De conformidad con el Latinobarómetro, Costa Rica es uno de los dos países latinoamericanos en donde el tema (In) Seguridad no ocupa el primer lugar en la lista de preocupaciones de la población.
La campaña electoral y sus múltiples debates así lo demostraron, en razón de que dicho tema no ocupó ningún papel relevante en ninguno de ellos. Lo cual se corresponde con el descenso real de la tasa de criminalidad que se ha venido experimentando, en forma sostenida, durante los últimos tres años.
Mientras esto sucede en Costa Rica, los principales organismos internacionales encargados del estudio técnico y científico de la Seguridad acreditan el fracaso de las políticas de mano dura con que muchos gobiernos encararon la resolución de esta problemática en Latinoamérica. Lo cual, lejos de contener la criminalidad y la violencia, más bien la disparó y extrapoló a los distintos ámbitos del quehacer social en los distintos países.Nunca hemos tenido una realidad más contrastante en esta materia: mientras otros países dispensaron mayores recursos y mayores efectivos que nosotros al campo de la Seguridad Pública, nunca alcanzaron, ni por asomo, lo que Costa Rica ha logrado en esta materia: reducción de homicidios y femicidios. Control y descenso de los «bajonazos» y robo de vehículos. Merma de los asaltos a autobuses y sus pasajeros, etc. Todo lo cual coloca el problema de la (in) Seguridad, de su tradicional primer lugar (que ocupó por más de una década) a una cuarta posición, según las últimas encuestas.
Lograr tales resultados estando nuestro país ubicado en Centroamérica (la zona más violenta del Mundo después de las áreas de conflicto armado), no deja de resultar otro dato digno de destacar. Sin embargo, la contención del problema no ha permitido apreciar cómo se logró, ni ver qué estrategias utilizó Costa Rica de forma diferenciada al resto de la Región.
No dudo que será en Sede Académica y no en Sede Política, en donde los fundamentos de la Política de Seguridad serán dilucidados.