer la novela escrita en torno al asesinato del presidente Kennedy, acaecido hace medio siglo, aquí en Costa Rica, mientras haya un periodista digno, no podemos permitir, que ni el actual Fiscal General, ni nadie, pisotee bajo el signo de la impunidad, la memoria de los colegas.
