El ataque yihadista de la organización Al Shabab en la Universidad de Garissa, ocurrido el 2 de abril de 2015 en Kenia y que cobro la vida de 147 estudiantes, ha sido el más reciente ataque terrorista de grandes magnitudes, que a pocos días después la sociedad intenta callar y obvian el terrible acontecimiento como si no hubiese pasado, situación completamente insólita aún más por el nulo accionar de la comunidad internacional ante esta desgracia y evidenciando una clara violación de los Derechos humanos fundamentales.
¿Por qué la comunidad internacional, en especial las grandes potencias no han dado respuesta a lo ocurrido o actuado como lo han hecho en otros sucesos importantes presentes durante este año? Es completamente irónico que incidentes anteriores como lo fueron el ataque al semanario satírico Charlie Hebdo en París, al Museo Nacional en Túnez y el accidente aéreo del Germmanwings A320, tuvieron toda una revuelta, marchas de millones de personas y jefes de Estado o de Gobierno, y un seguimiento continuo de los medio de comunicación de dichos eventos; el rechazo del mundo occidental ante tales tragedias no se hizo esperar; sin embargo, la masacre reciente ocurrida en Kenia parece quedarse en un segundo o hasta tercer plano en el escenario internacional. ¿Por qué el mundo no ha dicho #JeSuisKenyan? Al parecer, como la masacre donde asesinaron a estudiantes cristianos mediante disparos y decapitación que sucedió en África y no en Europa, no tiene la misma atención que debería, a como sí la tendría si hubiese sucedido en Europa.
No debe haber cabida, en pleno siglo XXI, para diferencias tan deplorables como la distinción que sigue existiendo entre continentes. Las víctimas no escogen dónde nacen; es inhumano y para nada razonable clasificar a las personas por su nacionalidad, credo o color de piel. Se debe luchar contra el salvajismo y atrocidad que asola la vida de las personas en nombre de una «verdad» retorcida, de estos grupos terroristas acerca de la religión.
Primero y ante todo, somos seres humanos que merecemos los mismos derechos y respeto. Nadie es quién para imponer una religión y mucho menos decidir sobre la vida de las personas. ¿Por qué el mundo defiende tanto la libertad de expresión cuando esta se ve violentada, pero cuando se trata de libertad de credo, el mundo calla; ¿por qué no tiene la misma defensa, acaso no es un valor y un derecho humano también? Pero lo fundamental es que antes de defender arduamente la libertad de expresión y la protección del patrimonio cultural, que por supuesto es importante, lo primordial es defender y respetar el principio y derecho fundamental a la vida.
Califico como indolente la actitud de la comunidad internacional, justamente porque no se ha pronunciado ante lo acaecido como debería, en comparación como lo ha hecho anteriormente, y quedando al descubierto la violación de los Derecho Humanos, tales como los reconocidos por la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 en los artículos 2, 3 y 18.
Es hora de que volvamos nuestra mirada y pongamos más atención en aquellos que han sido olvidados y se les dé la importancia que tienen y el respeto que merecen.
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