Del cine a la realidad, de la realidad al mito. Hablaré de la tanatopraxia, un tratamiento por el cual se puede mantener el cuerpo en buen estado. Pero aclaro: no son aeróbicos, pilates, ciclismo estacionario o pesas. Hablo de un cuerpo muerto… un difunto pues, abandonado del hálito de vida.
El tema viene a colación por el estado en que ha puso Hugo Rafael Chávez Frías a los acuciosos periodistas de CNN. Malgastaron minutos de minutos, con lo valioso que son, al menos económicamente en TV, en dilucidar si a Chávez lo iban a embalsamar, o momificar, o sabrán ellos qué.
Acudieron a un distinguido galeno argentino, quien desde Buenos Aires les recomendó dejar de preocuparse tanto, de ser tan compasivos con el devenir de Hugo, porque no importa la decisión de los seguidores del caudillo… él no se va a pudrir; y explicó que la tanatopraxia es una técnica que consiste en inyectar ciertos fluidos en el cadáver y los tejidos no se descomponen, el cuerpo se mantiene tal cual.
Porqué toda esa preocupación por don Hugo y su futuro de momia o embalsamado? Les diré en qué termina la película, cuál es el desenlace: lo terminan comparando con Stalin, Lenin, Mao Tse Tung, y la maléfica bruja del sur, la encantadora Evita. Pero de todo este devaneo de momias o embalsamados, al final, lo único que queda en la mente del estimable público son esos lúgubres epítetos, según dictamina la oficialidad de la historia: Lenin, Stalin y mi querida Santa Evita, todos junto a Hugo: Una macheteada más al distinguido líder, a punta de cuenterete.
Si me preguntan a mí, les digo: me importa un carajo que lo embalsamen o momifiquen. La medida tiene mucho de estrategia… y de locura. Chávez ya hizo su trabajo y la historia está siendo muy rápida en la recuperación de su estatura. Walt Disney le llamaría “la intención oculta de una noticia inocente”.
Olvidaron por cierto en la maquiavélica lista a los pontífices embalsamados, entre ellos Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, que fueron embalsamados por los miembros de la familia Signoracci, de Roma, que embalsamará a Hugo. Uno de los doctores Signoracci estuvo de visita en La Habana, en enero, dicen las malas lenguas que ya en plena acción; pero no… Chávez murió en Caracas. Si acaso le preguntó cómo quería quedar para la posteridad: fortachón, o más bien delgado, como puro cholo del llano venezolano.
