Desde el siglo pasado, el presupuesto universitario ha sido objeto de cuestionamientos por los gobiernos de alquiler y por los mismos actores que han cambiado de camisa. ¿Cuál es el modelo universitario que se persigue? ¿Qué se pretende lograr al restringir el presupuesto de las universidades? ¿Cuál es la concepción educativa que hay detrás de esos argumentos economicistas? ¿Las universidades públicas dilapidan recursos públicos?
La mayoría de los estatutos universitarios de la educación pública recogen una visión plural, inserta en una sociedad cambiante, comprometida con el avance técnico y científico, administrativo y artístico, al servicio de las mayorías y del desarrollo social. No es casual que la UNED, UNA, UCR Y Tecnológico, destinen una buena parte del presupuesto para adjudicar becas a estudiantes de zonas como Guanacaste, Zona Sur, Limón y de la gran área metropolitana.En el caso de la UNED, se dirige a una población estudiantil marginal, trabajadora, que se ve imposibilitada de asistir a clases presenciales y de carácter magistral. Los instrumentos que utiliza la UNED para socializar el conocimiento es variado: textos con un enfoque didáctico (guías), se cuenta con una plataforma tecnológica, cursos en línea, tutorías y complementados con medios audiovisuales y programas de radios que cubren carreras de grados y posgrados.
La UNA también patrocina a los estudiantes menos favorecidos y ha logrado grandes avances en Filosofía y Letras, Ciencias de Tierra y Mar, Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Sociales, Economía, Relaciones Internacionales, medicina deportiva, con el claro objetivo de aportar profesionales comprometidos con la sociedad.
La UCR es una institución emblemática que ha venido aportado profesionales durante muchas generaciones, en todos los campos de la sociedad. Basta citar el aporte a las Artes y Letras, Derecho, Medicina, Ingenierías, Ciencias Agroalimentarias, Educación…
El TEC es el abanderado de la tecnología de punta, con una gama de ingenierías: Industrial, Electrónica, Computación, Biotecnología, Forestal, Arquitectura, Administración de Empresas…
Obsérvese que en este recuento de carreras de las universidades públicas y al servicio de la sociedad, dista mucho de esa imagen despilfarradora que algunos diputados expresan. Estos exuniversitarios, convertidos en políticos amorfos, tienen memoria mercantil. Si la exhortación de los diputados prorecortes del presupuesto universitario es valorar los gastos administrativos y excesos superfluos de las universidades; entonces, lo concreto es reunirse con los rectores de las universidades públicas y puntualizarlos. Pero si se trata de pasarle las facturas de los ajustes heredados de los campeones del neoliberalismo deberían dejar las máscaras y los dobles discursos.
Y hay que subrayar: las universidades públicas convergen en esa tríada excepcional: docencia, investigación y extensión cuya meta es la inclusión social en beneficio de los sectores menos favorecidos.